Hace algunas semanas el cineasta Nicolás López publicó en su cuenta twitter “Nos sacamos fotos con cámaras digitales de ultra tecnología para que parezcan hechas en 1962”.
Pertenezco a esa generación de nacidos a comienzos de los setenta que creció influenciado por Star Wars, Galáctica y Perdidos en el Espacio. A todos nosotros en el colegio en alguna ocasión nos hicieron hacer una composición sobre como imaginábamos el futuro y todos, influenciados por los Supersónicos, imaginábamos un mundo de casas de cristal, robots que harían las tareas domésticas y autos voladores; y aunque nada de eso aún ocurre si es un hecho que vivimos en un mundo que décadas atrás ni siquiera hubiéramos imaginado.
En mi caso la bienvenida al futuro llegó el día que me entregaron mi primera tarjeta de cajero automático lo que era sinónimo de nunca más hacer filas interminables para cobrar un cheque en un banco. Luego siguió el pago automático de cuentas, los teléfonos celulares, el correo electrónico, los trámites por internet y todo aquello que implicaba hacer las cosas más rápido, más fácil y por consiguiente tener más tiempo para nosotros.
Nada de eso ocurrió, el tiempo que dejamos de usar en filas de bancos, compras y pagos de cuentas comenzamos a emplearlo en aumentar nuestra capacidad productiva y en resumen volvimos a encontrarnos tan ocupados como antes.
Pero nos faltaba descubrir lo peor y eso es cuando el futuro no funciona, cuando un dato es mal ingresado, cuando se cae la conexión en internet en medio de la transacción, cuando sencillamente ocurre un error, y es allí cuando debemos recurrir al fono de atención al cliente, ese donde el número 1 es para atención en inglés, el 2 para atención en español y luego el 1 es para no clientes, el 2 para clientes, el 3 para clientes molestos, el 4 para clientes desesperados y un largo etcétera que siempre termina con nosotros pulsando el cero en la esperanza de que nos atienda una persona de carne y hueso, esperanza que se pierde luego de estar cinco minutos escuchando publicidad corporativa y mensajes de “nuestros ejecutivos están ocupados, por favor no corte su llamada es importante”.
En esos momentos es cuando nos parece que en el pasado quizás las cosas eran más lentas pero definitivamente eran más humanas y es quizás por eso que le rendimos culto a lo retro, a lo clásico, a lo vintage.