jueves, 29 de noviembre de 2012

Azul, Amarillo y Verde

Azul, amarillo y verde son los colores del Elqui en verano; azul, amarillo y rojo en otoño, cuando las hojas de las vides alcanzan su madurez; azul, blanco y café en invierno, cuando las montañas están cubiertas de nieve y ya sin hojas las vides desnudas muestran sus oscuros troncos. 
¡Cuantos paisajes en un mismo paisaje!

sábado, 24 de noviembre de 2012

Al Otro Lado del Río

La geología, el destino, algunas decisiones de la corona española, un par de guerras y uno que otro tratado limítrofe hicieron que nuestro territorio cobijara buena parte de las cumbres andinas, el desierto más árido del mundo, campos magníficos para la actividad vitivinícola, la mitad de la Patagonia e incluso una isla polinésica. A cambio de todo lo anterior somos el único país de Sudamérica sin parte en la selva tropical y como subproducto de lo mismo carecemos casi por completo de navegación fluvial. 
Nuestros ríos fluyen en pendientes, caudalosos, llenos de rápidos y contracorrientes, ideales para el rafting adrenalínico, imposibles de navegar en plena calma por más de unas horas, menos aún por días, así que desconocemos por completo lo que es despertar en una hamaca sobre una apacible y vieja chalana tal cual como ocurre en el Paraná, el Marañón, el Amazonas o el Orinoco. 

La única excepción la constituye la ciudad de Valdivia. Fundada por los españoles, destruida por los hulliches, refundada por los españoles, nuevamente destruida por los huilliches, a punto de ser conquistada por corsarios holandeses, refundada por colonos alemanes, nuevamente destruida por el terremoto más grande de la historia, y nuevamente levantada por el amalgama cultural que la habita desde hace cincuenta años. 
Algo hace especial a estos habitantes de borde río que desde pequeños aprenden a desplazarse entre las aguas de los ríos Calle Calle, Valdivia, Cruces y Tornagaleones, por nombrar algunos; que celebran sus fiestas con “botes” alegóricos, que gustan de comer en restaurantes flotantes y que entre sus jóvenes se practica más el canotaje que el futbol. 
Una mezcla de amabilidad y orgullo en sus hombres, de coquetería y desdén en sus mujeres, de tenacidad y resignación en sus ancianos… Y es que quizás a diferencias de quienes nacimos mirando el mar o de quienes lo hicieron atrapados entre las montañas, los valdivianos aprendieron desde pequeños que en ocasiones es mejor dejarse llevar por la corriente y en otras es necesario remar contra ella.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Tres Cruces (Republicación del 25/07/09)

La imagen de una cruz puede ser rápidamente asociada al cristianismo, a una iglesia, cualquier iglesia en cualquier lugar y cualquier época de la historia, católica, ortodoxa o protestante, tanto a la Catedral de Notre Damme, la Basílica de San Pedro, la Abadía de Westminster o a una pequeña capilla de barrio. Si en la imagen hay varias cruces inmediatamente lo asociamos con un cementerio, cualquier cementerio en cualquier lugar y cualquier época de la historia, tanto al de los soldados norteamericanos caídos en la segunda guerra mundial con sus ordenadas filas de cruces como al de nuestra ciudad. Si en cambio en la imagen aparecen específicamente tres cruces, como en la fotografía que corresponde al atrio principal de la Basílica de Nuestra Señora de Copacabana en Bolivia, tan solo puede ser asociado al preciso instante de la crucifixión de Jesucristo, a su pasión y por consiguiente a su reminiscencia en los días de la Pascua de resurrección. 
Recuerdo que cuando niño Semana Santa, el Fin de Semana Santo o las Fiestas de la Pascua de Resurrección, como ustedes prefieran llamarle, era una ocasión sumamente especial, una de las pocas festividades religiosas hechas casi exclusivamente para reflexionar se fuera creyente o no porque todo su entorno prácticamente obligaba a la meditación. Este fin de semana era un festivo sagrado, la sola de idea de destinarlo a vacacionar en alguna playa era casi sacrílega. Desde temprano en los distintos canales de televisión se exhibían cuanta película de corte religioso hubiera sido filmada destacando entre todas la omnipresente “Jesús de Nazaret” de Franco Zefirelli. Eran días de ayuno y penitencia por lo que estaba prohibido comer carnes o cualquier clase de delicias al paladar. En las tarde cada barrio tenía su propio Vía Crucis que era todo un acontecimiento social. Al anochecer era absolutamente impensado realizar cualquier acto de jolgorio por lo que pubs, cabarets y toda suerte de local nocturno cerraba penitentemente sus puertas. Ya el sábado el continuado de filmes continuaba con el Manto Sagrado, Quo Vadis y Ben Hur, matizado entre medio con algún documental de la BBC y los cortos en los noticieros de la bendición papal y las impactantes imágenes de los fieles que se auto crucifican en las Filipinas. Finalmente el domingo desde temprano comenzaban las misas católicas o cultos protestantes donde se celebraba la resurrección de Jesucristo, su victoria sobre la muerte y por consiguiente nuestra posibilidad de alcanzar la vida eterna.
Confieso que siempre encontré todo lo que Semana Santa envolvía un poco parafernálico y en alguna medida un tanto hipócrita, pero debo reconocer que se gustase de ello o no, se abría un instante para la meditación y el análisis. Actualmente las grandes tiendas comerciales y los supermercados cierran el día viernes santo no por convicción religiosa sino que para evitar pleitos con sus sindicatos, pero reabren con furia y ofertas inusitadas el siguiente día. Los tres días festivos se transforman en la ocasión perfecta para tomarse unas pequeñas vacaciones y las agencias de viajes bombardean nuestros correos electrónicos con espectaculares promociones para realizar un viaje relámpago a Buenos Aires o a algún refugio termal en medio de la campiña. Es cierto que en general se conserva la tradición de no comer carnes, pero de ayuno nada, cada familia organiza su magnífica paella de mariscos o pescado asado al horno con mantequilla, que como corresponde debe ser acompañado de un adecuado vino blanco de reserva. También es cierto que el luto por la muerte del Hijo de Dios se mantiene durante el viernes, pero exactamente a las cero horas un minuto las discos y locales nocturnos abren sus puertas para recibir a sus cliente ávidos de diversión. 
El día sábado se debe volver al trabajo o se destina a recuperarse de la juerga de la noche anterior, pero el domingo si que es especial, ese día es necesario levantarse temprano, no para asistir a algún culto sino que para buscar los huevos de chocolate escondidos por el Conejo de Pascua (nunca he entendido que hace un conejo poniendo huevos pero en fin). 
No me mal interpreten, no soy un cristiano devoto, de hecho soy gnóstico, creo en una sociedad secularizada, en la libertad de culto y pensamiento, también creo que el estado no puede alinearse exclusivamente con las creencias religiosas de algunos, aunque estos en ciertos casos sean la mayoría. Pero me preocupa que conforme pasan los años cada vez vayamos perdiendo esos espacios que nos permitían dedicarnos a la meditación, la introspección, el análisis y el conversar en familia. 
Quizás sea el consumismo latente, quizás sea le necesidad de rebelarnos contra toda suerte de conservadurismo, quizás el destino de las sociedades sea volverse completamente seculares y en poco tiempo más todo lo que estoy escribiendo no tenga ningún sentido. Sea como sea es un hecho que hace ya bastante tiempo la Navidad dejó de ser “Paz y buena voluntad para los hombres” para convertirse en “Comprar regalos para quedar bien con todos” y aparentemente poco a poco hemos ido cambiando las reflexiones de la Pascua de resurrección por acciones en la fábrica de chocolates del dichoso conejo.

domingo, 18 de noviembre de 2012

En Movimiento

¿La cámara fotográfica congeló el andar de quien pasó frente al ventanal o el modelo posó estático para generar esta imagen? 
Al parecer el movimiento, o al menos la percepción del mismo, depende de lo que ocurre alrededor. El ver que el paisaje va quedando atrás nos da una señal inequívoca de que vamos avanzando. 
En estos momentos mi hijo vive sus últimos días escolares; ya pronto se vienen las ceremonias de graduación y las despedidas de quienes fueron sus compañeros en algún caso hasta por trece años. Tus amigos, el lugar donde estudiaste, quienes fueron tus profesores, todo aquello queda atrás, y aunque ello provoque cierta tristeza es también la necesaria muestra de que se continúa avanzando, de que las etapas se están quemando, de que el movimiento no se detiene. 
Amigos, amores, lugares, trabajos, se van y otros llegan. A más años más pérdidas y más encuentros. La vida no se detiene y el paisaje a cada instante cambia, a ratos resulta mareador pero a fin de cuentas es sólo señal que seguimos en movimiento.

jueves, 15 de noviembre de 2012

City of Blinding Lights

Antes que todo partamos por aclarar que Bono escribió la canción “City of Blinding Lights” (Ciudad de luces cegadoras) pensando en la ciudad de Nueva York y no precisamente en Santiago, pero creo que el titulo puede aplicar para cualquiera de nuestras grandes megalópolis. 
Las luces de la gran ciudad nos enceguecen privándonos de la hermosura y de la fealdad, imposibilitándonos admirar el cielo y contemplar el infierno. 
El característico rojo intenso de los letreros del Metro santiaguino nos oculta a diario los hermosos rojos de los atardeceres sobre la capital así como las luminarias de los puentes sobre el Mapocho nos ocultan a las decenas de indigentes que duermen bajo ellos. 
Créanme que Santiago es una ciudad mucho más hermosa que lo que muchos creen y a la vez es una ciudad mucho más cruel y despiadada de lo que muchas han apenas imaginado, basta con agudizar la vista para darse cuenta de ello.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Óxido, Polvo y Salitre

El viento del desierto arrastra las partículas de óxido desde viejos latones y maquinarias en desuso; también arrastra los gránulos del polvo rojizo que cubre la vastedad y del blanco salitre que descansa en sus yacimientos. El viento los transporta hasta que son atrapados en los surcos de las añosas maderas agrietadas. La camanchaca que de tanto en tanto sube desde la costa los convierte en un amasijo lechoso que luego el sol inclemente solidifica hasta darle la forma de un musgo blanquecino y carente de vida suerte de verdadera costra de las heridas de la oficina salitrera de Santa Laura, una de las últimas en cerrar sus puertas. 
Por el salitre le declaramos a Bolivia y Perú, por el mismo salitre diez años después nos enfrascamos en una guerra civil de tanto discutir cómo repartir sus utilidades, por el salitre algunos cruzaron el amplio océano para forjar sus imperios, por el salitre otros abandonaron sus campos en busca de un mejor presente, por el salitre mujeres se quedaron solas esperando al esposo, hijo y padre que no regresó,… Todo aquello nos pareció un justo precio por lo que llamábamos el sueldo de Chile, tal cual como ahora llamamos al Cobre, tal cual como algún día llamaremos al Litio. 
En un mundo siempre en guerra, siempre necesitado de nitratos que alimentaran sus cañones, toda la sangre vertida, las traiciones políticas, los trabajadores explotados, las mujeres abandonadas, las vidas oprimidas, nos parecían una digna ofrenda por la fortuna del capitalista, la mejora en la calidad de vida del obrero y el desarrollo del país. 
Cuando el salitre perdió su batalla frente a los químicos y plásticos, cuando las oficinas en la pampa terminaron de cerrar, el capitalista volvió a cruzar el mar con su acrecentada fortuna de regreso, el obrero regresó al campo o a la caleta o al taller, y el desarrollo del país se limitó a Óxido, Polvo y Salitre.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Un Encuentro Pendiente

Hace algunos veranos llevaba varios veranos, otoños, inviernos y primaveras trabajando en la industria del retail. Había sido una opción impuesta por la necesidad pero como el hombre es un animal de costumbres a esas alturas me resultaba natural trabajar domingos y festivos y hasta encontraba cómodo tener libre aquellos días en que la mayoría estaba trabajando, a fin de cuentas un lunes en la mañana el supermercado pareciera estar a tu entera disposición. 
El día de verano al que me remito, como también era costumbre, había salido a fumar un cigarrillo a la terraza de la tienda a mitad de la tarde. El sol aún pegaba fuerte pero la brisa marina suavizaba su furia, las familias caminaban a la playa cercana, las chicas en grupo en piropeadas por los chicos también en grupo, los niños se colgaban de sus padres frente a las heladerías, el mundo seguía su curso… 
Absorto en terminar mi café y mi cigarrillo recibí una llamada telefónica de un viejo amigo “Pelado porque no te vienes al Jardín Botánico, en un rato va a haber un concierto de Eduardo Gatti y Nito Mestre y estamos casi todo el grupo de amigos acá…” 
Siempre me gustó Gatti pero nunca fui un seguidor y lo mismo pasaba con Mestre aunque la música de Sui Generis ha sido parte de la banda sonora de mi vida, pero la idea de no poder estar con mis amigos tirado sobre un verde prado a la sombra de los árboles del bosque cercano escuchando a estas dos leyendas de la música chileno argentina me resultó devastadora. Pero no por el citado recital en sí, sino porque me di cuenta que desde hacía tiempo no tenía tiempo para compartir con los que quería, que ya no me invitaban a una cena viernes por la noche porque al día siguiente tenía que levantarme temprano para trabajar y nadie organiza cenas un día martes; que me había perdido infinidad de cumpleaños; que hacia tiempo que no salía a almorzar con mi vieja y mi hijo; en un momento llegaron todos esos pensamientos, en un momento descubrí que mi trabajo me daba lo necesario para vivir pero me negaba lo necesario para disfrutar esa vida, en un momento algo detonó un sinfín de sucesos que abarcarían los siguientes dos años. 

Debieron pasar casi tres años para que volviera a encontrarme con un recital de Gatti y Mestre, esta vez no en los prados del botánico de Viña del Mar sino en la acogedora sala de un pub en Valparaíso. Esta vez no asistieron mis amigos pero si lo hice yo en compañía de mi hijo que pocos días atrás había cumplido dieciocho años. La presentación fue un día viernes por la noche pero no importaba, hacía ya un par de primaveras que los fines de semana los puedo destinar a los que quiero.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Numenius Phacopus

Este zarapito (Numenius Phacopus) corriendo por la arena no lo hace en una desierta playa de Chiloé o al interior de alguna reserva marina protegida. La verdad es que se encuentra tan solo a cincuenta metros de la principal arteria vehicular de Valparaíso. 
Hasta hace algún tiempo estaba convencido que nuestra fauna costera “urbana” se limitaba a pelicanos y gaviotas, pero luego de participar en un sitio web dedicado a la fotografía de naturaleza descubrí que también se compone de zarapitos, pilpilenes, diversos tipos de cormoranes y un largo etcétera de distintas formas de vida. 
Crecí en una sociedad donde la pobreza era sinónimo de falta de esfuerzo, los homosexuales eran depravados, gitanos e inmigrantes peruanos eran ladrones, judíos y palestinos explotadores, y la palabra indígena era una ofensa. 
 Por suerte esta sociedad algo ha evolucionado, y aunque aún nos falta mucho, hemos aprendido que nuestras ciudades albergan mucha más maravillosa vida que tan solo pelicanos y gaviotas.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Magia Pasacalles

Has visto a un gigantesco burro amarillo persiguiendo a un tímido león? O a hombres de tres metros caminando entre un desfile de tambores? O a una manada de los más diversos animales desfilar vestidos de frac? O a una banda de mimos arrojando frutas a los transeúntes? O a un grupo de piratas cortejando a una docena de bellas brujas? O a una cofradía de poetas muertos brindando en un velero con ruedas? 
Si nos has visto nada de esto definitivamente a tu ciudad le hace falta un carnaval pasacalles.