martes, 23 de febrero de 2010

La Felicidad de los Uros



Finalmente acabaron mis vacaciones y acá me encuentro de regreso. No puedo negar que fue un tiempo sencillamente exquisito en el que además de conocer lugares de una increíble belleza, gentes fascinantes, costumbres asombrosas y probar unos cuantos platos de comida fabulosos, también tuve la oportunidad de desconectarme por completo de la diaria rutina. Pero otro ingrediente que hizo este tiempo aún más especial fue el haber compartido una enorme cantidad de tiempo con mi hijo, no es que esto no lo haya hecho en viajes anteriores pero ahora me encontré conversando distendidamente con un muchacho mucho más maduro, más grande (y no me refiero a que ya me haya superado por un par de centímetros) sino que cada vez menos niño y más adulto.
Cada noche al regresar al hostal donde nos hospedábamos yo me dedicaba a revisar las fotografías del día, intercambiar experiencias con los otros huéspedes (todos de distintas nacionalidades lo que hacía la conversación, usualmente en spanglish, bastante interesante) y planificar a que lugares valdría la pena ir al día siguiente. Mi hijo en tanto tomaba su laptop y se dedicaba a componer música mediante un software que reemplaza un piano, esta música surgía de las melodías que inventaba durante el día mientras viajábamos de un lugar a otro, mientras navegábamos a alguna isla o mientras caminábamos entre el bosque.
Reconozco que en algunos aspectos soy un padre un tanto tradicionalista y me encantaría que mi retoño estudiara ingeniería, ciencias o cualquier carrera tradicional (entiéndase por ello las de fácil colocación y bien remuneradas), pero por primera vez me he planteado que quizás deba apoyarlo e incentivarlo a ingresar a un conservatorio o estudiar una maestría en música que es lo que realmente le entusiasma.
Les soy honesto, el tema me provoca ciertas aprensiones, ¿y si le cuesta encontrar un trabajo? ¿y si ese trabajo es mal remunerado? ¿y si nunca logra lo que llamamos estabilidad económica?, pero por otro lado su futuro no es eso: “su futuro” y no el mío y al parecer es lo que él desea, y si es un error no tiene acaso el derecho a equivocarse.
Hace un par de años en un viaje al Lago Titicaca en el altiplano andino tuve la oportunidad de conocer al pueblo de los Uros. Estos son una comunidad de indígenas que desde hace más de quinientos años habitan en isla artificiales hechas con totora que flotan sobre las aguas del lago, en otras palabras viven en verdaderas balsas de cien metros cuadrados tejidas con fibras vegetales. En estas islas/balsas tienen sus casas también hechas con totora, su colegio construido con totora en una isla de totora, navegan al cercano pueblo de Puno en canoas de totora a comprar mercaderías con el dinero que obtienen por la venta de sus artesanías hechas en totora y lo que reciben por las visitas de los turistas, incluso su dieta consiste principalmente en pescado atrapado con redes tejidas en totora y pulpa de la misma totora (que tiene un saber parecido al plátano).
Estando allí le pregunté a una mujer mientras le compraba algunas artesanías si era feliz en ese lugar o si preferiría vivir en una casa de material sólido en tierra firme. La mujer me contestó que no podría ser más feliz en otro lugar porque allí, en medio de las pantanosas aguas del Titicaca, crecía lo único que ella necesitaba: totora.
Quizás alimentarse de sus sueños sea lo único que mi hijo necesito en su futuro.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Torrente

Mientras publico esta entrada me encuentro en un terminal de buses esperando iniciar viaje al extremo sur de Chile, a las puertas de la Patagonia, a aquellas tierras en donde volcanes cubiertos de nieves eternas, ríos caudalosos, lagos escondidos entre bosques impenetrables, islas deshabitadas y extensas llanuras se funden en un solo paisaje sorprendente y complejo.
Aquellos lares son atravesados por el Yelcho, el Futaleufú, el Palena, el Cisnes y el Baker, algunos de los ríos más caudalosos del mundo, una delicia para los fanáticos de la pesca con mosca, el rafting, el kayaking y en general para todos aquellos que disfrutan del contacto con la naturaleza en su estado más puro y salvaje. Lamentablemente sus torrentosas cuencas también se han convertido en un apetecido tesoro para los dueños de las empresas generadoras de electricidad que en cada salto de agua ven la posibilidad de instalar una monumental represa que abastezca de miles de mega watts hora a nuestro país y al sur de Argentina.
Es innegable la necesidad de energía para mantener el desarrollo económico de dichas regiones, también es cierto que de todas las formas de generar electricidad la producción hidroeléctrica es una de las menos contaminantes, pero también es cierto que esta es una de las que más afecta los ecosistemas circundantes. El avance productivo puede justificar entonces alterar el curso de los ríos, inundar miles de hectáreas y llenar de torres de alta tensión un paisaje hasta entonces en estado virgen. No es más racional continuar potenciando las actividades económicas ligadas al turismo, mal que mal cada año son miles quienes están dispuestos a cruzar medio mundo para conocer estas tierras dejando una importante cantidad de divisas a su paso (estamos hablando de un promedio de U$ 500 diarios por visitante).He escuchado a ciertos líderes de opinión declarar que “es preferible que estas aguas se destinen a la producción energética antes que se pierdan en el mar”, es que acaso las aguas ¿se pierden en el mar? Me parece que dichas declaraciones son un absoluto desconocimiento del ciclo del vital elemento (cuestión conocida por cualquier niño de primaria). Además puede el estado de Chile vender los derechos de uso de un agua que no le pertenece a ningún gobierno de turno en particular sino que es patrimonio no de todos los chilenos sino de toda la humanidad.
Gracias a Dios en algunos casos ha primado la cordura y una visión a largo plazo y es así como Comisión de Protección del Medio Ambiente ha declarado innegociables los derechos de agua sobre los cursos del Palena y el Cisnes, es de esperar que igual situación ocurra con los demás ríos patagónicos. Por otro lado en España la casa matriz del BBVA, hasta hace poco principal financista del proyecto HydroAysén, señaló que ha optado por retirar su apoyo a dicho proyecto debido a que su ejecución contradice la visión ambiental del banco hispano. Honestamente creo que esta decisión tiene más que ver con un estudiado plan de relaciones públicas que con un verdadero compromiso con la ecología, pero sea como sea ya es un avance.
De mi paso por este rincón austral de seguro les contaré más adelante, por el momento sólo permítanme tener un lapsus de ecologista furioso y gritar a viva voz: PATAGONIA SIN REPRESAS!

viernes, 5 de febrero de 2010

Cambio de Enfoque (Republicación del 19/05/09)

Un paseo a mediados de primavera parecía ser la perfecta ocasión para probar mi cámara reflex recién adquirida, y así avanzando por calle Prat me encuentro con la perfecta ocasión de fotografiar la típica postal de un trolebus avanzando por las calles porteñas. Bastaría sólo un par de horas para que sentado frente a mi PC me diera cuenta que el mal manejo del cilindro de enfoque había transformado mi estupenda postal en la foto de una señora portando una bolsa anaranjada con un trolebus de fondo.
Muchas cosas requieren ser adecuadamente digeridas o revisadas y es así como al tiempo descubrí cierta frescura en esta imagen. La señora en cuestión en lugar de estropear la toma le dió una frescura y calidez que hubiera sido imposible lograr manteniendo el enfoque proyectado.
En tiempos de crisis como los actuales me he visto cotidianamente obligado a cambiar el enfoque de muchos de mis planes y si bien me he privado de ciertas cosas he recibido a cambio la satisfacción de vivir situaciones que nunca estuvieron proyectadas.
Las anheladas vacaciones en el extranjero debieron ser cambiadas por la visita a la casa de esa tía sureña que me hizo revivir los regaloneos recibidos en mi infancia; las onerosas salidas a comer en algún restaurant se reemplazaron por económicas pero infinitamente cálidas tertulias con amigos de años; la actitud ante mi hijo de todopoderoso proveedor de cuanta cosa se le ocurriera se reenfoco en la explicación de que hay tiempos para ser austeros y ahorrativos.
El cambio de enfoque me ha enseñado que puedo continuar usando el mismo celular aunque su pantalla no sea táctil, que mi pc es lo suficientemente rápido para lo que yo lo ocupo, que no se justifica tener cincuenta canales de televisión contratados si solamente veo los noticiarios y un sin fin de pequeños reenfoques que han hecho mi vida más sencilla y me han ahorrado unos cuantos pesos en la pasada.
Desde hace algún tiempo esta es la hermosa foto de una porteña caminando por calle Prat una tarde de primavera, como dato anecdótico se ve un trolebus detrás de ella.

PD: Esta entrada la publique en el contexto de la crisis económica mundial del 2008/2009, y aunque la situación general ha cambiado muchas cosas aprendí de esos meses difíciles y espero recordar en la actualidad y a futuro las lecciones recibidas.