viernes, 30 de diciembre de 2011

País de Lectores


Cualquier extranjero que dé un paseo por el centro de Santiago se verá sorprendido por tres cosas, tres elementos que parecieran hablar de quienes somos pero que en realidad, y por el contrario hablan del país que no somos.

Lo primero es la gran cantidad de inmigrantes que pueden verse a diario en especial en la Plaza de Armas y el barrio Santo Domingo.
Sabiendo que Buenos Aires es el Paris del cono sur y que Sao Paulo es en alguna medida el Nueva York sudamericano, nos gusta pensar que Santiago es el Londres de estas latitudes, una ciudad pujante, económicamente potente, que por lo mismo atrae a inmigrantes de otros pueblos transformándose en una urbe cosmopolita y vario pinta. Eso nos gustaría, pero si bien es cierto que la economía hace tiempo ha andado bien por estos lados y lo mismo ha hecho que muchos de nuestros vecinos hayan venido a este lugar a buscar un mejor futuro, seguimos siendo un pueblo intolerante y profundamente discriminatorio que recibe con los brazos abiertos a todo aquello que tenga origen anglosajón y que relega al servicio doméstico a todo lo que tenga olor a latinoamericano sin importar sus verdaderas capacidades.
Como muestra de lo anterior hace algunos días el ministerio de relaciones exteriores montó en la Plaza de la Constitución un stand que mostraba los aportes de las colonias extranjeras al país, en este se mencionaba el número de inmigrantes provenientes de Alemania, Italia, España, Francia y etcétera, pero en ninguna parte se mencionaba a la mayoritaria colonia peruana residente en el país.

Lo segundo es el asombroso número de “cafés con pierna” que abundan en la capital.
El café con pierna es una invención netamente nacional y consiste, aclaro para los lectores extranjeros, en cafeterías que son atendidas por en la mayoría de los casos agraciadas señoritas que tan solo portan diminutas y sensuales prendas de ropa interior.
Supongo que nos gusta creernos una sociedad desprejuiciada en donde el sexo no es un tabú, una suerte de Amsterdam austral, pero la realidad es que todos estos cafés se esconden al interior de los edificios detrás de gruesos vidrios polarizados y todos y cada uno de sus habituales comensales al ser consultado negará hasta el cansancio el haber visitado alguno de estos sitios, y es que seguimos siendo una sociedad hipócrita en materia sexual que aún discute si debemos o no enseñarles a nuestros niños acerca del sexo en el colegio, que aún no se atreve a publicitar abiertamente el uso de preservativos y en donde el cinismo al respecto es la norma.

Lo tercero es la gran cantidad de kioskos atestados al máximo con diarios y revistas.
Supongo que nos gusta creernos un pueblo culto e informado, basta con preguntar qué canales son los más vistos y la mayoría de los consultados dirá Natgeo, History Channel, CNN news o algún otro nombre que suene a intelectual, pero lo cierto es que el rating demuestra que tan solo nos dedicamos a ver programas de farándula y algo de deporte.
Lo mismo pasa con los kioskos de periódicos, la mayoría de los transeúntes tan solo lee los titulares (lo que también habla de nuestro gusto por mirar las cosas superficialmente) y muchas de las revistas terminan por ponerse amarillas sin que nadie las compre, a fin de cuentas estas no son más que un anzuelo porque el verdadero negocio para los dueños de estos puestos es vender cigarrillos y golosinas a los curioso observadores.

Sinceramente espero que durante el 2012 lo que nuestra sociedad muestre tenga relación con lo que nuestra sociedad es, en especial porque si los mayas tienen razón será el último año en que podamos hacerlo.

Feliz 2012 para todos.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Ocaso Pampino


“Las fichas de las salitreras han sido reemplazadas por las tarjetas de crédito de las casas comerciales”
Jorge Coulón – Inti Illimani

Los atardeceres en medio de la pampa de Atacama son por decir lo menos subyugantes, un espectáculo de colores y formas único, algo parecido ocurre con el amanecer, pero a la hora del mediodía cuando está, en palabras de Violeta Parra, “arriba quemando el sol” es inevitable caer en cuenta que uno se encuentra en el corazón del lugar más árido del mundo.
Es en estas duras condiciones de vida o de muerte que durante la segunda mitad del siglo XIX se desarrolló la industria del salitre, principal sostén económico del país en su momento. Pero como si soportar temperaturas extremas y rasguñar a diario la roca fuese poco las condiciones laborales al interior de las oficinas salitreras convertían la situación en un infierno perfecto.
Fue en el año 1907 que cerca de quince mil mineros de los cantones de Tarapacá decidieron abandonar sus puestos de trabajo y marchar junto a sus familias a Iquique, la capital provincial, para intentar que sus demandas fueran escuchadas. Demandas simples y, mirada con nuestra óptica, casi elementales; tan solo querían que su trabajo fuera cancelado con dinero y no con las fichas canjeables solo en las pulperías propiedad de los mismos dueños de las salitreras, tan solo querían poder disponer de balanzas para cotejar que lo que en estas mismas pulperías se les vendía tuviera el peso justo, tan solo querían la libertad de comercio para no tener que estar obligados a comprar sus víveres solo en los usureros puestos propiedad del patrón.
El 21 de diciembre de 1907 los mineros en huelga y sus familias se encontraban desde hacía ya varios días ocupando el interior de la escuela Domingo Santa María de la ciudad de Iquique. Fue ese día que el general Roberto Silva Renard, uno de los nombres más vergonzosos en nuestra historia, ordenó a sus tropas abrir fuego de metralla contra los indefensos huelguistas para después ingresar al recinto y sala por sala acribillar a hombres, mujeres y niños.
El gobierno parlamentario cómplice en estos hechos, el que ya había derrocado a un presidente buscando favorecer los intereses de los dueños de las salitreras, se negó a emitir certificados de defunción y señaló que oficialmente en la refriega habían muerto 190 trabajadores, décadas después cuando fueron exhumados los restos de la fosa común en la que fueron arrojados se entendió que el número de asesinados fue cercano a las 3.000 personas.
Las reformas laborales en el mundo del salitre tan solo llegaron hacia mediados del siglo XX, casi al mismo tiempo que la invención de los nitratos artificiales acabó con la rentabilidad del negocio y las oficinas paulatinamente se fueron convirtiendo en pueblos fantasmas en medio de la pampa.

Pero de seguro esto nos parece extemporáneo, propio de una época menos civilizada, pero acaso las fichas del salitre no han sido reemplazadas por las tarjetas de crédito en las casas comerciales, acaso las pulperías no han tomado la forma de los “comercios adheridos”, acaso las balanzas alteradas no han sido reemplazadas por el “compre ahora y comience a pagar en seis meses más”, acaso las usureras libretas de crédito no han sido reemplazadas por los poco transparentes contratos y repactaciones unilaterales hechas por los gigantes del retail.
Supongo que en cien años más, cuando la esclavitud económica haya evolucionado en una forma más sutil, mis tataranietos visitaran los vacíos edificios de la ciudad empresarial en Santiago a esas alturas abandonados por su alto consumo energético y se preguntaran como nosotros pudimos soportar estos abusos.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Simplemente Aznar


Pedro Aznar es de esos músicos que me resultan particularmente gratos de seguir, primero porque se mueve entre el rock, el jazz y el folklore latinoamericano, mis estilos musicales predilectos; en segundo término porque sus letras y discurso hablan de un potente compromiso social; y finalmente por su marcada cercanía con mi país, cercanía que no se basa en frases prefabricadas del tipo “ustedes son el mejor público del mundo” o la bastante ridícula “si tuviera un hijo le pondría Chile” (saludos para Julio Iglesias), sino que en intervenciones que demuestran un real conocimiento de lo que está ocurriendo en nuestro territorio y en la habitual presencia de canciones de Violeta Parra o versos de Pablo Neruda en su discografía.
Pero no deseo hablar en sí del nutrido curriculum musical de Aznar sino de las tres ocasiones en que he tenido la opción de verlo en vivo en el último año. La primera fue en Noviembre pasado en la Plaza Sotomayor de Valparaíso con ocasión del Fórum de las Culturas, un evento gratuito en donde el músico argentino se presentó en el corazón mismo de la zona de la ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad; la segunda fue pocos día después en el Jardín Botánico de Viña del Mar, una presentación también de entrada liberada en donde Aznar pudo cantar en medio de un frondoso bosque con los asistentes escuchando su música recostados en los prados del lugar; y la tercera fue hace pocas semanas en la Casa Museo de Pablo Neruda en la localidad de Isla Negra, tocata también libre de pago que Aznar quiso llevar a cabo como homenaje a un nuevo aniversario de la obtención del premio Nobel por parte del poeta y que mejor que llevarlo a cabo en el mismo lugar donde el célebre bate pasó sus últimos años.
Pero tampoco quiero hablar en sí de las veces que he podido ver a Aznar sin tener que pagar una entrada sino de esa constante queja presente en nuestra sociedad de que la cultura no está al alcance de todos, de que los precios del ballet, la ópera, el teatro y los libros son privativos (y ciertamente lo son); pero paradojalmente cuando un evento cultural es gratuito los mismos que se quejan de su exclusión no asisten y los que se hacen presentes son en su mayoría personas que pueden financiar sin problemas su acceso a la cultura.
Alguien dirá que el problema está en la falta de información o que los medios publicitarios nos han llevado a valorar tan solo la música y cine de corte comercial desechable de por sí, que la raíz está en la pésima calidad de educación que se entrega en los organismos públicos; pero en contraparte se me viene a la mente el caso de mi madre, una mujer criada en el campo, que nunca piso un aula universitaria y cuya única profesión ha sido la de dueña de casa pero que sin embargo es capaz de reconocer a la perfección las obras de Strauss o recitar de memoria los versos de Bécquer, y así como ella he conocido un buen número de personas que sin grandilocuentes títulos académicos tienen un nivel cultural muy pero muy encima del promedio.
No puede ser que teniendo uno de los idiomas más ricos en el orbe nuestros jóvenes se comuniquen usando a lo sumo cincuenta palabras; que teniendo en nuestro patrimonio nombres como los de Neruda, Mistral, Huidobro, Parra o Jara, nuestros chicos además de ni siquiera saber quiénes son, tan solo sean capaces de tararear algunas letras en dudoso spanglish “compuestas” por algún regetonero puertorriqueño.
Es cierto que mucho nos falta por avanzar en educación y que la cultura es un bien en ocasiones de difícil acceso, pero el cultivarse es algo que parte por la propia iniciativa, y quizás es justamente ello, iniciativa, lo que estamos perdiendo. El creciente nivel de asistencialismo de las políticas públicas, en su mayoría motivado por fines populistas, nos está acostumbrando a que nos regalen todo y a no buscar nada.
Así como vamos en un par de décadas tendremos a jóvenes que solo se comunicaran con guiños de mesenger y dispuestos a pagar una fortuna por ir a ver al artista de modo del que un año después ni siquiera recordarán su nombre.

sábado, 19 de noviembre de 2011

El Aullido

Antuk desde cachorro sufría de las mismas recurrentes pesadillas, sabía bien que algo de realidad había en ellas, de pequeño aprendió que el alma nunca muere y solo cambia de una forma a otra, y que además los lobos marinos tienen la única capacidad de poder recordar esas vidas anteriores. Pero los recuerdos de sus camaradas con quienes comparte el roquerío no son muy distintos a la vida que ahora llevan, hablan de largas migraciones, de extensas jornadas de cacería y a lo sumo a alguno que otro le tocó ser algún animal terrestre o un ave permitiéndoles así hablar de montañas o desiertos. Sin embargo los recuerdos de Antuk son mucho más complejos y giran en torno a imágenes, figuras y estructuras que ninguno de sus amigos ha podido dilucidar, todas ellas asociadas a una terrible sensación de angustia, a un dolor que por momentos pareciera traspasarlo por completo y que lo hace emitir fuertes bramidos que parecieran ser un suplicante aullido.
Cierto día un extraño artefacto pasó raudo por la costa y sobre el dos figuras, similares a animales erguidos sobre sus patas. Toda la manada se lanzó al agua para evitar cualquier peligro menos dos: el más anciano que parecía ya conocer a aquellas criaturas y el joven Antuk que vio en estas las mismas formas que repletaban sus sueños.
“Entonces en tu cuerpo anterior tu alma estuvo en el mundo de los humanos” le indicó el anciano lobo, pero Antuk necesitaba saber más de estos extraños seres y por sobre todo porqué sus recuerdos estaban llenos de tanto dolor y tristeza. “Nosotros luchamos entre nosotros por un territorio donde alimentarnos y por hembras con quienes aparearnos, el hombre en cambio es el único ser que daña sin necesidad y que busca acaparar más de lo que necesita, pero si quieres saber más de ellos debes remontar el río hasta llegar a una de sus ciudades desde allí los podrás ver de cerca, pero hay un problema: los roqueríos de aquella ribera son propiedad de Coloso, el más fuerte de los nuestros y no le gustan que intrusos deambulen entre su harem”.
El joven lobo marino navegó varios días río arriba, en ocasiones luchando contra la corriente en otras arrastrándose entre las rocas, hasta que finalmente cientos de luces centelleantes nunca antes vistas le indicaron que había llegado a la ciudad de los hombres. Presuroso trapo a los alto de unas rocas y desde allí pudo ver cómo estás criaturas paseaban cerca de la costanera, pero lo que contemplaba no le cuadraba con sus recuerdos, aquí los humanos parecían seres felices y en su memoria solo había tristeza y angustia.
Absorto en sus pensamientos no vio venir a Coloso, un gigantesco lobo marino negro, que con una sola embestida lo arrojó a las frías aguas del río. Antuk intentó trepar nuevamente pero esta vez una fuerte mordida en una de sus aletas le hizo entender que permanecer allí le podía costar la vida, él no era rival para el señor de aquellas tierras.
Los años pasaron y, aunque seguía angustiado por sus visiones, logró convertirse en el macho dominante de las tierras costeras, pero eso no le bastaba ni le interesaba. Cuando creyó ser lo suficientemente fuerte y experimentado volvió a remontar el curso del río, trepó al mismo peñasco donde había estado tiempo atrás y nuevamente al ver a los humanos sus memorias comenzaron a aclararse.
Mientras trataba de ordenar sus ideas un de las hembras que estaba en el lugar le aconsejó que se alejara a menos que quisiera conocer la furia de Coloso pero Antuk no solo la ignoró sino que con un certero movimiento de su aleta la arrojó a las aguas donde tiempo atrás el había sido lanzado. Su agresividad le sorprendió por un instante pero prontamente volvió a concentrarse en su observación de las conductas de los hombres.
No paso mucho tiempo para que Coloso se presentara en el lugar pero ahora él también era un macho fuerte y poderoso y necesitaba tomar posesión de aquellas tierras, solo estando allí podría terminar de entender quien era y la raíz de su dolor.
El combate entre ambos lobos marinos fue brutal, pero luego de algunos minutos comenzó a decidirse a favor del más joven. La sangre hacía rato que corría por el cuerpo de ambos cuando Coloso finalmente hizo la señal de rendición, pero Antuk no se detuvo, siguió arrojando golpes, mordiscos y embestidas a un rival ya derrotado, en cada ataque, en cada bramido de furia y en cada suplica de su rival los recuerdos se hacían más claros.
Finalmente cuando el cuerpo de Coloso quedó inerte sobre las rocas Antuk lanzó un enorme aullido, distinto a los anteriores, en este no había una angustia inexplicable, este en cambio estaba lleno de tristeza y culpa, Antuk entendió que nunca había sufrido y que nunca había sido abusado, Antuk entendió que él había sido el torturador.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Todas las Escaleras del Mundo

Pablo Neruda en alguna ocasión señaló que si recorriéramos todas las escaleras de Valparaíso daríamos la vuelta al mundo. Si así fuera supongo que a estas alturas ya he caminado un par de continentes.
Pero hace poco y luego de visitar un pueblo abandonado en medio de las pampas de Atacama me di cuenta que todas las escaleras del mundo no son más que unos cuantos peldaños hechos de madera, piedra o cemento, puestos sobre el relieve del terreno, sin mayor uso, sin mayor utilidad, sin mayor destino. Es tan solo cuando alguien transita por esos peldaños que estos se transforman en una escalera, con un comienzo y un final, uniendo dos puntos, con una dirección específica, es tan solo cuando alguien transita por ellas que se descubre si esa escalera es de subida o de bajada.
Quizás como en todo orden de cosas la verdadera magia está en las personas.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Carta a Colomba

Quizás sea bueno que partas sabiendo que en algún momento te sentí muy presente.
Fui padre a los veintidós años, más de alguno de mis amigos me hizo ver que aquello era sinónimo de hipotecar mi juventud, pero casi veinte años después cuando veo a algunos de ellos empujando un coche de bebes me pregunto si no fueron ellos los que hipotecaron su adultez.
Desde que descubrí mi pasión por viajar, por fotografiar, por conocer, mi temprana paternidad me pareció una bendición ante la seductora idea de en la medianía de los cuarenta tener ya a un hijo adulto, eventualmente independiente, situación que me entregaría la envidiable posibilidad de vivir únicamente para mis sueños.
Pero los sueños cambian. Cambian porque la vida cambia, porque hay gente que se cruza en tu camino y otra que sale de él.
Habrán sido ciertas crisis existenciales que me atacaron desprevenido a los treinta y algo, las mismas que me llevaron a escribir, las mismas que me obligaron a buscar un trabajo en el que realmente me sintiera feliz con lo que hago, o habrá sido el ver como mi hijo se convierte en un hombre con sus propios sueños, sus propias ideas y sus propios rumbos, cada vez más independiente de mis consejos, cada vez necesitándome menos, que poco a poco empecé a pensar en tu existencia.
“La vida te da sorpresas…”
En algún momento alguien se cruzo en mi vida, nuestros caminos iban en sendas contrarias, pero poco a poco empezamos a tranzar, a ceder voluntariamente, poco a poco le transmití mis sueños y ella me legó los suyos, y así poco a poco tú comenzaste a surgir, desde las más profundas sombras a la luz más clara.
Primero era un juego, era parte de la típica pregunta con la que quieres conocer los planes del otro: ¿has pensado en tener otro hijo?, al principio él no era rotundo de ambas partes, de a poco se fue trasformando en un quizás, para finalizar en un total y absoluto sí.
Fue en ese momento que apareció tu imagen, tus cabellos rubios y tez blanca como es propia de mi familia, tus ojos color miel y nariz recta como es propio de la familia de ella. De a poco apareció la ternura de cargarte en brazos, de a poco apareció la firme decisión de enfrentar desvelos, de cambiar pañales, de llamar a un médico a medianoche. De a poco apareció la elección de cambiar los planes del futuro soñado. De a poco apareció tu nombre… Colomba.
“Sorpresas te da la vida…”
Pero los cuentos de hadas no siempre terminan con un final feliz, más allá de las razones, más allá de quien tuvo la culpa (la que usualmente siempre es compartida), sencillamente llegó el momento de decir se acabó, y por mi parte sabía que esa adiós no era sólo despedirse de alguien a quien por un momento pensaste entregar la vida sino también era decirte adiós a ti…

Han pasado los días, semanas, incluso meses y créeme que ya no hay ni dolores ni rencores, tampoco angustia o melancolía, definiría mi estado actual como de serena y perfecta tranquilidad.
Ya no pienso en ella, pero en ocasiones cuando veo a una pequeña jugando en el prado me pregunto más con curiosidad que con nostalgia “¿y si la Colomba hubiera sido así?”.
Quizás ella decida hacer que tu imagen soñada tome cuerpo, pero obviamente ya no tendrás el cabello rubio y la tez blanca de mis genes.
En cuanto a mí, volví a llenar mi vida de trabajo y sueños, y aunque sé que no es bueno escupir al cielo creo haber descartado por completo una nueva paternidad; pero aquello no impide que de tanto en tanto busque encontrarte desde lejos en las pequeñas que llenan con su risa nuestras plazas, y así también de tanto en tanto evocar los recuerdos de aquello que no existió.

lunes, 31 de octubre de 2011

Peldaños Porteños (Republicación del 20/06/2009)

Esta es de las imágenes más características de Valparaíso, una escalera interminable que corre en medio de casas multicolores hacia lo alto de sus cerros. El otro elemento propio del puerto es el mar, pero como no existen las fotografías en 360 grados se debe optar por uno u otro, al menos en primer plano.
Es difícil determinar que tienen ciudades como Valparaíso, San Francisco o Lisboa que más que gustar realmente cautivan a quienes las visitan convirtiéndose de paso en refugio de intelectuales, artistas, bohemios y toda clase de almas libres. Todas ellas tienen en común el haber sido levantadas sobre un conjunto de cerros frente al mar. Este hecho pareciera ser en si una desventaja porque estas urbes también comparten el contar con poco terreno nivelado y para sus habitantes cosas tan sencillas como hacer trámites o ir a comprar a algún supermercado implica remontar empinadas e irregulares escalinatas o ascender por calles con gradientes tan pronunciadas que son un verdadero desafío para cualquier conductor. En este mismo sentido alguna vez escuche a un estadounidense avecindado en Valparaíso que la clave para disfrutar la ciudad es dejar de subir escaleras y empezar sencillamente a subir peldaños, y tal vez esto es lo que hace tan especial a los porteños la capacidad de entender que todo lugar es bueno para hacer un alto en el camino y observar el azul del mar.
Quizás también sea el hecho de que vivir frente al mar da a sus habitantes la constante perspectiva de un horizonte sin límites y sea esto lo que los convierte en soñadores, o el ver cada atardecer una puesta de sol en el océano los haga unos románticos empedernidos. También la condición de ciudades puerto los ha hecho el punto de entrada de cada inmigración llegada a sus respectivos países lo que ha convertido a estos porteños en verdaderos ciudadanos cosmopolitas, en especial en lo que respecta a su gastronomía. Mención aparte merece la bohemia propia de marineros ávidos de fiesta y compañía luego de meses de permanencia en el mar.
Puede ser que también la necesidad de construir sobre la irregular superficie de los cerros ha brindado a estos puertos de una particular y única arquitectura, en donde cada casa es distinta de la contigua y en donde las mayorías de sus calles no se rigen por líneas ni ángulos rectos. Debe ser esto lo que hace que los porteños respeten, valoren y disfruten la diversidad.
Razones para el encanto pueden haber muchas, espero algún día recorrer San Francisco, Lisboa, y tantas otras ciudades levantadas en los cerros juntos al mar, en tanto no me canso de recorrer y fotografiar Valparaíso por la cual me encuentro completamente cautivado.

domingo, 23 de octubre de 2011

Autorretrato de un Atardecer Rural


Linares, Parral, Panimavida, San Clemente y un sin número de pueblos rurales al interior de las regiones netamente agrícolas del centro sur de Chile, parecieran ser todas idénticas, y de hecho lo son.
Fue en pueblos como estos, todos idénticos, que Neftalí Reyes, conocido universalmente como Pablo Neruda, nació y pasó su infancia. De seguro contempló incontables atardeceres como el de la fotografía, todos idénticos, y también de seguro fueron estos, entre muchas otras cosas, los que le ayudaron a llenar de magia sus palabras; porque el que algo sea cotidiano, idéntico y repetitivo no implica que deje de ser mágico.
Estos atardeceres y sus vivencias fueron los que a la vuelta de los años lo llevaron a describirse más o menos así:

“Por mi parte, soy o creo ser duro de nariz,
mínimo de ojos, escaso de pelos en la cabeza
creciente de abdómen, largo de piernas, ancho de suelas,
amarillo de tez, generoso de amores, imposible de cálculos,
confuso de palabras, tierno de manos, lento de andar,
inoxidable de corazón,
aficionado a las estrellas, mareas, maremotos,
administrador de escarabajos, caminante de arenas,
torpe de instituciones, chileno a perpetuidad,
amigo de mis amigos, mudo de enemigos,
entrometido entre pájaros, mal educado en casa,
tímido en los salones, arrepentido sin objeto, horrendo administrador,
navegante de boca y yerbatero de la tinta,
discreto entre los animales, afortunado de nubarrones,
investigador en mercados, oscuro en las bibliotecas,
melancólico en las cordilleras, incansable en los bosques,
lentísimo de contestaciones, ocurrente años después,
vulgar durante todo el año,
resplandeciente con mi cuaderno, monumental de apetito, tigre para dormir,
sosegado en la alegría, inspector del cielo nocturno, trabajador invisible,
desordenado, persistente, valiente por necesidad,
cobarde sin pecado,
soñoliento de vocación, amable de mujeres,
activo por padecimiento,
porta por maldición y tonto de capirote.”

Autorretrato de Pablo Neruda.

lunes, 10 de octubre de 2011

El Culto a la Muerte

En las siguientes líneas quizás le podré explicar a mis amigos y no tanto, a quienes me leen habitualmente o en forma ocasional, algunas de las razones de mi actuar, a ratos acertado o a ratos errático, en ocasiones prudente y en otras irresponsable.
La razón es sencilla y simple, y es que sencilla y simplemente me estoy muriendo, así es tal cual lo leen, la muerte ya dicto una fecha de cierre, ya determino un día fatídico en el que dirá hasta aquí no más.
Algunos médicos me han dicho que con una adecuada alimentación, actividad física y un buen descanso podré postergar aquel día, pero la verdad creo que la muerte ya ha salido a mi encuentro al galope del caballo y poco de lo yo haga podrá retrasar su arribo.
Pero no crean que el asunto me perturba, de verdad casi no pienso en él. La dama fatal se ha convertido en una compañera tan cercana que se ha vuelto casi como mi sombra, tan presente que al final ni notas que allí está.
De seguro por lo mismo he decidido no rendirle culto y más aún he decidido negarle el mismo. Como primera medida no compraré una trozo de tierra en algún moderno parque cementerio ni mandaré a construir una imagen de mármol que instalar sobre un panteón, por el contrario me parece una buena opción la cremación, quiero que de mi quedé mi recuerdo y no un montón de huesos y tejidos descomponiéndose.
Las otras medidas tienes que ver más con mi cuerpo, el que me he dado cuenta que por más cuidados que le prodigue igualmente algún día terminará por traicionarme y es así que he decidido desatender un tanto a mi hígado y mi vesícula, y aunque me gusta la comida sana y nutritiva quiero que sepan que continuaré, si la ocasión lo amerita, disfrutando de una buena carne asada en compañía de mis familiares y amigos y seguiré bebiendo más de alguna copa de vino o cerveza; seguiré desatendiendo un tanto a mi sistema gástrico pues continuaré tomando café acompañado de un cigarrillo, que es lo que usualmente hago cuando escribo; no me preocuparé tanto por mis rodillas y espalda y continuaré subiendo montañas y caminando por horas para simplemente tomar una foto; seguiré sin atender del todo a mis pulmones y bronquios y continuaré caminando sin paraguas bajo la intensa lluvia del sur de Chile; seguiré siendo un tanto irresponsable con mi sistema nervioso y su necesario descanso, y cuando sea preciso continuaré bailando hasta el amanecer al ritmo del son cubano; desatenderé en ocasiones a mis sistema cardiovascular y habrán días en donde más allá de lo importante que puede ser el ejercicio optaré por estar todo el día recostado en un diván; no cuidaré del todo mi oídos y Bach, Aznar, The Beatles, por mencionar algunos, continuaran sonando desde mi IPod (o el aditamento tecnológico que lo reemplaze); no tendré precauciones con mis ojos y continuaré leyendo a Neruda y a Alberti hasta altas horas de la madrugada; y por sobre todo desatenderé por completo los cuidados y precauciones con mi corazón y volveré a amar intensamente aunque en el proceso se vuelva a romper en mil pedazos.

Así es mis amigos me estoy muriendo, todo comenzó el mismo día que nací. Así es mis amigos me estoy muriendo y por lo mismo no le daré culto a la muerte. Así es mis amigos me estoy muriendo… ¿o acaso ustedes no?

domingo, 18 de septiembre de 2011

La Ciudad de la Furia

Hace poco más de un año tuve la ocasión de visitar un pequeño pueblo en el sur de Chile llamado Contulmo ubicado en el extremo sur del Lago Lanalhue. Una de las características principales de este pequeña villa es que no cuenta con más de una docena de calles que giran en torno a su plaza de armas, todas sus casas están hechas de madera nativa, las calles se encuentran adoquinadas y no existe ni siquiera un semáforo que regule el casi inexistente tráfico vehicular.
Traigo a colación este bucólico pueblo de la araucanía por el notorio contraste que representa en relación a Santiago, una ciudad repleta de semáforos, con gente que corre afanadas de un lugar otra, con edificios levantados en hormigón y cristal.
Cada vez que viajo en el metro subterráneo no dejan de llamarme la atención los mensajes incesantemente emitidos por los alto parlantes: “por favor deje bajar antes de subir”, “desplácese a lo largo del andén”, “por su seguridad no traspase la línea amarilla”, todas frases bien intencionadas que buscan regular de alguna forma nuestra convivencia, pero la pregunta es ¿es necesario? ¿es necesario que constantemente se nos diga como comportarnos? ¿ya hemos perdido el criterio y sentido común que obliga a que otros nos digan como debemos actuar?.
A lo que encontramos en el subterráneo se suma los letreros que inundan la ciudad, no estacionar, no obstruir el cruce, no detenerse, y así una serie de instrucciones que nos demuestran que sencillamente hemos perdido el sentido común, lamentablemente el menos común de lo sentidos.
¿En eso nos convierte la urbe? ¿en personas que tan solo piensan en si mismos y a las que se les debe recordar que existen otros? Quizás así sea, quizás la solución más radical sería volver a nuestras raíces rurales, pero quizás la verdadera solución vaya por aunque sea por un segundo mirar a nuestro alrededor.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Las Lecciones de un Navegante

Durante el año 2009 Felipe Cubillos cumplió su sueño al participar en una regata en la que dio la vuelta al mundo. Mese después, luego que el terremoto y tsunami de Febrero del 2010 asolará a nuestro país, decidió cambiar el rumbo de su vida.
Sin ayuda del estado ni organizaciones, tan sólo moviendo voluntades, se dio a la tarea de recuperar los botes perdidos por los pescadores de las distintas caletas del país, luego a construir escuelas modulares que reemplazaran a las devastadas y finalmente a levantar los negocios de los pequeños comerciantes.
El 2 de septiembre de 2011 tomo un vuelo a la isla de Juan Fernández para entregar y dar por finalizada su obra en aquel lugar, de seguro después iría en busca de otro sueño.
El avión nunca llegó a destino y de Felipe solo nos quedó su legado y sus 24 lecciones aprendidas mientras luchaba con los vientos australes dando la vuelta al mundo:

1.- Acerca de los hijos, definitivamente no son tuyos, solo quiérelos y trata de educarlos con el ejemplo, transmíteles que busquen sus propios sueños. No esperes que te lo agradezcan… si llegan a decirte que están orgulloso de ser tu hijo/a date por recompensado.
2.- Acerca de tus padres, no dejes nunca de agradecerles que te hayan traído a este mundo maravilloso y te hayan dado tan solo la posibilidad de vivir, solo eso ¡¡¡vivir!!!
3.- Acerca del mar y la naturaleza, admírala y cuídala, no tenemos otra. Y al mar y al viento nunca trates de desafiarlos, llevan todas las de ganar. Si eres un navegante acostúmbrate a vivir en crisis permanente.
4.- Acerca de los límites, ellos no existen o están mucho más allá de lo que te imaginas. ¿Cuánto más allá? Esa es la pregunta.
5.- Acerca del talento, no sirve para nada si no va acompañado de determinación, planificación, disciplina y perseverancia. El talento es efímero, la determinación eterna.
6.- Acerca del amor, dale gracias al Universo si te despiertan cada mañana con un beso y una sonrisa. Haz como las abejas, ellas no buscan la flor más linda del jardín sino aquella que tiene mayor contenido.
7.- Acerca de la sociedad, ayuda a los que son igual o más capaces que tú, pero que no han tenido tus mismas oportunidades.
8.- Acerca del liderazgo, echo de menos esos líderes que hacían lo que se debe hacer y decían lo que se debe decir, sin esperar resultados inmediatos en las encuestas.
9.- Acerca de la riqueza, una vez que hayas financiado tu flujo de caja, compra más tiempo que dinero, más libertad que esclavitud.
10.- Acerca de la angustia y la amargura,… date un tiempo para mirar las estrellas y espera despierto el amanecer, ahí descubrirás que siempre sale el sol ¡¡¡siempre!!!
11.- Acerca del triunfo, si quieres triunfar debes estar dispuesto a fracasar mil veces y dispuesto a perderlo todo. No temas perderlo, si te lo has ganado bien lo recuperarás.
12.- Acerca del presente, vívelo intensamente, es el único instante que realmente importa.
13.- Acerca del éxito y el fracaso, reconócelos como dos impostores, pero aprende de los fracasos.
14.- Acerca de los amigos, elije los que están contigo cuando estás en el suelo, cuando estés en la gloria te van a sobrar.
15.- Acerca del equipo, motívalo en los momentos difíciles y nunca dejes que uno te abandone por haberse equivocado.
16.- Acerca de tu país, ama la tierra que te vio nacer, trabaja por hacer de tu país un mejor lugar para todos.
17.- Acerca del esfuerzo, no te rindas nunca, no creas que cuando algo está costando mucho es porque no debe resultar, el Universo te está poniendo a prueba si eres merecedor del éxito.
18.- Acerca del miedo, no le temas, es un gran compañero, pero que no te inmovilice.
19.- Acerca de Dios y el Cielo, si hacemos el bien podremos estar en la lista de espera si existe el Cielo y si no existe habremos tenido nuestro propio Cielo en la tierra.
20.- Cuando tengas dudas de que debes hacer, pregúntate cual es tu Cabo de Hornos y comienza a caminar.
21.- Nunca, nunca renuncies a tus sueños, persíguelos apasionadamente y si no los consigues, no importa, el solo recorrer ese camino habrá valido la pena.
22.- Si tienes la fortuna de competir con rivales dignos, hónralos, admíralos, pero entrega todo por vencerlos en buena lid, ellos se lo merecen.
23.- Si el día de mi muerte me dan la opción de renacer, elijo ser Albatros y volar al Mar del Sur y mirar a los intrépidos navegantes que dejan todo en busca de sus sueños.
24.- Nunca te tomes demasiado en serio a un navegante que ha terminado una vuelta al mundo. Sólo desea navegar un poco más.

Felipe espero que ya seas un Albatros volando por los Mares del Sur.

lunes, 15 de agosto de 2011

El Destino Parra

Cuando Nicanor Parra Alarcón y Clarisa del Carmen Sandoval contrajeron matrimonio en una localidad rural del sur de Chile a principios del siglo pasado de seguro nunca imaginaron que su cuarto hijo, Eduardo, se convertiría en uno de los más destacados folkloristas y cantautores nacionales capaz de llenar cada local en el que se presentó incluso hasta pocas semanas antes de su muerte; ni que su quinto hijo, Roberto, llegaría a ser uno de los nombres consulares de la dramaturgia nacional al componer la famosa obra de teatro “La Negra Ester”; tampoco imaginaron que su primogénito, Nicanor, compartiría junto a Neruda, Mistral y Huidobro un sitial dentro de los grandes de la poesía nacional, ni que sería frecuentemente mencionado entre los nominados al Premio Nobel de Literatura, ni que a sus actuales 97 años mantendría una lucidez propia de un veinteañero; y también de seguro no pensaron que su tercera hija, Violeta, sería uno de los nombres más destacados dentro del folklore latinoamericano, que sus cantos superarían las barreras generacionales y se convertirían en parte del cancionero universal y que sus bordados en arpillera terminarían siendo exhibidos en el mismísimo Louvre de Paris; de seguro Nicanor y Clarisa pensaron que sus hijos vivirían una tradicional vida de campesinos en las plantaciones al interior de San Carlos.
De seguro su imaginación tampoco alcanzó para suponer que sus nietos: Colombina, hija de Nicanor, y Ángel e Isabel, hijos de Violeta, también serían destacados músicos, la primera en la escena rock y los otros en el medio folklórico. Y tampoco que los hijos de Ángel, nietos de Violeta y bisnietos suyos serían parte esencial de la escena musical chilena en las últimas décadas: Javiera como líder del grupo Los Imposibles y Ángel (en la foto) como integrante de la destacada banda Los Tres y fundador de la agrupación de jazz Ángel Parra Trío.

Más allá de la trascendencia de la familia Parra en la cultura nacional aquello que sus fundadores de seguro nunca fueron capaces de imaginar me recuerda ciertos versos de Silvio Rodriguez:
“Cuando Pedro salió a su ventana no sabía mi amor no sabía
Que la luz de esa clara mañana era luz de su último día…
Cuando Juan regresaba a su lecho no sabía oh alma querida
Que en la noche lluviosa y sin techo le esperaba el amor de su vida…”

Difícilmente podemos prever lo que ocurrirá en algunas horas más, ni en el día de mañana, ni la próxima semana o en un par de meses. Menos aún podemos imaginar con certeza lo que ocurrirá el próximo año, en una década o al final de nuestras vidas. Ese enorme nivel de incertidumbre del que usualmente no nos percatamos para algunos, en especial para quienes desean tener todo bajo control, puede resultar estresante, pero pensándolo bien al menos para mí resulta maravilloso porque a fin de cuentas las posibilidades son infinitas.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Cuestión de Piel

Era el verano de 2010 cuando junto a mi hijo navegábamos en un pequeño bote a motor por los islotes de Puñihuil en la costa noroccidental de la isla de Chiloé. El sector, declarado Monumento Natural, es el único donde nidifican juntos pingüinos de Humboldt y de Magallanes, y obviamente era avistar a estos palmípedos lo que nos había llevado hasta allí.
El espectáculo era impresionante pues no eran cientos sino miles los pingüinos, polluelos y adultos, que se paseaban incesantemente entre las rocas, visión que era complementada con la presencia de cientos de cormoranes rojos anidando en parejas, como es su costumbre, en lo alto de los acantilados. Pero entre tanta que observar de repente pasa por el lado de nuestro bote robándose por completo nuestra atención el simpático protagonista de la fotografía: un Chungungo, suerte de nutria de agua salada endémica de las costas australes, que nadaba de espaldas con total desparpajo mientras se zampaba un supongo delicioso cangrejo.
Hasta hace pocos años los chungungos estuvieron a punto de ser llevadas a la extinción por causa de su codiciada piel, incluso en la actualidad su población sigue siendo escasa y difícil de observar. Gracias a la gradual toma de conciencia de nuestras sociedades el negocio de la peletería ha perdido su clientela, no solo por el innecesario exterminio de especies sino también por a crueldad aplicada en sus procesos. Recordemos que para no dañar la piel con cortes de cuchillos o agujeros de balas nutrias, focas, castores y otros suelen ser golpeados con garrotes recubiertos en tela hasta quedar agónicos e inconscientes y la razón por la que el martirio no termina con la muerte es aún peor ya que como los pieles pierden parte de su brillo y elasticidad postmortem estos animalitos son desollados vivos para luego ser entregados al festín de los carroñeros.
El acceso a la información, la referida toma de conciencia y la condena social ha hecho que en la actualidad el uso de prendas de piel sea mal visto y en lugar de la elegancia que antes representaba hoy es un símbolo de mal gusto y chabacanería, y como nuestro mundo es regulado por las leyes del mercado al no haber demanda no hay oferta.
Más en pañales pero en un sendero similar (espero) es la situación que está ocurriendo con la norma ISO 21.000 y las certificaciones de comercio justo. Actualmente difícilmente compraríamos un producto si sabemos que ha sido manufacturado por menores de edad y es de esperar que en ese mismo sentido el día de mañana exijamos que los fabricantes de nuestros productos de consumo y el comercio que lo vende cumpla con su responsabilidad social proveyendo de condiciones laborales y salarios dignos para sus trabajadores, cuestiones que son reguladas por las referidas normas.
Pero hay cambios que podemos provocar sin tener que esperar a la promulgación de normas o regulaciones. Así como nuestra toma de conciencia con respecto al sufrimiento animal modificó el mercado de la peletería también nuestra toma de conciencia de la mala calidad de vida de nuestros congéneres puede generar importantes transformaciones.
Al final de cada jornada laboral todos queremos regresar a nuestros hogares y cada fin de semana deseamos estar con nuestros seres queridos, pues esos no son los mismos deseo de, por ejemplo, los trabajadores del comercio minorista también llamado retail.
Si casas comerciales y supermercados abren hasta altas horas de la noche, realizan liquidaciones hasta la madrugada y abren los días domingos es sencillamente porque hay clientes que acuden en esos horarios a realizar sus compras. Si tan solo nos ordenáramos un poco y tuviéramos cierta compasión no llegaríamos corriendo a comprar justo al cierre de las tiendas ni nos dedicaríamos a vitrinear un domingo en la tarde.
Créanme que esa transformación sencilla de nuestros hábitos como consumidores puede generar un importante cambio en la calidad de vida de los trabajadores del comercio porque, como ya está dicho, al no haber oferta no hay demanda, claro que más de algún gran empresario saldrá a decir que se ponen en juego cientos de puestos laborales y la estabilidad económica y un innumerable etcétera, en resumen lo mismo que dijeron peleteros y cazadores furtivos décadas atrás.

viernes, 5 de agosto de 2011

Bella


“Bella,
Como en la piedra fresca del manantial,
El agua abre un ancho relámpago de espuma,
Así es la sonrisa en tu rostro, bella.

Bella,
De finas manos y delgados pies
Como un caballito de plata andando,
Flor del mundo, así te veo, bella.

Bella,
Con un nido de cobre enmarañado en tu cabeza,
Un nido color miel sombría donde mi corazón arde y espera, bella.

Bella,
No te caben los ojos en la cara,
No te caben los ojos en la tierra,
Hay países, hay ríos, en tus ojos,
Mi patria está en tus ojos, yo camino por ellos,
Ellos dan luz al mundo por donde yo camino, bella.

Bella,
Tus senos son como dos panes hechos
De tierra cereal y luna de oro, bella.

Bella,
Tu cintura la hizo mi brazo como un río
Cuando pasó mil años por tu dulce cuerpo, bella.

Bella,
No hay nada como tus caderas,
Tal vez la tierra tiene en algún sitio oculto
La curva y el aroma de tu cuerpo,
Tal vez en algún sitio, bella.

Bella, mi bella,
Tu voz, tu piel, tus uñas,
Bella, mi bella,
Tu ser, tu luz, tu sombra,
Bella, todo eso es mí, bella,
Todo eso es mío, mía,
Cuando andas o reposas,
Cuando cantas o duermes,
Cuando sufres o sueñas,
Siempre, cuando estás cerca o lejos,
Siempre eres mía, mi bella, siempre”


En ocasiones es mejor dejar hablar a Neruda en nuestro lugar…

domingo, 31 de julio de 2011

Angelmo en Segunda Mirada

No es raro que tanto las personas como los lugares en ocasión nos dé una primera impresión, positiva o negativa, que con un conocimiento posterior puede verse ratificada o modificada.
Mi primera opinión de la ciudad de Puerto Montt, capital austral de Chile, no fue de las mejores. Era el final de uno de los veranos más lluviosos en años y junto a mi hijo arribamos a la ciudad procedente de la isla de Chiloé donde habíamos pasado algunos días. De seguro la copiosa tormenta desatada horas antes de nuestra llegada motivó que todos los visitantes de la ciudad quisieran huir a la zona central del país y lo mismo transformó a un ya de por si desordenado terminal de buses en un lugar caótico. A los pocos intentos me di cuenta que era imposible conseguir pasajes aquella tarde y que deberíamos permanecer allí hasta el día siguiente. Entonces el problema fue encontrar hospedaje, cuestión que se resolvió con la ayuda de la oficina de turismo del lugar la que nos acomodó en la residencial de una anciana bastante cascarrabias.
Al llegar a la residencial las cosas no mejoraron, el lugar estaba lleno de gatos y en mi óptica si tienes un gato es porque tienes una mascota, si tienes dos es porque te gustan los animales, pero si tienes más de cinco es porque de seguro tienes una plaga de ratones presentes en algún lugar. Como en algunas ocasiones los felinos me provocan una desagradable alergia tuve que partir en busca de una farmacia donde comprar algún antiestamínico.
Imagino que producto del temporal de viento y lluvia el alumbrado público se encontraba apagado en todo el sector portuario entonces la impresión que me quedó de la ciudad fue la de un lugar oscuro y tétrico lleno de rostros eventualmente amenazantes. Para colmo de males mi hijo y yo nos enfermamos del estómago producto de una carne mal cocinada y mi pequeño (bueno quizás no tanto) pasó buena parte de la noche vomitando al interior del mal equipado baño de la residencial.
Tiempo después volví a la ciudad por asuntos particulares pero en esta ocasión en un hermoso día de mediados de primavera, esta vez no visité el barrio portuario y me dirigí a la pintoresca caleta de Angelmo, entonces Puerto Montt me pareció en esta ocasión un sitio lleno de luz, en donde los fríos vientos australes crispan las olas del mar frente a la isla de Tenglo, un lugar con una exquisita y exótica gastronomía, con gentes amables y cariñosas que suelen llegar a la caleta desde las poblaciones cercanas navegando en sus botes a motor.
Nuevamente debí volver a Puerto Montt a inicios del siguiente verano, esta vez por razones laborales, pero en esta ocasión debí recorrer la zona más moderna de la ciudad. Entonces Puerto Montt me pareció una ciudad bullente, vanguardista en cuanto a sus diseños, con una abundante oferta de comercio y servicio.
Supongo que Puerto Montt es realmente las tres ciudades: un sitio oscuro de noche con un barrio portuario que pareciera ser sacado de alguna novela de Melville, un sitio hermoso y pintoresco con una de las mejores ofertas gastronómicas de la Patagonia atendida por personas amables y sencillas, y también una ciudad moderna y bullente.
De seguro las personas somos algo así y de seguro yo soy algo así, quizás hay quienes me han conocido en mis días más oscuros y tormentosos y otros en mis instantes más luminosos y alegres, cualquiera haya sido la experiencia inicial por favor denme una segunda y quizás una tercera oportunidad.

miércoles, 27 de julio de 2011

Castillos, Caballeros y Princesas

Es curioso que en la ciudad de Viña del Mar abunden los castillos siendo que la urbe fue fundada cuatro siglos después de finalizada la Edad Media, nunca corrió el riesgo de ser atacada por corsarios y ningún miembro de la nobleza vivió en ella. Estos son castillos levantados a principio del siglo XX con las fortunas amasadas en los años posteriores a la revolución industrial, todas fortuna efímeras y quizás por lo mismo ninguno de ellos se encuentra en manos de sus originales dueños. Alguno se ha convertido en un centro de eventos, otro en un club social perteneciente a la colonia árabe, otro en manos del estado es una de las residencias del presidente de la República y finalmente el Castillo Wulff, en la imagen, ha sido habilitado como museo por una universidad privada.
Pero los castillos son castillos, no importa su origen. Cada vez que un niño ve uno se imagina a sí mismo como un caballero de brillante armadura luchando contra un dragón, y cada vez que una niña ve uno se imagina a sí misma como una princesa en espera de ser rescatada. Si a los niños les interesan solo los baluartes desde los cuales derribar con su espada a sus enemigos a las niñas les interesan sus amplios salones en donde se celebran aquellos bailes de ensueño. Dos miradas distintas, dos interesas distintos, un mismo castillo.
Por muchos años tuve esa mirada de “machito” frente a la vida, luchando con mis dragones, con los orcos que pretendían subir mis muros, deseando ser un corsario, un guerrero o un aventurero. Como es esperable con el tiempo mi castillo estaba lleno de trofeos de guerra, cadáveres y despojos de los banquetes allí hechos.
Quizás por lo mismo me sorprende tanto que casi sin darme cuenta una alegre y hermosa princesa se haya ido adueñando uno a uno de sus salones, abriendo las cortinas, limpiando el polvo, arreglando algo aquí y otro poco allá. Reconozco que había olvidado lo que era el tan necesario “toque femenino”.

La vida no es color de rosas, menos aún un cuento de hadas, en ocasiones los finales no son felices, pero definitivamente se siente mejor de a dos.

sábado, 2 de julio de 2011

Luce y Sombras (Republicación del 15/06/09)


De esta fotografía un amigo cuya opinión en la materia respeto bastante comentó que los planos estaban suavemente marcados fundiéndose unos con otros, hay un interesante contraste entre luces y sombras, y los niños jugando y las olas del mar le daban una sensación exquisita de movimiento. Todo ello indudablemente muy halagador, pero para mí la imagen es tan sólo el grato recuerdo de un hermoso día de caminata por la playa en compañía de mi hijo.
Sabemos bien que todos los sucesos de nuestra vida están compuestos, al igual que la fotografía, por matices entre luz y sombra. Nada es completamente malo ni perfectamente bueno, cada emoción y sensación está en un punto entre la felicidad absoluta y la total tristeza, nada alcanza la perfección pero tampoco la imperfección extrema (definitivamente algo malo siempre puede ser peor). Sin embargo a la hora de hacer los balances, cuando el paso del tiempo ha difuminado los detalles y solo se conserva lo medular, nuestros juicios y evaluaciones parecen ser mucho más categóricas, fue bueno o fue malo, estuve alegre o estuve triste, me amó o no me amó.
Ese día de playa a mediados de la primavera recién pasada es traído a mi memoria RAM como un hermoso tiempo familiar de esos que uno quisiera constantemente repetir, el resto de los datos permanecen casi borrados en el disco duro como por ejemplo que tuve poco menos que rogar a mi hijo para que me acompañara superando el característico desgano adolescente, que hacía un frio atroz, que olvidé mis tarjetas de crédito en casa por lo que tuve que juntar cada peso en los bolsillos para pasar a comer algo permaneciendo de paso casi media hora en una insoportable fila de Mac Donald, pero nada de eso realmente importa porque fue un día perfecto y fantástico.
Estuve casado siete años y ya llevó diez separado pero tengo un hermoso recuerdo de mi matrimonio (indudablemente si me separé es porque no fue tan perfecto), se me dibuja una sonrisa en el rostro cada vez que recuerdos mis años de secundaria y la verdad pasé por las inseguridades y desventuras propias de todo quinceañero, tengo los mejores recuerdos de los trabajos en los que he estado y objetivamente algunos eran bastante mal pagados y/o en otros mis jefes eran francamente insoportables, y así podría continuar con un sinfín de gratas experiencias y felices recuerdos casi como si nunca hubiera tenido días malos cuando lo cierto es que más que días tuve semanas, meses y años difíciles.
¿La mente de todos actúa así? ¿Soy solo yo el que recuerda solamente cosas buenas? ¿Es eso positivo? ¿No será necesario cargar con alguna dosis de tristeza, odio, arrepentimiento o que se yo?
Hoy día estoy un tanto existencialista pero lo interesante es que de seguro en unas semanas más olvidaré estas horas de cuestionamiento y probablemente califique estos días como tranquilos y gratos o de le contrario es factible que tan solo apriete el mental botón “Delete” y elimine mi actual introspección del disco duro.

lunes, 20 de junio de 2011

Mosaico


Hay algo fascinante al observar esta foto de una de los cerros de Valparaíso, al mirarla pareciera que cientos de casas hubieran sido construidas una sobre otra, pareciera no existir ninguna lógica, ningún respeto por las normas urbanísticas, una suerte de anarquía arquitectónica, pero no es así, hay un ordenado desorden y una lógica aunque esta no siga patrones.
En alguna época las casas tan solo cubrían las cimas de los cerros, en algún momento se tomo la decisión de instalar ascensores funiculares que facilitara el acceso de la población al plan de la ciudad y allí sobrevino la locura espontánea, prontamente los faldeos de las colinas se fueron cubriendo de viviendas que aprovechaban hasta el más mínimo espacio disponible para levantarse, viviendas que debían adaptarse al ondulante trazado del terreno obligando a sus constructores a improvisar con formas impensadas aún para el más diestro de los arquitectos, viviendas construidas con los materiales desechados por los constructores de los edificios de las navieras y pintadas con los tarros de pintura encontrados sobrantes en los astilleros que en ese entonces repletaban las costas de la ciudad,
Mirado desde frente parece una locura pero al internarse en sus laberínticas calles la locura tan solo parece acentuarse. Los faldeos se encuentran repletos de callejuelas y callejones que forman el más intrincados de los laberintos, con escalinatas que parecieran no conducir a ningún lado pero que siempre terminan arribando a algún lugar.
Toda esta aparente enajenación urbanística está llena por sobre todo de un componente: color, música, anhelos, personas, historias y en resumen vida en toda su expresión, algo que pareciera escasear en nuestras nuevas edificaciones uniformes, perfectamente simétricas, cubiertas en hormigón y cristal y por sobre todo carentes del toque humano que los pueda hacer únicos e irrepetibles como las viviendas de los cerros porteños.

miércoles, 15 de junio de 2011

Rutinarias Sorpresas


De seguro hace algunos siglos no existía el concepto de la rutina, la mayoría de la población dedicada al campesinado vivía cada día exactamente igual que el anterior levantándose en las mañanas para cultivar la tierra, cuidar el ganado, juntar alimentos para el invierno e irse a dormir presos del cansancio. Y también fue de seguro con la mejora en las condiciones de vida, el establecimiento de jornadas laborales y días de descanso que surgió la rutina y por consiguiente el aburrimiento.
En la actualidad escapar de la rutina, como muchas otras cosas pareciera ser una cuestión de recursos. Cada día al cierre de la jornada laboral quienes pueden repletan bares y restaurantes para entre risas y conversaciones escapar del estrés del diario vivir y quienes no pueden emprenden su rutinario regreso a casa; los días viernes quienes pueden abandonan la ciudad rumbo a alguna playa en verano o centro invernal en invierno y quienes no pueden se encierran en sus hogares a ver como transcurren las horas de un rutinario fin de semana; cada día domingo quienes pueden deambulan por los centros comerciales dándose algún gusto de consumo u organizan alguna bullente comida familiar y quienes no pueden se dedican a mirar con desgano sus rutinarios programas de televisión.
Hace algún tiempo deambulaba por una de las rutinarias calles de Santiago en una igualmente rutinaria tarde de verano y sin saber cómo me encontré en dentro de un antiguo local de juegos mecánicos, de aquellos que otrora abundaban en las ferias itinerantes. Por tan solo quinientos pesos (ósea un dólar) me subí a la rueda de la fortuna, también conocida como rueda de Chicago, y durante unos diez minutos disfruté de una hermosa y distinta vista de Santiago y en especial de la Iglesia de los Sacramentinos ubicada a un costado. La experiencia, entre lúdica y nostálgica, me permitió abstraerme completamente de lo rutinario de aquel día y de lo rutinario de aquel lugar.
Definitivamente salir de la rutina no es cuestión de recursos sino que como dice la canción es solo una cuestión de actitud.

sábado, 11 de junio de 2011

En la Cima del Calvario

Hace unos tres años tuve la ocasión de estar en la ciudad boliviana de Copacabana (no confundir con la archiconocida playa brasileña), un pequeño pueblo asentado a orillas del Lago Titicaca en medio del altiplano andino a cuyo costado se levanta un imponente cerro de poco más de trescientos metros de altura conocido como El Calvario.
Como es lógico suponer desde lo alto del Calvario se obtiene una impresionante vista de Copacabana, el Titicaca y la comarca circundante así que con mi hijo no dudamos en desafiar los casi 4.000 metros sobre el nivel del mar en que nos encontrábamos y realizamos el ascenso. La vista cumplía con las expectativas pero lo que me llamó la atención fueron dos cosas: primero la gran cantidad de altares en su cima y en segundo término el encontrarnos con un masivo Vía Crucis a nuestro regreso considerando que faltaba al menos un mes para Semana Santa.
Lo cierto es que en Copacabana los ceremoniales de pascua de resurrección se inician con cuarenta días de antelación y durante este tiempo todos los viernes a media tarde se lleva a cabo un vía crucis por parte de la comunidad, pero a diferencia de otros una vez que los devotos llegan a la cima en ella compran una suerte de pequeños fetiches que representan sus anhelos para el resto del año, así el que quiere comprar una casa compra la maqueta en miniatura de una del que de estas, el que desea un automóvil compra un pequeño autito de juguete, el que anhela realizar un viaje compra una maleta y miniatura y así un sinfín de representaciones prácticas de los más variados deseos.
Una vez adquirido esta suerte de tótem de los deseos desasen el camino andado para regresar a la catedral católica de la ciudad donde le piden a un sacerdote o sacristán que bendiga el artilugio, finalmente con este ya debidamente bendecido nuevamente ascienden hasta lo alto del Calvario para depositar el bendito objeto como ofrenda en los altares que sobrepueblan la cima.
Créanme que subir una escala que asciende 300 metros con peldaños de piedra de varios centímetros de alto con una gradiente de cuarenta y cinco grados y con el escaso oxígeno que hay a 4.000 msnm sobrepasa la devoción y clasifica casi como un martirio.
Más allá de lo auto flagelante que puedan resultar las tradiciones religiosas en algunos lugares todo lo anterior me hizo pensar en lo contradictorio que resulta el hecho de que la esencia misma del cristianismo habla de libertad y una vida plena, “Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Además se supone que el sacrificio de Jesús en el Calvario fue el sacrificio supremo hecho para que los hombres obtengan libertad de la esclavitud del pecado y luego de este no sea necesario ningún otro sacrificio, sin embargo por alguna razón que creo que tienen más que ver con poder controlar a las personas las instituciones religiosas han convertido a la religión en una suma continuo de sacrificios y penitencias, de esta forma la cima del Calvario no es más que el inicio de otros interminables clavarios.

domingo, 5 de junio de 2011

"Vino del Mar"


Lo interesante de ciertas canciones es que en ocasiones nos enamoramos de su melodía y en otras de su letra. Usualmente cautivarnos por una melodía es cosa sencilla pero con la letra es un tanto más complejo en especial cuando su poesía esconde ciertos secretos. Recuerdo que años atrás descubrí que la “Midnight Special” es el nombre con el que en el lenguaje del hampa norteamericana se conoce al revolver calibre 22 y entendí que la canción homónima de Credence Clearwater Revival trataba sobre una ola de asaltos a pequeños supermercados ocurrida en el sur de los Estados Unidos a comienzos de los setentas.
Entrando de lleno a este post la foto corresponde al señor Jorge Coulón, una de los miembros fiundadores y más emblemáticos de los prestigiados Inti Illimani. Hace poco en el último concierto al que asistí de ellos supe la historia detrás de “Vino del Mar”, una de sus más representativas canciones en los últimos años.

“Vino del mar, envuelta en agua azul, la trajo el viento del más allá,
Dormida en las olas de espuma y sal sobre su propia herida mortal.

Vino del mar con una cicatriz que dividía su pecho en dos,
Trazada por un furioso puñal que eternizó su indefensión.

Vino del mar más blanca que la sal hacia la oscura arteria de mi amor
Y allí quedó muerta en la playa gris bajo un fulgor crepuscular.

Vino del mar más negra que el carbón para alumbrar la noche de mi amor
Y allí encendió un fuego sin furor para entibiar mi corazón.

Vino del mar y era una estrella azul danzando en altas olas de sal.
(Volviste a mí porque me ataste al nudo de la eternidad)."

El 9 de Agosto de 1976 Marta Ugarte, profesora y miembro del comité central del Partido Comunista chileno, fue detenida por agentes de la DINA (organismo de seguridad del gobierno de Augusto Pinochet). Fue recluida en el centro de detención de Villa Grimaldi para luego por orden del oficial Germán Barriga ser asesinada por inyección letal.
Marta sobrevivió a la inyección por lo que fue atacada con un corvo para luego echar su cuerpo al interior de un saco que fue atado a un riel de ferrocarril con la idea de arrojar el cuerpo al mar. Antes de ser subida al helicóptero los operativos de la Dina notaron que seguía con vida por lo que usaron una de las amarras para ahorcarla y luego quemaron su cuerpo el que finalmente fue lanzado al océano, pero la falta de una de las ataduras permitió que el cadáver se liberara del riel y saliera a la superficie.
El 9 de Septiembre de 1976, un mes después de su detención, el cuerpo mutilado y quemado de Marta Ugarte fue encontrada en la playa La Ballena cerca de los Molles convirtiéndose en la única prueba y testigo de esta vía de aniquilamiento usada por los organismos de la dictadura militar.
Si bien no hay cifras claras se estima que entre 1973 y 1976 alrededor de 588 personas fueron desaparecidas a través de este método.

sábado, 21 de mayo de 2011

El Tiuque del Ñielol

Después de cierta lejanía provocada por cierta falta de tiempo me reintegro a la blogósfera con esta fotografía de un tiuque, ave rapaz de pequeño tamaño que habita buena parte de los campos de Chile, tomada en lo alto del Cerro el Ñielol, especie de reserva natural ubicada en el corazón de la contaminada ciudad de Temuco en el sur de nuestro país.
Eran las 15:00 horas de uno de los días más calurosos del verano recién pasado, había terminado los asuntos laborales que me habían llevado a Temuco y aún faltaban siete horas para tomar el avión que me traería de regreso a Santiago. Entre tomar café y leer revistas en el pequeño aeropuerto o pasear por la ciudad soportando los cuarenta grados a la sombra preferí visitar el Monumento Natural Cierro Ñielol y disfrutar de la sombra de sus antiguos ulmos y robles.
Fue estando cerca de la cima que de improviso en medio de la arboleda divisé al protagonista de la fotografía, un ave bastante tímida que normalmente se debe fotografiar a unos cincuenta metros de distancia pero que en esta ocasión se encontraba a unos pocos pasos de donde yo estaba pareciendo disfrutar su rol de modelo.
Cerca de donde estaba jugaban un par de niños y quizás recordando que mi hijo es un amante de la naturaleza les señalé a los chicuelos el ave oculta entre el follaje. Claro que mi hijo tiene diecisiete años y cierta dosis de madurez y estos muchachines no superaban los cinco y al ver al tiuque no encontraron nada mejor que hacerlo huir a pedradas.
Más que molestarme con los pequeños me quedé preguntando si acaso no será que los seres humanos somos instintivamente destructivos y tan solo con el paso de los años aprendemos a apreciar las cosas bellas. Quizás eso es la madurez: encontrar algo bello y sencillamente disfrutarlo mientras está frente a nosotros, poco importa que en algún momento vuele lejos, lo importante es que nosotros no lo hagamos huir aunque en ocasiones sintamos el irrefrenable deseo de arrojarle una pedrada.

lunes, 25 de abril de 2011

El Caporal

Un par de años atrás observé al hombre de la fotografía en una muestra de culturas latinoamericana. Se trata del caporal de los Voladores de Papantla, una cofradía de indígenas mexicanos conocidos por participar de una ceremonia en la que se arrojan al vacío desde un poste a más de 30 metros de altura atados a una cuerda de cáñamo mientras su líder (en la imagen) realiza una danza ritual sobre el referido poste que no tiene más de 40 centímetros de diámetro.
Consultado sobre tal hazaña el caporal señaló que sus rituales previos de purificación hacían que “el alma regresará por completo al cuerpo” y en tal estado toda proeza es posible.
Contrariamente a los ritos orientales que buscan que el alma se libere de las limitantes corpóreas en la cosmovisión de los nativos americanos es necesario hacer que el alma regrese al cuerpo del cual se aleja por los afanes cotidianos a fin de volver a ser un todo: cuerpo, mente y alma, siendo está última para ellos la esencia misma y primordial de cada ser humano usualmente representada por un animal totémico llamado Nahuatl.
Esta imagen de hombres dotados de cuerpo y mente pero que deambulan por la vida desconectados de su alma, de su esencia, me parece una perfecta descripción de la sociedad contemporánea en donde cada persona suele definirse para bien o para mal por la familia de la que proviene, el colegio en el que estudio, el sector de la ciudad donde vive o la suma de dinero en su cuenta corriente.
Lamentablemente me he dado cuenta que en ocasiones me resulta difícil abstraerme de todas estas condiciones sociales a la hora de describirme y por eso quizás sea necesario que intente hacer volver mi alma a mi cuerpo.


sábado, 16 de abril de 2011

Los Colores de la Tormenta

En mi afición por la fotografía, en particular de coloridos atardeceres, hace poco menos de un año programé un viaje a una zona costera del centro sur de mi país de donde había visto unas imágenes realmente cautivadoras de algunos fotógrafos amigos.
Pocas horas antes de iniciar mi viaje fui notificado de mi despido en la empresa en la que trabajaba, aún así no postergué mis planes, pero quizás como en una señal de que aquellos días serían aciagos al llegar a mi destino se había desatado la peor tormenta de viento y lluvia ocurrida en todo aquel invierno e incluso tal vez en años, así que mejor olvidarse de las bellas puestas de sol, pero como el viaje ya parecía resultar una prueba a mi porfía aún así me dediqué a pasar largas horas tomando fotografías cubierto por una buena chaqueta, gorro y una funda para la cámara.
Una vez de regreso en casa al intentar editar las capturas en mi computadora todas las fotografías parecían haber sido tomadas en blanco y negro. Es que los colores no son más que la forma en que determinados elementos reflejan la luz, incluso de noche ese reflejo tiende a ser azulado, pero con la tormenta desatada por momentos las luz pareció irse por completo y las nubes eran escasamente atravesadas por unos grisáceos rayos que iluminaban un grisáceo mar a orillas de una playa ya por si de arenas negras.
Es curioso pero casi un año después me doy cuenta que aquel finiquito laboral resultó ser una bendición, primero por ciertos acontecimientos que ocurrieron más tarde en aquella empresa, segundo por el trabajo que encontré meses después, mejor en lo salarial, en proyección y en tiempo libre; y tercero porque en el intertanto que estuve desempleado pude hacer algo que había postergado por demasiado tiempo: dedicarme a mi mismo, de esta forma ordené ideas, se acabó el estrés, recuperé una presión arterial normal, volví a dormir como corresponde y como guinda de la torta tuve la ocasión de reencontrarme con un viejo amor de juventud (cosa que trabajando donde estaba hubiera sido imposible) que hoy es la mujer de mis afectos.
En cuanto a la fotografía me di cuenta que las tormentas por oscuras que sean también tienen sus colores y que estos pueden resultar más cautivadores que el más rojo de los atardeceres