martes, 30 de noviembre de 2010

Nuestro Saber

Los mapuches como buena parte de los pueblos amerindios no contaron con un lenguaje escrito lo que generó dos situaciones: por un lado en la actualidad no sabemos si sus relatos tradicionales y su cosmovisión es la misma que compartieron en sus fogones siglos atrás ya que muchos de ellos se fueron modificando por la influencia de las iglesias católica, durante la colonia y los primeros años y republicanos, y protestante en las últimas décadas; pero por otro lado motivó el exquisito contexto de que cada mito y leyenda hayan sido transmitidos de padres a hijos compartiendo un mate al calor del fuego durante los lluviosos inviernos del sur del mundo.
Existe una edad en la que lo relatado por nuestros padres no deja en nuestras mentes ningún lugar para la duda. Recuerdo que durante mi primera infancia, quizás como una forma de evitar que masticara goma de mascar, mi madre me dijo que si llegaba a tragar uno de estos pegajosos dulces esta se pegaría en mi instentino (valga la redundancia) y me podía provocar una seria enfermedad abdominal. Años más tarde lo mencioné a una de mis profesoras de biología la que me contestó que aquello no era más que “un cuento de viejas”. Imagínense como me sentí cuando esta maestra calificaba las enseñanzas de mi madre como cuentos de vieja y aunque con los años acepté la verdad hasta el día de hoy si me llego a tragar algún trozo de goma de mascar siento inmediatamente una pequeña contractura en el estómago.
En una situación similar hace algunos meses almorzando en un restaurant en una de las mesas contiguas escuché a un padre explicar a sus pequeños hijos que la ciudad de Río de Janeiro llevaba ese nombre debido al apellido de su fundador, por un momento me dieron ganas de intervenir en la conversación señalándole al padre que el fundador de Rio fue Estácio de Cá y que Janeiro en portugués significa Enero. Obviamente me pareció impropio inmiscuirme y contuve mis ansias culturizadoras pero de seguro esos muchachos por largo tiempo creerán que la capital del Brasil fue fundada por un tipo de apellido Janeiro y no dudaran en compartir aquel conocimiento con otros.
Más allá de lo anecdótico el punto al que quiero ir es la tremenda importancia que incluso en nuestros días de internet y televisión por cable puedo tener la enseñanza oral transmitida de padre a hijo y como esta puede cambiar nuestra forma de ver o entender el mundo convirtiéndose en ocasiones en un paradigma bastante difícil de romper.
Errado o no, verdadero o falso, cierto o inventado, algo en nuestro corazón se inflama cuando ya sea sentados en la mesa de un restaurant, caminando junto al mar o compartiendo un mate junto al fuego iniciamos una conversación con alguno de nuestros retoños diciendo “lo que te voy a contar me lo contó tu abuelo cuando tenía tu edad y a él se lo contó su padre…”

jueves, 25 de noviembre de 2010

El Llamado del Roble

Cada cultura antigua ha visto en los grandes montes la representación de sus divinidades mitológicas y a sus presencias tutelares. Ese influjo ha permanecido constante hasta nuestros días modernos, lo siento cada mañana cuando veo salir el sol entre los picos del cerro El Roble retratado en la fotografía, cuando veo su silueta y la del cordón cordillerano que lo rodea perfectamente iluminado por la luz del medio día y por sobre todo cuando lo veo pintarse de rojo, fucsia y azul cada atardecer.
¿Qué sentido tiene escalar una montaña? No se pasará a la inmortalidad por ello porque en la actualidad prácticamente todas las cumbres ya han sido subidas, la experiencia además de cansadora puede resultar en algunos casos bastante peligrosa, además en una suerte de paradoja después de caminar por horas hasta alcanzar la cima no queda otra alternativa que caminar otras tantas horas para regresar. ¿Por qué entonces muchos, entre los que me incluyó, consideran la ascensión de un monte una de la experiencias más fascinante que se pueda tener en la vida?
Quienes hemos estado en la cumbre de una montaña sabemos que contemplar el mundo desde las alturas es una sensación única e indescriptible, pero no se trata tan solo de llegar a la cima lo realmente interesante es el proceso, el cómo se aclara nuestra mente después de algunos minutos de caminata, el recurrir a nuestras reservas anímicas más que físicas para seguir ascendiendo cuando el cansancio arrecia y en ese sentido el desarrollo de nuestra perseverancia para finalizar una tarea que por cierto nadie nos obliga. Sin embargo creo que la mayor lección de vida que se puede tener en una escalada es que en más de una ocasión debido a alguna lesión o un cambio climático y luego de haber caminado por horas y a veces faltando tan solo un corto trecho para llegar a lo más alto es necesario rendirse e iniciar el descenso. Créanme que es bastante difícil encontrarse a no más de cien metros de la cima y tener que aceptar que es imposible o poco prudente seguir avanzando, pero esas decisiones son las que evitan accidentes y salvan vidas (más del 90% de las desgracias ocurridas en la montaña son por imprudencias). Para mí esa esas son las principales lecciones del montañismo entender que no siempre se puede llegar al objetivo pero que lo importante es intentarlo y que lo realmente trascendental es el proceso y no el fin de este.
Este fin de semana espero alcanzar la cumbre de El Roble, pero si no es posible igual valdrá la pena el esfuerzo.

sábado, 20 de noviembre de 2010

La Luna Ausente

Esta foto es en muchos aspectos por decir lo menos deficiente, fue bastante difícil de tomar y más complicada aún de editar porque intente con cuanto software existe eliminar el ruido presente (esa especie de granulado que aparece en las imágenes tomadas con poca luz) cuestión que al final fue del todo inútil. ¿Porqué la publico entonces y cuál es la razón del título?
Hace algunas semanas luego de presenciar una tocata en un local de Valparaíso como en mi caso es usual los días viernes al salir a la calle me encontré con la magnífica imagen de una Luna absolutamente llena surgiendo en el horizonte por sobre las nubes e iluminando el mar. El problema es que en el centro mismo de la ciudad las barreras de los sitios portuarios interrumpen una visión directa del océano y las playas se encuentran un tanto alejadas hacia sus costados, entonces me dirigí a una pasarela en altura desde donde podría tomar mi foto en ese momento soñada.
Mientras subía el puente peatonal por uno de sus costados me di cuenta que en el extremo opuesto, que era el lugar ideal para situarme con mi cámara, se encontraba al menos una docena de muchachos bebiendo alcohol y fumando pitillos de marihuana. Personalmente no considero a Valparaíso una urbe particularmente peligrosa y nunca he sido víctima de algún delito, pero eso también ha sido porque soy un tipo bastante precavido y esa misma precaución me hizo ver que no era muy inteligente intentar hacer alguna foto desde ese lugar.
A paso acelerado tomé rumbo a algunos miradores antes que la Luna se elevara demasiado pero en todos aquellos que visité me encontré con la misma situación esto es pandillas de muchachos ebrio y drogados. Finalmente luego de caminar un buen rato y llegar a un lugar donde podía montar un equipo fotográfico sin riesgo tomé la imagen que encabeza esta entrada, como pueden ver desde mi posición no se veía el mar y además la Luna ya se encontraba casi completamente oculta por las nubes.
A raíz de situaciones como la comentada y otras no es extraño escuchar a algunos compatriotas lanzar frasecitas del tipo “en la época del general Pinochet uno podía andar sin temor por las calles”, cuestión que es cierta pero convengamos que durante buena parte de los años de dictadura estuvo implantado el toque de queda nocturno y por otro lado las fuerzas policiales podían detener y encarcelar a quien se les viniera en gana bajo la figura de la detención por sospecha.
Es triste que en aquellos años la gente evitara caminar por las calles de noche por temor a los agentes del estado, paradojalmente los mismos que debían velar por su seguridad. Sin embargo hoy nos vemos sometidos a una nueva dictadura: la de la delincuencia impune, y es que quizás intentando superar los años de represión hemos flexibilizado tanto nuestras leyes que las calles se han llenado de chicos que saben que no importa lo que hagan no podrán ser imputados por su corta edad o en el peor de los casos pasaran tan solo algunos minutos en una comisaría.
Encontrar el balance entre seguridad y derechos civiles es nuestro gran desafío como sociedad.

lunes, 15 de noviembre de 2010

El Casero

Nuestros políticos y economistas son bastante fanáticos de los indicadores: Índice de Crecimiento, Índice de Productividad, Producto Interno Bruto, Ingreso Per cápita, Nivel Riesgo País y otros. Cualquier aumento o descenso en las cifras es ampliamente difundido de acuerdo a los intereses de tal o cual sector. En ese sentido me llama la atención la aparición hace algunos años de un nuevo indicador, por cierto bastante menos mencionado, se trata del Índice de Felicidad Nacional Bruta, el que busca determinar que tan contentos se siente la población de determinado lugar con su nivel de vida. En los años en los que se ha aplicado la medición los primeros lugares no han sido ocupados por ninguna de las superpotencias, ni tampoco por ningún país europeo ni por las naciones llamadas emergentes. Durante un largo periodo el primer lugar en términos de felicidad nacional fue ocupado por Bután, pequeño reino enclavado en lo alto de los Himalayas cuya población tiene un limitado acceso a los bienes de consumo y su economía es básicamente agraria, le siguen países como Costa Rica, Panamá, Cuba o El Salvador, definitivamente ningún país en los que Wall Street tenga fijados sus ojos.
Por alguna razón, quizás ligada a los medios de publicidad, hemos asociado felicidad con bienes materiales o en otras palabras con más dinero para gastar, en ese sentido nos parece lógico que cualquiera de nosotros busque mejorar sus condiciones laborales en términos de mayor remuneración, pero está de sobra comprobado que más responsabilidad igual más dinero también es igual más estrés e igual menos tiempo.
Entonces qué ocurre cuando alguien privilegia otros factores, vida en familia, tiempo libre, recreación, satisfacción personal, a la hora de determinar sus decisiones laborales aún a costa de menores ingresos, en muchos casos lo miramos como si fuera un irresponsable o sencillamente o un descerebrado.
De mi experiencia en el mundo del trabajo he conocido a una buena cantidad de ejecutivos, ingenieros y gerentes, y por otra parte debido a mi gusto por comprar en los mercados he conocido a una buena cantidad de humildes “caseros” dueños de puestos de frutas, cereales, carnes o pescados, y puedo decir sin ningún lugar a dudas cual de ambos grupos de personas es más feliz y vive mejor, quizás con menos bienes pero con una profunda alegría de vivir.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Challapampa

Tibias aguas color turquesa en un mar de coral, playas paradisíacas de blancas arenas en medio del Caribe, sol abrazador y ambiente de celebración. No se engañen, las aguas no superan los 12 grados Celsius, no está en el Caribe sino en medio del altiplano andino cerca de los 4.000 msnm y tampoco se trata de un mar sino del Lago Titicaca. No todo es lo que parece.Hace algunas semanas una amiga de infancia a la que no veía hace casi veinte años y que reencontré vía facebook me invitó a cenar a su hogar. Llegué hasta el domicilio en cuestión, una hermosa casa en un condominio en los suburbios, automóvil del año a la puerta, una exquisita y sofisticada decoración, cuatro hijos, un esposo enamorado y comprometido con su familia, todo de ensueño. Después de cenar y mientras conversábamos en el living ella se apresuró a acabar su copa de vino me tomó la mano y con un dejo de tristeza me dijo: “Necesito pedirte un consejo; me quiero divorciar…”. No todo es lo que parece.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Pseudalopex Griseus

Mis amigos fanáticos de la fotografía de naturaleza dirían que el sujeto fotografiado es un inmaduro de pseudalopex griseus o licalopex griseus según otras clasificaciones científicas. Para el común de los mortales se trata simplemente de un juvenil zorro chilla.
La fama de astutos de los zorros está más bien que ganada, hasta hace algunas décadas en las zonas rurales se habían convertido en la pesadilla de granjeros y campesinos por su habilidad para eludir cuanta cerca y alambrado exista causando estragos entre las poblaciones de conejos, gallinas y patos domésticos. Lo anterior llevó a que en su contra se realizara una caza indiscriminada que también alcanzó a lechuzas, aguiluchos y demases aves rapaces o mamíferos depredadores.
Como consecuencia de la furia campesina actualmente estas especies se encuentran clasificadas como vulnerables de extinción y se les encuentra reducidos al interior de los parques nacionales, pero como la naturaleza tiene su justo equilibrio la ausencia de los zorros en las praderas si bien acabó con las muertes de las aves de corral también significó el que los ratones de campo proliferaran al punto de transformarse en una plaga que además de dañar cultivos y graneros se encargó de transmitir parásitos e infecciones tan peligrosas como el Hanta virus, años atrás prácticamente desconocido.
Los ratones fueron controlados con pesticidas los que a su vez por acción del viento o la erosión han acabado en los afluentes afectando la flora fluvial y provocando las repetidas migraciones de cisnes y patos salvajes en busca de las cada vez más escasas aguas libres de contaminación y abundantes en micro plancton
Actualmente nuestras necesidades de energía y de generación de riqueza nos llevan a evaluar la construcción de nuevas centrales termoeléctricas, nuevas represas, nuevos yacimientos mineros y el levantamiento de ciertas vedas extractivas. Sin importar la decisión que tomemos al respecto lo único que debemos tener claro es que hagamos lo que hagamos con la naturaleza todo tendrá para nosotros una consecuencia más temprano que tarde.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Arte en Movimiento (Republicación del 31/05/09)

Diciembre de 2008 y como cada fin de año Valparaíso se llena con los colores de los Carnavales Culturales, tres días en los que en los espacios públicos de la ciudad se suceden muestras de danza, conciertos musicales de toda índole, obras teatrales y toda suerte de manifestación cultural y artística. El punto culmine tiene lugar el domingo previo al año nuevo con la realización del Pasacalles, un gigantesco desfile de batucadas, marionetas gigantes, compañías de teatro y danzantes, así como también juntas de vecinos y humildes agrupaciones comunales como la de la mujer de la fotografía que al igual que sus compañeras preparó por semanas su traje tan sólo para bailar algunas horas por las calles porteñas llenando de color a este puerto gris.
No entiendo porque el arte y la cultura son considerados patrimonio exclusivo de una élite, quizás porque por un fin de preservación las grandes obras artísticas han sido recluidas al interior de los museos o porque lamentablemente el costo de la literatura tiende a ser excluyente al igual que el acceso a las presentaciones de música clásica, ópera y ballet por mencionar algunas formas culturales. Pero también es un hecho que quienes forman parte del llamado “mundo del arte y la cultura” suelen mirar con ciertos aires de superioridad al común de los mortales, como si el vulgo no fuera capaz de comprender las metáforas del género lírico, indigno de descubrir los matices de la pintura contemporánea e incapaces de percibir la profundidad en los guiones del sobrevalorado cine europeo.
Nombre como los de Matta, Galeano, Benedetti, Warholl, Furosawa o Verdi deben estar vedados a las grandes masas o si no se harían populares y la élite intelectual detesta todo aquello que suene, huela o parezca masivo. Para los plebeyos están el poema 20 de Neruda, los libros de Stephen King, los conciertos gratuitos de Morricconne y los DVDs con comentarios del director de Tarantino.
Celebro que aunque sea por tres días una ciudad se llené de cultura y que a esta tengan acceso las dueñas de casas, los obreros, los estudiantes y quien quiera conocerla. Ojalá hubiera permanente acceso gratuito a las galerías de arte y salas de teatro (sé que es imposible por una cuestión de costos), se hicieran más conciertos líricos en espacios públicos y los lugares donde se almacena el patrimonio cultural dejaran de ser hostiles y grises edificios de aire victoriano (para un niño de ocho años el exterior de una biblioteca o un museo es lo más cercano que pueda haber a una mansión embrujada).
Con una mueca de dolor y repugnancia la élite cultural debe reconocer que las obras magistrales de los más grandes escritores, pintores, poetas, músicos y dramaturgos usualmente tuvieron su inicio en la sucia servilleta de un bar bohemio, entre las sábanas de un burdel clandestino o en la pequeña habitación de un edificio comunitario en medio de algún getto de inmigrantes.
El arte y la cultura son patrimonio de sus pueblos y no derecho de algunos pocos, por lo mismo deben ser celebrados en forma masiva, desbordante, carnavalesca, desenfrenada y creativa, aunque algunos lo encuentren “de pésimo gusto”.