domingo, 27 de mayo de 2012

Vintage


Hace algunas semanas el cineasta Nicolás López publicó en su cuenta twitter “Nos sacamos fotos con cámaras digitales de ultra tecnología para que parezcan hechas en 1962”. 

Pertenezco a esa generación de nacidos a comienzos de los setenta que creció influenciado por Star Wars, Galáctica y Perdidos en el Espacio. A todos nosotros en el colegio en alguna ocasión nos hicieron hacer una composición sobre como imaginábamos el futuro y todos, influenciados por los Supersónicos, imaginábamos un mundo de casas de cristal, robots que harían las tareas domésticas y autos voladores; y aunque nada de eso aún ocurre si es un hecho que vivimos en un mundo que décadas atrás ni siquiera hubiéramos imaginado. 
En mi caso la bienvenida al futuro llegó el día que me entregaron mi primera tarjeta de cajero automático lo que era sinónimo de nunca más hacer filas interminables para cobrar un cheque en un banco. Luego siguió el pago automático de cuentas, los teléfonos celulares, el correo electrónico, los trámites por internet y todo aquello que implicaba hacer las cosas más rápido, más fácil y por consiguiente tener más tiempo para nosotros. 
Nada de eso ocurrió, el tiempo que dejamos de usar en filas de bancos, compras y pagos de cuentas comenzamos a emplearlo en aumentar nuestra capacidad productiva y en resumen volvimos a encontrarnos tan ocupados como antes. 
Pero nos faltaba descubrir lo peor y eso es cuando el futuro no funciona, cuando un dato es mal ingresado, cuando se cae la conexión en internet en medio de la transacción, cuando sencillamente ocurre un error, y es allí cuando debemos recurrir al fono de atención al cliente, ese donde el número 1 es para atención en inglés, el 2 para atención en español y luego el 1 es para no clientes, el 2 para clientes, el 3 para clientes molestos, el 4 para clientes desesperados y un largo etcétera que siempre termina con nosotros pulsando el cero en la esperanza de que nos atienda una persona de carne y hueso, esperanza que se pierde luego de estar cinco minutos escuchando publicidad corporativa y mensajes de “nuestros ejecutivos están ocupados, por favor no corte su llamada es importante”. 
En esos momentos es cuando nos parece que en el pasado quizás las cosas eran más lentas pero definitivamente eran más humanas y es quizás por eso que le rendimos culto a lo retro, a lo clásico, a lo vintage.

jueves, 24 de mayo de 2012

La Ciudad Invisible


En todas las esquinas del centro de Santiago hay una escultura observándonos, aunque no lo crea es así. Basta pararse en cualquier intersección de calles y las veremos detrás de nosotros, en medio de un bandejón o colgando dese los balcones. Es ese irremediable tránsito de lo novedoso a lo habitual, de lo habitual a lo cotidiano y de lo cotidiano a lo rutinario lo que las ha vuelto invisibles como muchas otras cosas en la capital. 
¿Se ha dado cuenta que una pasarela de cristal a varios metros de altura une los dos edificios pertenecientes a cierto banco de capitales hispanos? O ¿Ha notado que el edificio corporativo de cierta compañía de telefonía (también de capitales hispanos) tiene la forma de un teléfono móvil?, si no lo ha notado no se preocupe porque la rutina hace años que desplegó sobre ellos el manto de la invisibilidad. 
Así que no se estrese tanto por los trescientos metros de la Torre del Costanera Center y el caos vial que provocará el centro comercial a sus pies. En poco tiempo más ni siquiera notará su presencia y le parecerá que la congestión vehicular ha existido desde la época en que la ciudad era cruzada por carretas y caballos.

domingo, 20 de mayo de 2012

San Pedro en Fragmentos


Mi primera visita a San Pedro de Atacama fue absolutamente circunstancial. La reprogramación de un vuelo desde la cercana ciudad de Calama me dio la oportunidad de “arrancarme” por un día al poblado altiplánico símbolo del outdoor nacional. 
Y ahí estabamos yo y mi cámara fotográfica, frente a los colores del majestuoso Licancabur, a un paso del Valle de La Luna, al lado del Salar de Atacama y sus flamencos, en las próximidades de los Geisers del Tatio; en las cantinas del poblado fluía la conversación cosmopolita alimentada por viajeros de todas partes del mundo; en resumen y de acuerdo a lo que me apasiona estaba en el lugar de mis sueños, pero yo no quería estar ahí. 
Mi mente, y por sobre todo mi corazón, tan solo pensaban en que me encontraba a eternas dos horas de vuelo (o veintidos en bus) de un departamento en el cerro La Cruz de Valparaíso donde estaban los brazos en los que me quería cobijar.

Para la siguiente visita a San Pedro estuve por horas fotografiando su iglesia desde todos los ángulos posibles; en la tercera disfruté del atardecer a los pies del Licancabur; en la cuarta pasé todo el día recorriendo el Valle de la Luna;… La diferencia es que en esas ocasiones me preocupé de llevar mi corazón conmigo.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Alturas de Machu Pichu

Hay circunstancias que nunca se olvidan, como por ejemplo el primer concierto al que asistes con tu hijo. En mi caso este fue la conmemoración de los treinta años del álbum Alturas de Machu Pichu de la banda de rock nacional Los Jaivas.
Esta producción fue una suerte de antípoda musical del álbum que en 1972 Pink Floyd grabó en las ruinas de Pompeya y marcó sin dudas el punto más alto en el devenir musical de Los Jaivas. No a cualquiera se le encarga musicalizar los versos del Canto General de Neruda y no a cualquiera se le permite grabar en la mítica ciudadela inca (convengamos que en los ‘80s el flujo turístico no era el mismo que en la actualidad).
También fue el punto más alto porque es la última producción en la que participa la formación original, ya para el siguiente álbum la banda no contaba con el baterista Gabriel Parra muerto en un accidente carretero en el Perú, luego vendría la muerte de su líder Eduardo “Gato” Alquinta, y finalmente el alejamiento por enfermedad de Eduardo Parra.
Pero a pesar que tan solo Claudio Parra y Mario Mutis quedan de aquel grupo de jóvenes viñamarinos que un día a mediados de los años sesenta se juntaron a tocar música la agrupación ha sabido absorber savia joven de la misma raíz porque los mismos hijos de quienes han partido han pasado a tomar sus instrumentos.
Algunos críticos dirán que en sus conciertos se siguen escuchando las mismas canciones que tocaban hace diez, veinte, treinta y en algunos casos cuarenta años atrás, pero ¿acaso cuando uno va a ver a The Rolling Stones no lo hace esperando escuchar Satisfaction?, o ¿díganme si el punto culmine de un recital de Roger Water no es Another Brick in the Wall?, o ¿no creen que si fuera posible ver en vivo a The Beatles hoy en día estos no tocarían Let it Be?, pues bien si voy a ver a Los Jaivas, y en especial si llevo por primera vez a mi hijo conmigo, lo hago esperando escuchar y cantar “Sube a nacer conmigo hermano…”

domingo, 13 de mayo de 2012

Trascendencia (Republicación del 05/07/09)


La foto corresponde al frontis de la casa central de la Universidad de Chile y la estatua en primer plano es la de su fundador: el diplomático y académico venezolano Andrés Bello. Leyó bien, no es un error, el principal centro de estudios chileno fue fundado por un extranjero avecindado en el país, aparentemente a mediados del siglo XIX apreciábamos el aporte de los inmigrantes no solo por la cantidad de divisas ingresadas, pero ese es otro tema. 
Porqué nuestras calles y plazas se encuentran llenas de estatuas de hombres ilustres? Sencillamente por su trascendencia. Las pirámides de Egipto, el Taj Mahal y buena parte de las grandes obras arquitectónicas de la humanidad son majestuosos mausoleos levantados en busca de trascendencia, sumemos a eso la tumba de Elvis en Memphis y la de Jim Morrison en Paris, verdaderos lugares de culto. El sueño americano original, no el actual que tan solo consiste en acumular posesiones, se definía como “tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro” tres cosas que deberían perdurar más allá de nuestra muerte y marcar que nuestro paso por esta vida tuvo alguna trascendencia. 
En nuestra actual sociedad globalizada pareciera que la trascendencia es un objetivo innecesario e inalcanzable, quizás porque ya todo ha sido inventado, descubierto o construido, así que salvo descubrir la vacuna para el cáncer o ser el primer humano en pisar Marte es poco lo que podemos hacer para pasar en forma significativa a la posteridad. Pero quizás sea también porque casi todo lo que conocemos es desechable, descartable y de uso a corto plazo, y a ello no han escapado las personas. 
Hace algunas semanas en la empresa donde trabajo fue despedida una persona bastante cercana a mí. Bastaron tan sólo unos pocos minutos de que se nos fuera notificada la medida para que su cuenta de correo electrónico, sesión y claves de usuario fueran borradas del todopoderoso sistema informático. En el mismo momento en el que alguien en una oficina a doscientos kilómetros de distancia apretó el botón “Delete” se borraron de golpe los más de seis años que mi ahora ex colega dedicó a su trabajo. Como el show debe continuar en nuestros puestos laborales rápidamente cubrimos su ausencia a la espera de que se nos presente su reemplazante definitivo. Me parece increíble que a pocos días ya casi lo hayamos olvidado, así como he olvidado a tantos ex compañeros de oficina a lo largo de los años, pero vivimos en una maquina productiva que no se puede detener por lo que los duelos deben ser breves y no hay tiempo para un minuto de recuerdo, en esas circunstancias ¿Es posible lograr algún grado de trascendencia? 
Escribo al nivel de los simples mortales, no de aquellos que por sus cargos políticos o poderío económico van a estar presentes para bien o para mal en los libros de historia. Como bien canta Serrat “¿Quién pondrá fin a mi diario al caer la última hoja en mi calendario?”… quizás lo que hacemos en este lugar, camaradas blogueros, sea alguna forma de alcanzar cierta trascendencia buscando que nuestros pensamientos superen las barreras del tiempo y el espacio. Me perturba un poco si el depender del no ataque de un virus informático y el no cierre de un servidor en particular. 
En fin, me quedo tarareando la canción de Serrat que les comenté. 
Si la muerte pisa mi huerto
"¿Quién firmará que he muerto de muerte natural? 
¿Quién lo voceará en mi pueblo? 
¿Quién pondrá un lazo negro al entreabierto portal? 
¿Quién será ese buen amigo que morirá conmigo, aunque sea un tanto así? 
¿Quién mentirá un padrenuestro y a rey muerto rey puesto… pensará para sí? 
¿Quién cuidará de mi perro? 
¿Quién pagará mi entierro y una cruz de metal? 
¿Cuál de todos mis amores ha de comprar las flores para mi funeral? 
¿Quién vaciará mis bolsillos? 
¿Quién liquidara mis deudas? A saber… 
¿Quién pondrá fin a mi diario al caer la última hoja en mi calendario? 
¿Quién me hablará entre sollozos? 
¿Quién besara mis ojos para darles luz? 
¿Quién rezará a mi memoria, Dios lo tenga en su gloria, y brindará a mi salud? 
¿Y quién hará pan de mi trigo? 
¿Quién se pondrá mi abrigo el próximo diciembre? 
¿Y quién será el nuevo dueño de mi casa y mis sueños y mi sillón de mimbre? 
¿Quién me abrirá los cajones? 
¿Quién leerá mis canciones con morboso placer? 
¿Quién se acostará en mi cama, se pondrá mi pijama y mantendrá a mi mujer, 
Y me traerá un crisantemo el primero de noviembre? A saber… 
¿Quién pondrá fin a mi diario al caer la última hoja en mi calendario?"

 Gracias hijo mío por estar presente en mi vida. ¿Un blog calificará como libro?.., debo ir a plantar un árbol.

jueves, 10 de mayo de 2012

Champiñones


Hongos, setas, champiñones, callampas, hay que elegirlos con cuidado, algunos son un delicioso manjar, algunos provocan un efecto alucinógeno y otros tan sólo envenenan… no es muy distinto a lo que ocurre con el sexo.

lunes, 7 de mayo de 2012

El Arlequín


Al pasear por el Cerro Alegre de Valparaíso siempre me ha sorprendido esta escultura y el cómo usando oxidadas barras de hierro fundido se dio vida a tan magnífico arlequín. 
Aunque después de meditar un poco sobre nuestra clase política y nuestros supuestos líderes de opinión me dio cuenta que no se requieren materiales muy nobles para dar vida a un payaso.

sábado, 5 de mayo de 2012

Hojas Suicidas

“¿Porqué se suicidan las hojas cuando se sienten amarillas?” Cuarta pregunta del quinto capítulo del póstumo Libro de las Preguntas de Pablo Neruda. 
Esta simple y a la vez compleja consulta me hizo recordar mi niñez cuando una de mis aficiones preferidas en las tardes otoñales era desparramas con los pies las hojas secas dondequiera las encontrara. Como olvidar esas caminatas de la mano de mi madre por la avenida Libertad en Viña del Mar en donde las hojas llegaban a veces hasta más arriba de los tobillos. 
Llegando a la adolescencia deje de patearlas desordenadamente, eso sería cosa de niños, pero seguí disfrutando ese crujir que provocaban mis zapatos al pisarlas. 
No sé qué ocurrió en los años que siguieron, de un tiempo a esta parte y por misteriosas razones las hojas ya no se arrojan desordenadamente al vacío sino que se preocupan de caer agrupadas en pequeños túmulos junto a las veredas casi al igual que un grupo de expertos paracaidistas. Sé que la culpa la tienen aquellos hombrecitos vestidos de amarillo al servicio del municipio y que dos o tres veces al día armados de escoba y rastrillo despojan a las calles de su crujiente magia. 
Sé que hay un bien mayor, como es el que las alcantarillas no se taponeen con hojas de cara al invierno, pero aún así me gustaría volver a encontrar un lugar en donde las hojas me lleguen hasta la rodilla y pueda hacerlas volar o crujir a mi antojo.

martes, 1 de mayo de 2012

Ruka Lelbún


Comparto y en la medida de lo posible participo de todas las formas de agroturismo, etnoturismo, y todas las experiencias asociadas al turismo vivencial, sea este en términos formales o informales. He pernoctado en la casa de comuneros aimaras en el altiplano, he acompañado en sus faenas a pescadores artesanales, he participado de todo el proceso de cocción de un curanto junto a campesinos chilotes y he pasado alguna noche al calor del fuego al interior de una ruka (casa tradicional mapuche) conversando con un lonko. Todas experiencias hermosas y enriquecedoras, pero cuidado con creerse el cuento. 
Seamos honestos, así como los campesinos en Chiloé no hacen curantos todos los días o como los aimaras no ofrendan a la Pachamama cada atardecer, los comuneros mapuches hace ya rato que dejaron de vivir en rukas hechas de paja, no visten con ponchos y sandalias, no se alimentan en exclusiva de catutos rellenos con miel. Al interior de sus casa de madera o ladrillo, usualmente cercanas a las rukas ceremoniales, cuentan con televisores, refrigeradores, lavadoras, computadoras y se comunican por celulares de última generación.
No me mal interpreten, lo anterior no es una crítica a quienes proveen el turismo vivencial sino más bien es un llamado de atención a aquellos turistas o viajeros que creen que por pasar un fin de semana en contacto con campesinos o pueblos originarios ya conocen todo lo necesario con respecto a aquellas etnias o grupos culturales. 
Definitivamente pasar algunos días en Aysén no es suficiente para entender la problemática de los patagones, en especial si se visita en verano cuando los más crudo es el invierno; vociferar que se debe enseñar aimara en las escuelas del norte no soluciona el hecho de que los jóvenes abandonan sus poblados porque sencillamente no hay agua para sustentar la vida; y por sobre todo creer que el conflicto mapuche es solo una cuestión de propiedad de la tierra resulta bastante ingenuo si consideramos que la mayor parte de este pueblo hace décadas adoptó la vida urbana. 
No se trata solo de visitar, se trata en realidad de conocer en el amplio sentido de la palabra.