lunes, 15 de noviembre de 2010

El Casero

Nuestros políticos y economistas son bastante fanáticos de los indicadores: Índice de Crecimiento, Índice de Productividad, Producto Interno Bruto, Ingreso Per cápita, Nivel Riesgo País y otros. Cualquier aumento o descenso en las cifras es ampliamente difundido de acuerdo a los intereses de tal o cual sector. En ese sentido me llama la atención la aparición hace algunos años de un nuevo indicador, por cierto bastante menos mencionado, se trata del Índice de Felicidad Nacional Bruta, el que busca determinar que tan contentos se siente la población de determinado lugar con su nivel de vida. En los años en los que se ha aplicado la medición los primeros lugares no han sido ocupados por ninguna de las superpotencias, ni tampoco por ningún país europeo ni por las naciones llamadas emergentes. Durante un largo periodo el primer lugar en términos de felicidad nacional fue ocupado por Bután, pequeño reino enclavado en lo alto de los Himalayas cuya población tiene un limitado acceso a los bienes de consumo y su economía es básicamente agraria, le siguen países como Costa Rica, Panamá, Cuba o El Salvador, definitivamente ningún país en los que Wall Street tenga fijados sus ojos.
Por alguna razón, quizás ligada a los medios de publicidad, hemos asociado felicidad con bienes materiales o en otras palabras con más dinero para gastar, en ese sentido nos parece lógico que cualquiera de nosotros busque mejorar sus condiciones laborales en términos de mayor remuneración, pero está de sobra comprobado que más responsabilidad igual más dinero también es igual más estrés e igual menos tiempo.
Entonces qué ocurre cuando alguien privilegia otros factores, vida en familia, tiempo libre, recreación, satisfacción personal, a la hora de determinar sus decisiones laborales aún a costa de menores ingresos, en muchos casos lo miramos como si fuera un irresponsable o sencillamente o un descerebrado.
De mi experiencia en el mundo del trabajo he conocido a una buena cantidad de ejecutivos, ingenieros y gerentes, y por otra parte debido a mi gusto por comprar en los mercados he conocido a una buena cantidad de humildes “caseros” dueños de puestos de frutas, cereales, carnes o pescados, y puedo decir sin ningún lugar a dudas cual de ambos grupos de personas es más feliz y vive mejor, quizás con menos bienes pero con una profunda alegría de vivir.

12 comentarios:

Alimontero dijo...

Querido amigo, me gusta tu forma de escribir nuestras costumbres, tu estilo coloquial, directo, sencillo, y tan ameno, es como si estuviéramos conversándonos un café...;-)

Me encantó esto de "Índice de Felicidad Nacional Bruta", ausente en una gran parte de nuestra población, como lo que nos comentamos anteriormente....
"vender a los demas la idea de la felicidad" no es ningún mérito, por el contrario, es pobreza total de espiritu que nadie compra....

Un abrazo y felicidades Luis!

Ali

Belén dijo...

No sé, la verdad es que yo creo que el que menos tiene, se adapta más y mejor, por eso parecemos más felices...

Besicos

Susana Peiró dijo...

Ese famoso Índice ciertamente tiene tela para cortar. Creo recordar, corregime por favor Luis si me equivoco, que Japón lucía en uno de los últimos lugares.

¿Lo bueno? Volver a colocar el tema de la Felicidad, en agenda. Interesante para volver a los autores clásicos y sus postulados. Felicidad a la manera de superar las pasiones (Kant)la felicidad aristotélica, etc. incluso la felicidad natural, de los humildes caseros, que ciertamente honran a la vida.

Temas muy humanos, en un tiempo en que los números (invención humana)dicen tan poco de nosotros.

Un abrazo estimado amigo!

Alís dijo...

Efectivamente, tener más no significa ser más feliz. La cuestión es a qué damos prioridad y lamentablemente nos dejamos convencer de que poseer bienes materiales nos hará sentirnos mejor. Por ello renunciamos a compartir con la familia, con los amigos, a tener tiempo para nuestras aficiones. En definitiva, a dedicar tiempo a hacer aquello que nos gusta.

Muy buena reflexión, Luis

Besos

MaLena Ezcurra dijo...

La alegría del vivir es algo que no se opaca con ningun índice, creo.


Luis me fascina recorrer tus paredes, me encanta las imágenes de nuestros platos.


Te abrazo largamente.



MaLena.

Pame Recetas dijo...

Buscar la felicidad con alegría, es lo que me enseñaron. Un gran tema, que necesitamos rescatar, por ahora en esta larga y angosta faja, nos quedamos con lo superficial, quien sabe si podremos aprender algo de Butan, en todo caso, estoy seguro que cerca del mar es más fácil que amontonados en la gran urbe, donde como me dijiste en otro post, nadie quiere tener tiempo de mirar la magnífica cordillera nevada.

Anónimo dijo...

Yo pienso que la felicidad no entiende de ricos ni pobres. Quien conduce un coche "cuatro latas" aspira a un mercedes, quien tiene un mercedes, aspira a un yate, quien tiene un yate, aspira a un avión privado. El grado de insatisfacción siempre es el mismo.
Me parece que la felicidad es una filosofía de vida, más que una cuestión económica. Al menos, así lo veo yo, no sé si con mucho acierto.

Un abrazo, luis.

Mayte Llera (Dalianegra) dijo...

Hola, Luis, ciertamente coincido contigo en que no es precisamente el dinero lo que da la felicidad, puede ayudar, pero se es muy feliz con otras cosas que el dinero no puede comprar: el amor, el cariño, el respeto, la calma, la paz interior, el poder disfrutar de los seres queridos o de lo que a uno guste hacer sin estar pendiente de tiempo...

He viajado mucho y nunca he visto seres más felices que los que menos tienen, incluso cuando a veces padecían verdaderas carencias económicas, que a cualquiera de nosotros sumirían en la depresión más absoluta. Sólo es cuestión de que quizás nuestros principios estén totalmente equivocados y sea a ellos a quienes debamos imitar.

Un beso, querido amigo y muy feliz semana.

pepa mas gisbert dijo...

Como se dice en el último anuncio publicitario de IKEA (que ya nos vale), es más feliz no el que más tiene, si no el que menos necesita.

Ligia dijo...

El dinero no da la felicidad, pero ayuda mucho. Todo está en su término medio. Abrazos

Mai Puvin dijo...

Impactante entrada, coincido con tu mirada.

Besos y gracias por estar siempre cerquita!

Rembrandt dijo...

Habrá en el mundo términos tan disímiles como son felicidad y dinero?
Vivimos en una sociedad donde el consumo parece ser el factor más importante para lograr la felicidad, gran error si nos creemos eso,
la calidad de las relaciones que vayamos construyendo en la vida son lo verdaderamente importante. Eso es lo que nos hará más o menos felices, el dinero es sólo un paliativo cuando necesitamos de lo material para sentirnos bien

Por eso considero que hay que darle al dinero sólo el valor que tiene y no más allá de eso.

Besos para vos y buen finde amigo mío.
REM