lunes, 31 de mayo de 2010

Un Instante en Taquile (Republicación del 22/05/09)

Hay fotos que no se planifican, ni siquiera se piensan, tan sólo se levanta la cámara y se toman.
Esta es una de esas, sencillamente alcé la cámara y disparé el obturador. El resultado: un instante cotidiano, simple y complejo a la vez en un día común y corriente en la isla de Taquile en el costado peruano del Lago Titicaca. En ella se aprecian sus escalinatas pavimentadas en piedra, sus angostas callejuelas, hombres con atuendos típicos, niños traviesos y los siempre infaltables turistas.
La vida es como esta fotografía, un instante detenido en el tiempo seguido por otro y otro en forma infinita, al igual como cuando vemos una película en el cine donde nos parece ver una imagen continua cuando en realidad se trata de 24 fotogramas por minuto.
El poder darse le tiempo de congelar estos instantes, más allá de en una fotografía en nuestras mentes, nos permite degustar, meditar, redescubrir y por sobre todo disfrutar estos momentos. Pero ello requiere tiempo un bien cada vez más escaso en nuestra alocada vida moderna en donde el “no tengo tiempo” o el “estoy apurado” se ha vuelto una constante. No hacerse de un momento es la verdadera pandemia de la sociedad contemporánea, nos impide disfrutar de nuestros hijos, de nuestros logros, de nuestras pequeñas cosas aparentemente insignificantes como también no nos posibilita aprender de nuestros errores y fracasos.
Aquel que nunca tiene tiempo y que siempre vive ocupado no se da cuenta como la vida se le escurre entre las manos, como sus hijos se vuelven hombres, como sus amigos se convierten en extraños, ni siquiera es capaz de darse cuenta que tal vez ya haya cumplido us metas trazadas años atrás.
Que sano sería diariamente al final de la jornada darnos el tiempo de congelar un instante del día vivido para disfrutarlo, para aprender de él, pero sobre todo para atesorarlo.

miércoles, 26 de mayo de 2010

El Cuarto Poder

Basta una mínima cuota de conocimientos cívicos para tener claro a que corresponden los tres poderes del estado que en toda democracia moderna no son más que la representación de la soberanía y voluntad de la ciudadanía. De esta forma el poder ejecutivo administra los recursos del pueblo, el poder legislativo establece las leyes del pueblo y el poder judicial ejecuta la justicia del pueblo. Lo cierto es que ministros, parlamentarios y jueces son cercanos al pueblo en la época de elecciones y de ahí en más, durante los siguientes cuatro o seis años, establecen sus propias agendas y persiguen sus propios objetivos partidistas.
Esta falta de representatividad en la práctica, esta suerte de voto sin voz, originó a mediados del siglo pasado el surgimiento de un tácito cuarto poder, el de la información, representado principalmente en los medios de comunicación y en forma más específica en la prensa que vino a ser la voz del pueblo.
Lamentablemente la historia moderna nos demuestra que la información entregada por la prensa también puede ser censurada y manipulada de acuerdo a la voluntad del dictadorcillo de turno. En otras ocasiones son los mismos medios los que se autocensuran o privilegian cierta información sobre otra conforme a las líneas editoriales establecidas por sus directorios o de acuerdo a los intereses económicos de sus patrocinantes, a fin de cuentas los medios se financian a través del avisaje y no resulta muy conveniente enemistarse con quienes ponen la comida en el plato. Sé bastante bien de lo que hablo porque hasta hace unos cinco años atrás trabajé en el área comercial del principal consorcio periodístico de mi país.
En la actualidad por primera vez en nuestra historia el poder de la información, este implícito cuarto poder de la sociedad, se ha vuelto absolutamente democrático. La voz de la ciudadanía ha tomado cuerpo a través de redes sociales como facebook, twitter o los miles de blogs que se multiplican a cada instante y el impacto provocado ha cambiado radicalmente las formas de hacer política, de comunicarnos y de hacer negocios.
Ejemplos de lo anterior sobran. Hasta hace poco las oficinas de atención al consumidor de la mayoría de las empresas no eran más que un adorno encargado de tramitar interminablemente cualquier reclamo, sin embargo hoy en día los grupos de facebook pueden transformarse en la peor de las pesadillas para el encargado de relaciones públicas de cualquier compañía como le ocurrió a American Airlines cuando no quiso atender la denuncia de un pasajero que alegaba que la aerolínea le había destruido su guitarra por tratar sin cuidado el equipaje, al poco tiempo el grupo “American rompe las guitarras” contaba con varios millares de seguidores provocando un grave daño tanto a la imagen como a las finanzas del gigante alado.
Otro ejemplo tuvo lugar en el reciente terremoto de Chile donde, con carreteras cortadas y líneas telefónicas saturadas, fue a través de twitter que la prensa y las autoridades se enteraron que un maremoto había arrasado buena parte de la costa centro sur del país. De igual forma ha sido mediante blogs (quizás como los que solemos leer) que conocimos los horrores de la guerra en Georgia o hemos podido escuchar los puntos de vista de la disidencia en Cuba o China.
Pero toda cuota de poder también exige una importante cuota de responsabilidad ya que de la misma forma por primera vez la capacidad de difamar, calumniar y echar a correr información errónea se encuentra al alcance de nuestro teclado. Muestra de ello es la cantidad de inexactitudes científicas presentes en los artículos de sitios como Wikipedia o las completas barbaridades que en más de una ocasión hemos recibido por twitter y que muchas personas aceptan como verdades absolutas sin contrastar con otras fuentes dicha información.
Una semana después del terremoto un enfermo de esquizofrenia entró a un concurrido supermercado de Valparaíso gritando que un tsunami inminente se acercaba a las costas porteñas. Alguien que creyó los gritos a pie juntillas subió la alarma a twitter y a los pocos minutos varios miles de persona huían despavoridos a los cerros arrancando de un maremoto inexistente y de un mar en perfecta calma.
Resultan increíbles las posibilidades y beneficios que el democrático manejo de la información puede traer a la sociedad, pero también es increíble la responsabilidad que ello implica para cada uno de sus integrantes.

PD: Más de alguien se habrá preguntado ¿qué tiene que ver la fotografía con lo escrito? Pues se trata de un detalle del frontis del diario “El Mercurio de Valparaíso” uno de los más antiguos periódicos de habla hispana y el de más larga data en Latinoamérica.

viernes, 21 de mayo de 2010

Cielo o Subsuelo

Hace casi una década la Catedral Metropolitana de Santiago, presente en la fotografía, fue sometida a un completo trabajo de restauración estructural y patrimonial. Era conocido que durante la época de la colonia más de algún clérigo de relativa importancia había sido sepultado en su interior, lo que nadie esperaba era descubrir en su subsuelo el cadáver de don Diego Portales y Talavera, ministro de estado de la primera mitad del siglo XIX considerado uno de los padres fundadores de nuestra República y quien fuera asesinado durante una revuelta en su contra ya que de acuerdo a la información histórica hasta entonces existente su cuerpo había sido arrojado a una fosa común por sus ejecutores.
Para los objetivos de esta entrada lo anterior es sólo un dato anecdótico pero para complementarlo les contaré que posteriormente a los restos de Portales se les dio un funeral de estado y fueron trasladados a un mausoleo en el Cementerio General santiaguino.
De acuerdo a una serie de informaciones aparecidas tanto en la prensa nacional como internacional al parecer el cadáver de uno de nuestros próceres no es lo único oculto y en descomposición que se mantiene en el subsuelo de la iglesia. La palabra pedofilia ha venido a ser una inquietante y constante problemática para las autoridades católicas en los más variados lugares del planeta.
Está de más decir que las desviaciones de uno cuantos sacerdotes no implican que la iglesia en su conjunto sea participe de tan repudiable acto, sin embargo la actitud pasiva del clero frente al preocupante tema es lo que los hace al menos “pecar por omisión”.
Me queda la sensación de que la iglesia desde sus más altas esferas hacia abajo ha tratado de remitir las investigaciones a los sacerdotes acusados de abusar de menores al ámbito del derecho canónico, como si sus sanciones fueran suficientes como medio de castigo del victimario y de reparación de la víctima, deseando ignorar que aunque los integrantes del clero son miembros del estado Vaticano también están sometidos a la justicia penal de los países donde se desempeñan.
Otro elemento molesto es que la iglesia ha participado de los procesos, ya en el ámbito penal, como un mero observador sin hacerse parte del asunto y como si esto fuera una simple demanda entre particulares. En ese sentido por ejemplo si una enfermera es violada en un hospital público por un médico no es sólo la afectada la que denuncia el hecho e interpone una demanda sino que también la dirección del hospital e incluso el Ministerio de Salud participan como patrocinantes de las acciones legales que haya que llevar a cabo. Siguiendo esta línea les comentó que en la actualidad tan sólo en los tribunales chilenos existen al menos una veintena de investigaciones abiertas por abuso y violación de menores y de ninguna de ellas la iglesia como institución se ha hecho parte, incluso por el contrario en ocasiones parecieran querer obstaculizar el accionar de las fiscalías.
Se puede perdonar y dar segundas oportunidades al cura párroco que robó dinero de las limosnas, pero frente a denuncias serias de pedofilia debería ser la iglesia antes que nadie la que alejé al susodicho de su cargo y ponga toda la información a disposición de las policías. Y es que hechos tan graves como el abuso de menores, en especial cuando se ejerce desde una posición de autoridad, es un delito para el que en mi opinión no hay ni perdón ni olvido.
Hace un par de semanas consultado sobre el caso el Cardenal y Arzobispo de Santiago Monseñor Francisco Javier Errázuriz, el mismo que canta misa cada domingo en la iglesia de la fotografía, señaló textual: “Es cierto que han habido algunos casos de pedofilia, pero son poquitos gracias a Dios”….. ¿Gracias a Dios? Creó que ningún dios desee recibir esa clase de acción de gracias.

domingo, 16 de mayo de 2010

Mal de Altura

No sé si alguno de ustedes ha tenido la oportunidad de estar por sobre los 3.000 metros sobre el nivel del mar, si es así habrán sentido los efectos del temible mal de altura y sino al menos habrán escuchado hablar de él. Contrario a lo que comúnmente se cree la concentración de oxígeno en el aire es la misma que en menores alturas pero al disminuir la presión atmosférica nuestros pulmones deben trabajar mucho más para llevar el vital elemento al torrente sanguíneo. Lo interesante del mal de altura, también conocido como puna o soroche, es que presenta síntomas distintos en cada persona e incluso una misma persona puede ser afectada de diversas formas en diferentes ocasiones. Estas alteraciones, además de la obvia falta de aire, pueden manifestarse como alzas de presión, taquicardias, disneas, fatiga, mareos, vómitos, cefaleas y un amplio abanico de malestares ninguno de ellos gratos por cierto.
El cuerpo humano es una maquina maravillosa y prueba de ello es que las comunidades originarias del altiplano de los Andes o de la meseta del Tíbet han logrado aclimatarse a la perfección a tan duras condiciones de vida, como lo demuestra el comunero peruano de la fotografía que a más de 4.000 msnm conducía a su ganado por el abrupto terreno moviéndose con una agilidad casi felina mientras quienes lo observábamos no podíamos dar más de diez pasos seguidos sin detenernos a resoplar profusamente.
Los efectos de la altura para quienes no son naturales de dichos lares no pueden evitarse pero sí minimizarse si se siguen un par de consejos prácticos. El primero es tratar de ascender en forma lo más gradual posible, lo ideal es que una vez superada la barrera de los 3.000 metros se dé al organismo un tiempo de adaptación de cuarenta y ocho horas por cada quinientos metros ascendidos, esa es la explicación del porque una excursión de alta montaña puede tomar semanas en realizarse. Si no se dispone de los días adecuados la segunda opción es evitar todo tipo de esfuerzo físico y caminar lo más lentamente posible, en otras palabras o nos tomamos el tiempo necesario o nos tomamos las cosas con calma.
Hace algunos años mi estatus laboral (y por consiguiente económico) vario bruscamente al alza, fue como ascender bruscamente desde el nivel del mar a los 4.000 metros. Como no seguí ninguno de los consejos antes mencionado el resultado fue que sencillamente la altura me afectó profundamente y me mareé por completo. Renové buena parte del mobiliario de mi hogar, cambié las marcas de mi guardarropa, le concedí a mi hijo cada uno de sus caprichos, reemplacé la cerveza por el whisky de doce años y una serie de muestras de que no me encontraba en mi sano juicio. Arribismo dirá alguien, estupidez otro, inmadurez la mayoría, ustedes elijan el adjetivo y cualquiera estará en lo cierto. Como era lógico que ocurriera no pasó mucho tiempo antes que mi nueva tarjeta de crédito se viera absolutamente sobrepasada, los cheques comenzaran a ser protestados, mi ejecutivo de cuentas del banco de ser mi ángel de la guarda se convirtió en mi constante pesadilla, y lo que es peor algunas de mis amistades se vieran deterioradas porque nadie está dispuesto a soportar al pedante de aquellos en el que me había convertido.
Después de permanecer algunos días en la altura son necesarios varios meses para que los niveles de ciertas proteínas en la sangre vuelvan a la normalidad y de la misma forma después de que finalmente volví a reencontrarme con el sentido común perdido debió pasar bastante tiempo antes de que pudiera volver a colocar mi vida en el orden necesario. Puedo dar gracias a Dios, o a lo mucho que me quieren ciertas personas, de que recuperé buena parte de las amistades dejadas de lado, también que con mi ascenso y caída mi hijo pudo observar y comprender de primera fuente lo que la falta de prudencia puede provocar. De las cosas materiales le contaré que los anteojos de sol de diseñador me los robaron, la agenda electrónica de última generación se me extravió, regalé alguna de la ropa de marca y la que no a la vuelta de los años ya se encuentra inservible, cerré mis tarjetas y cuentas, aunque a cierto banco de capitales españoles oriundo de Santander le seguiré pagando mis pecados en cómodas cuotas mensuales por algún tiempo, pero ¿saben la verdad? todo lo anterior ya no me importa porque aunque afortunadamente mantengo el mismo trabajo mi encuentro de golpe con la realidad me hizo desarrollar un profundo desapego por las cosas materiales y la certeza de que como todo en la vida está en constante cambio, por sobre todo en lo laboral, algún día el dinero podrá ser más o podrá ser menos pero me siento lo suficientemente maduro para enfrentarlo.
Por cierto no me enorgullece en nada mi ataque de arrogancia tampoco quiero pontificar mi actual actitud desprendida ni menos quiero dar lecciones de vida,… sólo necesitaba contarlo.

martes, 11 de mayo de 2010

Nostalgia

“La juventud se lleva por dentro” y “el espíritu no envejece” son dos frases bastante esperanzadoras y en algunos casos muy ciertas pero que se transforman en simples eufemismos cuando las fuerzas comienzan a flaquear, cuando el corazón y los pulmones ya no son tan resistentes, cuando el botiquín empieza a llenarse de prescripciones médicas y por sobre todo cuando aquellos a quienes hemos amado y con quienes hemos compartido una vida comienzan a partir.
Hace algunos días Doris, una jovial señora de algo más de setenta años, me contrató para que convirtiera a medios digitales su colección de fotografías tomadas a lo largo de toda su vida. Cuando acepté el trabajo no imaginé que de un armario saldrían cajas y cajas con varios centenares de diapositivas y en un momento pensé si realmente había sido una buena idea acceder a dicho requerimiento, pero mucho más que el trabajo la experiencia ha valido de sobra la labor.
Es sencillamente increíble poder revisar en detalle más de cincuenta años de vida de una persona y en especial si esa persona es Doris. Cuando tenía poco más de veinte años viajó por un par de meses a Suiza, pero de allá tardó treinta años en regresar, allí conoció a Osvaldo, un italiano que junto con llevársela consigo a Turín capturó su corazón y le entregó por completo el suyo.
Una a una vamos proyectando las diapositivas sobre un telón desde donde las fotografío con una cámara digital para después retocarlas y ordenarlas en el computador. Una a una se suceden las imágenes de las costas de Portugal, del carnaval de Venecia, de los Alpes suizos, de sus viajes en bote por las islas griegas, de sus travesías en camello por el Sahara, de las ruinas mayas en México, de las aguas turquesas de Bora Bora, siempre acompañada de Osvaldo, siempre abrazados y me parece que siempre mirándose con ternura y pasión.
Mientras ajusto la nitidez y encuadro los diaporamas Doris suele dar prolongados suspiros o largar inmensas carcajadas, de seguro recordando alguna cena romántica o cierta travesura juvenil. Recuerda a perfección donde y en qué circunstancias fue tomada cada foto y no duda en contarme cada detalle al respecto, así supe porque se tomó una foto desnuda en una playa desierta en Costa de Marfil, los nombres de cada uno de los castillos del Loira o porque se le ve buceando junto a un tiburón en los corales tahitianos. Y de esta forma hasta el momento en varias jornadas hemos digitalizado más de dos mil fotografías y he escuchado más de dos mil historias al punto que ya me siento en condiciones de escribir sus memorias pero aún no he llegado ni siquiera a la mitad del trabajo encomendado y es que es imposible avanzar rápido cuando existe tanto por escuchar, tantos lugares que conocer de primera fuente, tantas recetas que compartir y un largo sin fin de etcéteras.
Osvaldo, su gran amor, falleció hace ya algún tiempo. Paradojal y tristemente sus últimos años los convivió con el mal Alzhéimer lo que hizo que para él toda esta inmensa colección de diapositivas no fuera más que una serie de imágenes sin sentido. Tampoco tuvieron hijos, no sé realmente porqué razón pero me parece que disfrutaban tanto estando juntos que no necesitaban nada más, así que ahora estás fotos son su principal compañía.
Sé que en este punto el relato puede parecer triste, pero Doris no es una mujer embargada por la tristeza sino más bien una mujer cautivada por la nostalgia, no una nostalgia de deudas pendientes sino una nostalgia de momentos y amores vividos y disfrutados al máximo. Una nostalgia que envidio, admiro y respeto.
Ayer me agradeció por ayudarla a rescatar estos recuerdos que tan solo eran importantes para ellas y que de seguro muy pronto cuando ya no esté, certeza que la da su diagnóstico de cáncer, no le interesaran a nadie. En eso se equivoca porque sin proponérselo me ha impregnado de sus memorias, me ha enseñado en sus historias el devenir de buena parte del siglo pasado y de lo que va del presente, me ha compartido un tesoro de imágenes que de seguro, cuando ella se encuentre nuevamente en brazos de su amado Osvaldo paseando por los campos de la Toscana, seguiré visitando desde mis disco duro.

jueves, 6 de mayo de 2010

El Curanto

Mi buena y querida amiga Pepa siempre celebra las palabras, usualmente de origen indígena, que hemos ido incorporando a nuestro castellano criollo, así que a las que ha leído en entradas anteriores hoy agregaré “curanto”, “milkao” y “chapalele” (estoy enloqueciendo al corrector ortográfico de mi procesador de texto).
Primero que todo permítanme decirles que así como la verdadera paella se come en Valencia, la original fejoada se come en Río y las mejores parrillas de carne son argentinas, el auténtico curanto se prepara y saborea tan sólo en la isla de Chiloé, puerta de entrada a la Patagonia occidental. Permítanme también decirles que al igual que las preparaciones antes mencionadas el curanto no es un plato que uno prepare en solitario cuando se despierta con hambre a medianoche, no claro que no. El curanto es una comida social que debe ser preparada en compañía de un buen grupo de amigos usando como ingredientes primordiales la risa, la conversación amena y una considerable cuota de tiempo disponible.
Se comienza haciendo un hoyo en la tierra de un metro de diámetro por medio de profundidad, debe ser tierra viva, húmeda, cálida, de esa que abundaba en los patios de nuestra niñez, luego el fondo del agujero se cubre con piedras de tamaño medio. Sobre las piedras se hace un fogón con gruesos troncos y es aquí donde se comienza a aplicar las dosis de risa y conversación porque es necesario esperar hasta que las mencionadas piedras alcancen la máxima temperatura posible.
Una vez que estas alcanzan el rojo vivo se retiran los troncos encendidos y todo resto de brasas ya que la cocción debe hacerse tan sólo usando el calor irradiado por los guijarros. Entonces se vacía sobre el agujero un par de canastos de choros maltones, otro más de almejas, un par de más de machas, otro de ostiones y de cuanto marisco bivalvo exista. Sobre los frutos del mar se distribuyen un buen número de patatas, abundantes longanizas y trozos de cerdo ahumado. Hago notar que a estas alturas el vapor emanado de seguro debe ser cuantioso, así que para no perder su calor toda la preparación se tapa rápidamente con gigantescas hojas de Nalca, planta endémica de Chiloé parecida a los helechos.
Sobre las hojas se coloca cuidadosamente los milkaos, suerte de panes o tortillas hechas en base a un puré de patatas cocidas, y los chapaleles, igual que los anteriores pero usando patatas crudas. Luego se pone una segunda y mucha más abundante capa de hojas hasta que no escape ni la menor pisca de vapor y es allí donde se vuelve a utilizar la conversación y la risa como ingredientes porque se deberá esperar al menos una media hora hasta que la preparación esté terminada.
El destape del curanto es toda una ceremonia, las hojas verdes han tomado un color ocre y han traspasado toda su esencia a las tortillas, los vapores y aromas llenan por completo el frío aire austral, el cerdo y las longanizas han adquirido un color rojizo como el rubí, las patatas se han enternecido al punto de que pueden ser comidas con su cáscara y las caparazones de todos y cada uno de los marisco se han abierto por completo dejando ver las leguas que contienen en su sabroso interior.
Finalmente permítanme también decirles que no acepten que les lleven la preparación a la mesa porque el verdadero curanto se come en cuclillas alrededor de esta folklórica olla a presión mordisqueando un poco de cerdo aquí, una patata allá, envolviendo las longanizas en los chapaleles y por sobre todo comiendo uno a uno y directamente de sus conchas los choros maltones, almejas, ostras, machas y demases.
No se preocupen si aún les quedan reservas de risa y conversación porque de seguro les serán de provecho en la sobremesa.

sábado, 1 de mayo de 2010

Lugares Comunes

Esta fotografía es un verdadero recuento de los lugares comunes propios del romanticismo en imágenes, están los hermosos botones de rosa en primer plano y la pareja de enamorados desenfocados en el fondo, tan sólo falta la puesta de sol en el mar para juntar todos los estereotipos propios de tarjeta del día de San Valentín.
Hace años estudié por algunos años piano además de formar parte de una banda musical, pero aunque suene contradictorio en algún momento junto a mis compañeros dejamos de disfrutar de la música. Cada vez que asistíamos a una tocata prestábamos más atención a las desafinaciones, los descuadres y las desarmonizaciones en lugar de sencillamente escuchar y divertirnos. La cuestión al parecer no ha cambiado mucho con las nuevas generaciones, algunos días atrás una compañera de trabajo excelente cantante y fanática de la “buena música” me contó la forma increíble en la que se había aburrido al acompañar a unas amigas a una noche de karaoke: “¡Todas las canciones eran de melodías tan predecibles y letras tan rebuscadas!” De seguro tenía razón, pero cantar junto a los amigos al compás de un karaoke tiene más que ver con simple diversión que con análisis de armonías y letras.
Volviendo al punto de la fotografía es cierto que está llena de lugares comunes, que puede ser cursi, que es absolutamente predecible, que no es en nada original, pero nadie puede negar que es simplemente una imagen hermosa.