jueves, 31 de enero de 2013

Cuestión de Compañía (Republicación del 05/08/09)

A pesar de vivir a pocos minutos del litoral mi concepto de sol, arena y mar nunca ha sido la de cientos de perfectos cuerpos bien moldeados bronceándose cual pollo al espiedo o jugando paleta entre miles de toallas multicolores. Más bien prefiero aquellas playas un tanto alejadas y por lo mismo solitarias donde es posible caminar tranquilamente junto al reventar de las olas al igual que lo hace la mujer de la fotografía jugando distraídamente con su mascota, una imagen que se ha vuelto cada vez más cotidiana y que en buena medida ha reemplazado la clásica postal romántica de una pareja tomada de la mano observando el atardecer. 
Recuerdo que mis padres y los padres de mis amigos solía ser los terceros o cuartos de siete hermanos, originarios de familias que habitaban amplias casas que los días domingos se llenaban con la verdadera multitud conformada por el clan familiar. Mis contemporáneos y quien les escribe frecuentemente fuimos el primogénito o segundo de no más de tres hermanos viviendo en casas de tres dormitorios con jardín y patio donde cada fin de semana se celebraba asando carnes o tomando el té acompañado con bizcochuelos. En tanto mi hijo y los hijos de mis amigos usualmente son el único hijo o a lo sumo el mayor de dos hermanos, que viven lunes a viernes con uno de sus padres y los fines de semana junto al otro, separados hace tiempo, en pequeños apartamentos de un par de ambientes. 
El concepto de familia indudablemente ha ido cambiando, lo que no es una crítica sino la constatación de un hecho concreto quizás incluso necesario para ajustarse a los requerimientos de la vida moderna, así que mejor digamos que ha ido evolucionando. Creo que el matrimonio hasta que la muerte nos separe fue una empresa medianamente sencilla de realizar en el Medievo cuando las expectativas de vida no superaban los cuarenta años y cuando las mujeres aceptaban estoicamente los maltratos y las infidelidades como si al igual que la menstruación fueran una condición propia de su género. 
A matrimonios de corto plazo y la hoy legítima opción de criar los hijos desde la soltería debemos agregar la realidad de muchachos que maduran, para bien o para mal, mucho antes y que por lo tanto cada vez más jóvenes dejan el nido paterno en busca de sus propios horizontes, a lo anterior se contraponen padres cada día más longevos y activos incluso avanzada la tercera edad lo que contribuye a que los años en que la soledad es la principal compañía sean paulatinamente los más. 
El explosivo crecimiento de la industria de alimento para perros y gatos, así como el surgimiento de las hasta hace poco tiempo impensadas peluquerías, clínicas, cementerios e incluso spas para mascotas dan cuenta de que en los tiempos que corren de alguna forma un can juguetón o un tierno felino han pasado para muchos a entregar la compañía perdida desde que aquel hijo mayor se marchó a estudiar al extranjero, la fidelidad que no pudo ser conservada por la antigua pareja o las caricias que el menor de los niños una vez llegada la adolescencia dejó de dar y recibir. 
Las playas, antiguo refugio de jóvenes enamorados, y los parques, lugar del paseo familiar dominguero, han pasado a ser ocupados por hombres y mujeres acompañados de sus fieles canes con quienes comparten los atardeceres estivales, la caída de las hojas en otoño o las sonrientes mañanas de septiembre. Y es que, aunque nos cueste reconocerlo, a pesar de nuestro creciente individualismo, a pesar de que creamos en algún momento no necesitar a nadie más en el mundo, a pesar de que incluso en determinadas épocas añoremos nuestra soledad, en realidad no estamos hechos ni capacitados para estar solos y nadie en el fondo es tan lobo estepario como cree serlo. 
Anhelo enormemente que mi hijo, que ya suma quince años, algún día previo estudio, trabajo y esfuerzo alcance su independencia, corte el cordón umbilical y encuentre su propio camino. Pero como sé que ese día llegará mucho más pronto de lo que espero tal vez sea buena idea ponerme a pensar que será mejor: un labrador retriever, un dogo alemán, un fox terrier o un simple pero fiel perro callejero, ¿Con cuál se quedarían ustedes?

lunes, 28 de enero de 2013

Fe a Contraluz

Supongo que todas las religiones son en esencia luminosas. El sacrificio redentor de Jesucristo para los cristianos, las sabias enseñanzas de Mahoma para los musulmanes y los rectos mandamientos de Moisés para los judíos. 
Pero lamentablemente hay demasiados elementos que permanecen en la oscuridad. El imperialismo y ambición desbordante del Vaticano, sus “célibes” prácticas que solo han redundado en una siniestra telaraña de abusos a menores, el enriquecimiento rápido de los predicadores protestantes, la homofobia propia del cristianismo en general más allá del cartel colgado en la puerta de sus templos; el extremismo dogmático del Islam, su radical concepto del castigo y su machismo acérrimo; las ansias de poder, por no decir de dominio mundial, del judaísmo y su xenofobia difícil de entender en un pueblo por milenios perseguido y discriminado. 
El mismo Jesús enseñó que nada hay oculto que no haya de ser expuesto a la luz, sin embargo creo que para muchos es conveniente que esa luz no lo ilumine todo.

jueves, 24 de enero de 2013

Gótico Austral

Los monjes y misioneros trajeron al sur del mundo su gusto por la arquitectura gótica y barroca, pero acá debieron adaptarla a los materiales existentes, por sobre todo ladrillos de adobe y piedras en el altiplano, hojas entrelazadas en el Amazonas y madera en la Patagonia. Así es como nace el barroco andino y el gótico austral. 
En el sur del sur los templos fueron góticos en toda su expresión; llenos de verticalidad, en donde sus carpinteros al parece querían tocar el cielo, y luminosidad, con naves en donde los rayos de luz ingresan casi con un toque de divinidad. 
Pero chilotes y huilliches en algo no fueron tan góticos. Acá las fachadas no son oscuras y de lo alto no cuelgan tétricas gárgolas; por el contrario, acá el color pareciera querer inundarlo todo, quizás para espantar o hacer olvidar los días grises que tanto abundan por aquellas latitudes.

sábado, 19 de enero de 2013

San Francisco Ausente

Cuenta la leyenda que los navegantes de siglo XIX daban a Valparaíso el nombre de “Pancho” porque lo primero que reconocían de la ciudad al acercarse desde el mar era la torre de la iglesia San Francisco en lo alto del Cerro Barón. 
El templo fue levantado por la comunidad franciscana en 1846 y remodelado con su forma actual en 1890. A diferencia de otras construcciones de la época resistió estoicamente la media decena de terremotos que asolaron Valparaíso durante el siglo XX, en especial los de 1906 y 1985. 
Pero lo que no pudieron hacer los movimientos telúricos si lo hicieron los incendios, el primero de ellos en 1983 que obligó a reconstruirla y el segundo en 2010 que hasta la fecha la mantiene en restauración haciéndola ver como un paciente vendado que convalece de sus quemaduras. 
Ciertamente hace décadas que la torre de la iglesia no es la principal altura de la ciudad y de hecho en la actualidad, particularmente desde el mar, cuesta distinguirla entre los edificios habitacionales de altura que pueblan el Baron, pero ello no quita su vital aporte al patrimonio de la ciudad. 
El sino porteño es así, cada cierto tiempo perdemos parte de nuestra historia derribada por un sismo o devorada por un incendio. Ya nos hemos acostumbrado a ello. 
Por ahora solo nos queda esperar que una nueva elección de diputados o alcaldes apure los trabajos de restauración y pronto podamos volver a disfrutar de la fina y elegante estampa de la Torre San Francisco, al menos hasta el próximo incendio o terremoto.

viernes, 18 de enero de 2013

Gigantes de Cristal

Cuando el empresario Horst Paulmann señaló comparó el rechazo que provocó la construcción de su desmesurada Costanera Center con la incomodidad que inicialmente sintieron los parisinos frente a la Torre Eiffel a todos nos pareció un comentario parte desafortunado y parte jocoso. 
Pero seamos honestos, algo de razón tenía. Quizás no en cuanto al aporte que la Torre Eiffel significó para Paris en especial por el armonioso Campo de Marte que “nuestro” Costanera dista de poseer. Pero si tiene razón en que, para bien o para mal, nos terminamos acostumbrando a cuanto monstruoso rascacielos se nos impone por delante y al paso del tiempo incluso nos deja de parecer monstruoso. 
De la década del ’70 a la fecha nuestro skyline tope pasó de los ciento cincuenta a los trescientos metros, las fachadas de material sólido cambiaron por interminables espejuelos, y buena parte de nuestros urbanistas parecieran delirar con la idea de convertir a Santiago en el Chicago latinoamericano. Los más futuristas se imaginan el Coruscant de Lucas. 
Ahora bien, objetivamente el centro de Chicago no se ve tan mal en las fotografías y también la costanera del río Mapocho ya nos empieza a parecer grata de disfrutar sobre todo al atardecer con el sol poniente reflejándose en las fachadas de las torres Costanera, Millenium, W, de las Industrias y un largo etcétera de gigantes de Cristal. 
Seamos ahora pragmáticos. Por un lado está la opción de construir núcleos empresariales y comerciales en las periferias, como la Ciudad Empresarial de Huechuraba o el Mall Plaza Oeste de Cerrillos. Sitios que invaden zonas originalmente rurales y que provocan interminables horas de traslado hasta los puestos de trabajo; y por otro lado tenemos la opción de seguir construyendo en altura con la esperanza de mantener el área urbana relativamente acotada. 
Los vecinos de Manhattan hace tiempo se acostumbraron a dejar de ver la luz del sol, los de Tokio a que la contaminación lumínica nocturna hace rato les privará de contemplar las estrellas, y lo mismo aplica para los de Kuala Lumpur, Chicago, Shangai, por mencionar algunas. 
Lejos de idealismos, nos guste o no, mejor empecemos pronto a verle al lado amable a estos gigantes de cristal que llegaron no sólo para quedarse sino también para reproducirse.

sábado, 12 de enero de 2013

El Abuelo que Llora

Las primigenias razones del llanto del abuelo se pierden en la época legendaria en la que los colosos andinos aún luchaban entre ellos por asentar sus dominios y así dar forma al relieve. 
Tiempo después lloró al ver a sus hijos, los likanantay, luchando por defender sus terrenos de los avances del Tiwantinsuyo; luego derramaría lagrimas aún más amargas al ver la profanadora conquista de los hispanos. 
En nuestros días ha derramado lágrimas al ver como sus hermanos son horadados por los hombres que buscan extraer sus tesoros, al ver como el curso de los ríos es desviado secando los añosos bofedales de Atacama, o al ver como los kunza abandonan sus tierras en busca de nuevos horizontes. 
En un ritual casi morboso, cada mañana antes del amanecer cientos de personas se reúnen en los alrededores de su morada del abuelo tan solo para ver brotar sus lágrimas. Quizás ese sea el sino del abuelo que llora o como lo llaman loslkanantay: Tata-iu (Tatio).

miércoles, 9 de enero de 2013

"n"

“Nuestra historia no es la que vivimos, sino la que recordamos y como la recordamos a la hora de contarla” (Gabriel García Márquez) 
Sabias y ciertas palabras, un mismo hecho puede ser contado de mil y una forma según el estado de ánimo en el que lo recordemos, los oyentes a quienes lo relatemos o el tiempo que haya transcurrido. 

Hace poco descargué de Google Play “n” de Jorge Drexler, una mezcla de álbum musical y aplicación de telefonía móvil, que contiene hasta el momento tres canciones completamente interactivas. 
La que me pareció más interesante, en lo musical y en lo innovador, es el primer tema: “Habitación 316”. 
En el momento que se inicia la canción y mientras avanza la intro musical se nos presentan tres opciones de frases de las que debemos elegir una, que será la llegado el momento interpretará Drexler. Luego y conforme se desarrolla la canción continúan las elecciones que van entres tres y hasta diez frases distintas. El resultado es que cada vez la canción es interpretada con una letra distinta, matemáticamente hablando hay n elevado a 26 opciones, pero la historia contada y cantada siempre será la misma. 

 Quizás en la interactividad estará el futuro de la música y en eso Drexler parece ser un visionario.

sábado, 5 de enero de 2013

Cuello Negro

Hace tiempo nos dimos cuenta que somos un país exportador de materias primas, y hace menos tiempo también nos dimos cuenta que necesitamos cuidar la ecología. En esa perspectiva la industria del turismo se transforma en una de las mejores opciones de brindar productos de valor agregado y cuidado del medio ambiente. 
En la costanera de Valdivia desde primeras hora de la mañana abundan las ofertas voceadas a voz en cuello de catamaranes que ofrecen navegar por los ríos próximos a la ciudad, conocer algunas de sus zonas rurales y por sobre todo contemplar a las magníficas colonias de cisnes de cuello negro que habitan en el humedal del Río Cruces. 
Ciertamente las barcazas navegan los alrededores de la ciudad de los ríos y muestran sus encantos rurales; de igual forma la información entregada por los guías resulta bastante interesante con el único detalle de que deberían ser bilingües; pero donde la oferta está al debe es en el avistamiento de los referidos cisnes. 
Las hermosas aves, siempre en parejas y durante la primavera con sus pichones sobre el lomo de la hembra, se alejan instintivamente del ruido de los motores de las embarcaciones y de esa forma la experiencia de “avistar cisnes” se resume a ver a algunas aves a un centenar de metros y obviamente no todos los turistas cuentan con un lente teleobjetivo o un par de prismáticos en sus bolsillos. 
La oferta turística valdiviana podría mejorar ostensiblemente si las visitas al humedal se hicieran en botes rígidos sin motor, lo que permitiría tener verdaderamente la experiencia de ver realmente de cerca a estas hermosas aves.

miércoles, 2 de enero de 2013

Detrás de la Barra

Nunca es fácil acomodarse en los asientos de las barras,.. 
Me llama la atención el rostro de Jack Nicholson en el cartel del Resplandor, para mí Nicholson siempre será The Jocker, aunque creo que Heath Ledger lo hizo mejor, en cuanto a Gatubela tengo mis dudas entra Pfeiffer o Hathaway, claro que de la última me enamoré en “The Devil wear Prada” que no encuentro que sea una película para gays. 
Por favor una empanada de camarón-queso y una copa de vino… una botella individual está bien, syrah… ok entonces carmenere… no se preocupe el cabernet está bién… 
¿Realmente alguien habrá usado esas raquetas para nieve? Quizás algún marino nordico las dejó en pago por una cuenta que no pudo pagar, entonces la montura con los estribos debió pertenecer a algún arriero y el lazo de cuero a algún gaucho ¿Qué cosa podría dejar yo en parte de pago? 
El vino está bien, gracias, ¿Irá a tardar mucho la empanada?... 
¿Esos limones serán reales o estarán de adorno? Alguien podría pedir un pisco sour para salir de la duda… el mejor pisco sour lo probé en un bar llamado Ollantay en Puno a orillas del Titicaca, y aunque mis compatriotas se enojen los peruanos lo preparan mejor… 
La empanada se ve deliciosa… y también sabe deliciosa… Me trae un poco más de vino por favor… 
No sé si es idea mía o los espejos tienen un brillo algo amarillento… cada vez que veo una mujer con un arreglo de flores en el cabello me acuerdo de las parodias de Jerry Lewis cantando conga con un plato de frutas en la cabeza y Dean Martin con su copa de Martini…parece que la botella del fondo es de Beefeater… 
Estaba delicioso, me puedes traerla cuenta… 
Pensar que pasé años escuchando música en una de esas radios antiguas, mi primera radio moderna me la regaló mi viejo una navidad, pasé despierto toda la noche escuchando música, la primera canción que escuché fue “Sussudio” de Phil Collins… Por alguna extraña razón encuentro terroríficas a las muñecas de porcelana… 
Mejor pago en la caja el garzón está demasiado ocupado.