lunes, 31 de octubre de 2011

Peldaños Porteños (Republicación del 20/06/2009)

Esta es de las imágenes más características de Valparaíso, una escalera interminable que corre en medio de casas multicolores hacia lo alto de sus cerros. El otro elemento propio del puerto es el mar, pero como no existen las fotografías en 360 grados se debe optar por uno u otro, al menos en primer plano.
Es difícil determinar que tienen ciudades como Valparaíso, San Francisco o Lisboa que más que gustar realmente cautivan a quienes las visitan convirtiéndose de paso en refugio de intelectuales, artistas, bohemios y toda clase de almas libres. Todas ellas tienen en común el haber sido levantadas sobre un conjunto de cerros frente al mar. Este hecho pareciera ser en si una desventaja porque estas urbes también comparten el contar con poco terreno nivelado y para sus habitantes cosas tan sencillas como hacer trámites o ir a comprar a algún supermercado implica remontar empinadas e irregulares escalinatas o ascender por calles con gradientes tan pronunciadas que son un verdadero desafío para cualquier conductor. En este mismo sentido alguna vez escuche a un estadounidense avecindado en Valparaíso que la clave para disfrutar la ciudad es dejar de subir escaleras y empezar sencillamente a subir peldaños, y tal vez esto es lo que hace tan especial a los porteños la capacidad de entender que todo lugar es bueno para hacer un alto en el camino y observar el azul del mar.
Quizás también sea el hecho de que vivir frente al mar da a sus habitantes la constante perspectiva de un horizonte sin límites y sea esto lo que los convierte en soñadores, o el ver cada atardecer una puesta de sol en el océano los haga unos románticos empedernidos. También la condición de ciudades puerto los ha hecho el punto de entrada de cada inmigración llegada a sus respectivos países lo que ha convertido a estos porteños en verdaderos ciudadanos cosmopolitas, en especial en lo que respecta a su gastronomía. Mención aparte merece la bohemia propia de marineros ávidos de fiesta y compañía luego de meses de permanencia en el mar.
Puede ser que también la necesidad de construir sobre la irregular superficie de los cerros ha brindado a estos puertos de una particular y única arquitectura, en donde cada casa es distinta de la contigua y en donde las mayorías de sus calles no se rigen por líneas ni ángulos rectos. Debe ser esto lo que hace que los porteños respeten, valoren y disfruten la diversidad.
Razones para el encanto pueden haber muchas, espero algún día recorrer San Francisco, Lisboa, y tantas otras ciudades levantadas en los cerros juntos al mar, en tanto no me canso de recorrer y fotografiar Valparaíso por la cual me encuentro completamente cautivado.

domingo, 23 de octubre de 2011

Autorretrato de un Atardecer Rural


Linares, Parral, Panimavida, San Clemente y un sin número de pueblos rurales al interior de las regiones netamente agrícolas del centro sur de Chile, parecieran ser todas idénticas, y de hecho lo son.
Fue en pueblos como estos, todos idénticos, que Neftalí Reyes, conocido universalmente como Pablo Neruda, nació y pasó su infancia. De seguro contempló incontables atardeceres como el de la fotografía, todos idénticos, y también de seguro fueron estos, entre muchas otras cosas, los que le ayudaron a llenar de magia sus palabras; porque el que algo sea cotidiano, idéntico y repetitivo no implica que deje de ser mágico.
Estos atardeceres y sus vivencias fueron los que a la vuelta de los años lo llevaron a describirse más o menos así:

“Por mi parte, soy o creo ser duro de nariz,
mínimo de ojos, escaso de pelos en la cabeza
creciente de abdómen, largo de piernas, ancho de suelas,
amarillo de tez, generoso de amores, imposible de cálculos,
confuso de palabras, tierno de manos, lento de andar,
inoxidable de corazón,
aficionado a las estrellas, mareas, maremotos,
administrador de escarabajos, caminante de arenas,
torpe de instituciones, chileno a perpetuidad,
amigo de mis amigos, mudo de enemigos,
entrometido entre pájaros, mal educado en casa,
tímido en los salones, arrepentido sin objeto, horrendo administrador,
navegante de boca y yerbatero de la tinta,
discreto entre los animales, afortunado de nubarrones,
investigador en mercados, oscuro en las bibliotecas,
melancólico en las cordilleras, incansable en los bosques,
lentísimo de contestaciones, ocurrente años después,
vulgar durante todo el año,
resplandeciente con mi cuaderno, monumental de apetito, tigre para dormir,
sosegado en la alegría, inspector del cielo nocturno, trabajador invisible,
desordenado, persistente, valiente por necesidad,
cobarde sin pecado,
soñoliento de vocación, amable de mujeres,
activo por padecimiento,
porta por maldición y tonto de capirote.”

Autorretrato de Pablo Neruda.

lunes, 10 de octubre de 2011

El Culto a la Muerte

En las siguientes líneas quizás le podré explicar a mis amigos y no tanto, a quienes me leen habitualmente o en forma ocasional, algunas de las razones de mi actuar, a ratos acertado o a ratos errático, en ocasiones prudente y en otras irresponsable.
La razón es sencilla y simple, y es que sencilla y simplemente me estoy muriendo, así es tal cual lo leen, la muerte ya dicto una fecha de cierre, ya determino un día fatídico en el que dirá hasta aquí no más.
Algunos médicos me han dicho que con una adecuada alimentación, actividad física y un buen descanso podré postergar aquel día, pero la verdad creo que la muerte ya ha salido a mi encuentro al galope del caballo y poco de lo yo haga podrá retrasar su arribo.
Pero no crean que el asunto me perturba, de verdad casi no pienso en él. La dama fatal se ha convertido en una compañera tan cercana que se ha vuelto casi como mi sombra, tan presente que al final ni notas que allí está.
De seguro por lo mismo he decidido no rendirle culto y más aún he decidido negarle el mismo. Como primera medida no compraré una trozo de tierra en algún moderno parque cementerio ni mandaré a construir una imagen de mármol que instalar sobre un panteón, por el contrario me parece una buena opción la cremación, quiero que de mi quedé mi recuerdo y no un montón de huesos y tejidos descomponiéndose.
Las otras medidas tienes que ver más con mi cuerpo, el que me he dado cuenta que por más cuidados que le prodigue igualmente algún día terminará por traicionarme y es así que he decidido desatender un tanto a mi hígado y mi vesícula, y aunque me gusta la comida sana y nutritiva quiero que sepan que continuaré, si la ocasión lo amerita, disfrutando de una buena carne asada en compañía de mis familiares y amigos y seguiré bebiendo más de alguna copa de vino o cerveza; seguiré desatendiendo un tanto a mi sistema gástrico pues continuaré tomando café acompañado de un cigarrillo, que es lo que usualmente hago cuando escribo; no me preocuparé tanto por mis rodillas y espalda y continuaré subiendo montañas y caminando por horas para simplemente tomar una foto; seguiré sin atender del todo a mis pulmones y bronquios y continuaré caminando sin paraguas bajo la intensa lluvia del sur de Chile; seguiré siendo un tanto irresponsable con mi sistema nervioso y su necesario descanso, y cuando sea preciso continuaré bailando hasta el amanecer al ritmo del son cubano; desatenderé en ocasiones a mis sistema cardiovascular y habrán días en donde más allá de lo importante que puede ser el ejercicio optaré por estar todo el día recostado en un diván; no cuidaré del todo mi oídos y Bach, Aznar, The Beatles, por mencionar algunos, continuaran sonando desde mi IPod (o el aditamento tecnológico que lo reemplaze); no tendré precauciones con mis ojos y continuaré leyendo a Neruda y a Alberti hasta altas horas de la madrugada; y por sobre todo desatenderé por completo los cuidados y precauciones con mi corazón y volveré a amar intensamente aunque en el proceso se vuelva a romper en mil pedazos.

Así es mis amigos me estoy muriendo, todo comenzó el mismo día que nací. Así es mis amigos me estoy muriendo y por lo mismo no le daré culto a la muerte. Así es mis amigos me estoy muriendo… ¿o acaso ustedes no?