miércoles, 10 de agosto de 2011

Cuestión de Piel

Era el verano de 2010 cuando junto a mi hijo navegábamos en un pequeño bote a motor por los islotes de Puñihuil en la costa noroccidental de la isla de Chiloé. El sector, declarado Monumento Natural, es el único donde nidifican juntos pingüinos de Humboldt y de Magallanes, y obviamente era avistar a estos palmípedos lo que nos había llevado hasta allí.
El espectáculo era impresionante pues no eran cientos sino miles los pingüinos, polluelos y adultos, que se paseaban incesantemente entre las rocas, visión que era complementada con la presencia de cientos de cormoranes rojos anidando en parejas, como es su costumbre, en lo alto de los acantilados. Pero entre tanta que observar de repente pasa por el lado de nuestro bote robándose por completo nuestra atención el simpático protagonista de la fotografía: un Chungungo, suerte de nutria de agua salada endémica de las costas australes, que nadaba de espaldas con total desparpajo mientras se zampaba un supongo delicioso cangrejo.
Hasta hace pocos años los chungungos estuvieron a punto de ser llevadas a la extinción por causa de su codiciada piel, incluso en la actualidad su población sigue siendo escasa y difícil de observar. Gracias a la gradual toma de conciencia de nuestras sociedades el negocio de la peletería ha perdido su clientela, no solo por el innecesario exterminio de especies sino también por a crueldad aplicada en sus procesos. Recordemos que para no dañar la piel con cortes de cuchillos o agujeros de balas nutrias, focas, castores y otros suelen ser golpeados con garrotes recubiertos en tela hasta quedar agónicos e inconscientes y la razón por la que el martirio no termina con la muerte es aún peor ya que como los pieles pierden parte de su brillo y elasticidad postmortem estos animalitos son desollados vivos para luego ser entregados al festín de los carroñeros.
El acceso a la información, la referida toma de conciencia y la condena social ha hecho que en la actualidad el uso de prendas de piel sea mal visto y en lugar de la elegancia que antes representaba hoy es un símbolo de mal gusto y chabacanería, y como nuestro mundo es regulado por las leyes del mercado al no haber demanda no hay oferta.
Más en pañales pero en un sendero similar (espero) es la situación que está ocurriendo con la norma ISO 21.000 y las certificaciones de comercio justo. Actualmente difícilmente compraríamos un producto si sabemos que ha sido manufacturado por menores de edad y es de esperar que en ese mismo sentido el día de mañana exijamos que los fabricantes de nuestros productos de consumo y el comercio que lo vende cumpla con su responsabilidad social proveyendo de condiciones laborales y salarios dignos para sus trabajadores, cuestiones que son reguladas por las referidas normas.
Pero hay cambios que podemos provocar sin tener que esperar a la promulgación de normas o regulaciones. Así como nuestra toma de conciencia con respecto al sufrimiento animal modificó el mercado de la peletería también nuestra toma de conciencia de la mala calidad de vida de nuestros congéneres puede generar importantes transformaciones.
Al final de cada jornada laboral todos queremos regresar a nuestros hogares y cada fin de semana deseamos estar con nuestros seres queridos, pues esos no son los mismos deseo de, por ejemplo, los trabajadores del comercio minorista también llamado retail.
Si casas comerciales y supermercados abren hasta altas horas de la noche, realizan liquidaciones hasta la madrugada y abren los días domingos es sencillamente porque hay clientes que acuden en esos horarios a realizar sus compras. Si tan solo nos ordenáramos un poco y tuviéramos cierta compasión no llegaríamos corriendo a comprar justo al cierre de las tiendas ni nos dedicaríamos a vitrinear un domingo en la tarde.
Créanme que esa transformación sencilla de nuestros hábitos como consumidores puede generar un importante cambio en la calidad de vida de los trabajadores del comercio porque, como ya está dicho, al no haber oferta no hay demanda, claro que más de algún gran empresario saldrá a decir que se ponen en juego cientos de puestos laborales y la estabilidad económica y un innumerable etcétera, en resumen lo mismo que dijeron peleteros y cazadores furtivos décadas atrás.

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