Chile tiene un largo listado de estatuas y relieves curiosos. Esta el caso de un escudo patrio presente en el Palacio de Gobierno que en lugar de tener nuestros animales tutelares custodiando el blasón presenta los del imperio británico; también la estatua de un caudillo mapuche que combatió a los conquistadores españoles representado con el tocado de un indio apache norteamericano; pero uno de los que más llama la atención es esta representación de la diosa Themis, la Justicia.
Desde la antigüedad clásica la Justicia es representada como una mujer de toga con los ojos vendados sosteniendo una balanza en una mano y una espada desenvainada en la otra, sin embargo esta “Justicia” ubicada fuera del Palacio de los Tribunales en Valparaíso tiene su vista descubierta, apoya con desidia la espada en su hombro mientras los platillos de su balanza cuelgan de su mano derecha, como si fuera poco tiene su mano izquierda apoyada en jarra en su cintura con una mezcla de prepotencia y coquetería.
Explicaciones al origen de esta representación hay muchas: algunos señalan que fue pensada como una forma de ejemplificar que la verdadera justicia se encuentra únicamente en el interior de los tribunales; otros señalan que fue donada en venganza por un influyente ciudadano extranjero a quien los tribunales porteños le habían sido adversos; la versión más verosímil señala que luego que el intendente Francisco Echaurren la mandara a forjar a Italia en 1877 su sucesor no quiso respetar el precio acordado por lo que el artista decidió vengarse dando esta actitud a la estatua.
Lo cierto es que más allá de los orígenes está estatua resulta ser mucho más realista que la representación clásica, y es que la justicia o los tribunales hace mucho tiempo que dejaron de ser ciegos, si es que alguna vez lo fueron, siempre se evalúa quien es el involucrado y las repercusiones políticas que un fallo pueda tener; la espada no siempre se emplea con la eficacia necesaria pues buena parte de las penas son o irrisorias o desproporcionadas, es así como una vecina que no limpió su césped debe pasar un fin de semana en la penitenciaria y un narcotraficante es dejado en libertad vigilada por no existir “pruebas concluyentes”; que decir de la balanza ya que está se inclina siempre hacia el más poderoso.
No estoy diciendo que todos los jueces y funcionarios del poder judicial sean unos corruptos, por el contrario quiero creer que en su gran mayoría son gentes honestas comprometidas con su labor, el problema es que con el sin número de leyes, modificaciones, excepciones, precedentes, artículos y un sinfín de tecnicismos legales el resultado de un juicio siempre se inclinara a favor de quien tenga al mejor abogado de su lado y esto usualmente es directamente proporcional con el poder adquisitivo con el que se cuente. Es cierto también que en toda democracia moderna el estado provee de un defensor a quien no pueda costearse uno, pero estos normalmente son jóvenes inexpertos recién egresados de la escuela de leyes, verdaderas palomas incapaces de enfrentarse a los experimentados gavilanes de los estudios jurídicos corporativos.
Durante el oscurantismo del Medievo muchos asuntos se dejaban al “Juicio de Dios”, cada parte en conflicto era representada por un campeón que se enfrentaba en una dura batalla con el campeón de su oponente, el que resultaba victorioso (en otras palabras el que sobrevivía) lo había sido por contar con el favor divino por lo que su causa era la justa y el juicio se definía a su favor. En esa lógica era bastante sencillo el mancillar, denostar, humillar y robar a otros siempre y cuando se contara con un mercenario con años de experiencia en combate al servicio personal.
Nuestro actual sistema de justicia no es tan distinto, en lugar de campeones somos representados por abogados los que en vez de armas se enfrentan con afilados oficios, mortales apelaciones y punzantes solicitudes de no innovar. En la actual lógica no se trata de tener o no la razón sino de poder contratar al mejor defensor jurídico para que este logre que se haga “justicia”.
Mirando bien la estatua me parece entenderla, se cansó de la situación, agarró su espada y su balanza, se quitó la venda para ver por donde largarse y ahora está mano en la cintura esperando un taxi que la lleve a algún sitio donde se le haga honor a su nombre.
Desde la antigüedad clásica la Justicia es representada como una mujer de toga con los ojos vendados sosteniendo una balanza en una mano y una espada desenvainada en la otra, sin embargo esta “Justicia” ubicada fuera del Palacio de los Tribunales en Valparaíso tiene su vista descubierta, apoya con desidia la espada en su hombro mientras los platillos de su balanza cuelgan de su mano derecha, como si fuera poco tiene su mano izquierda apoyada en jarra en su cintura con una mezcla de prepotencia y coquetería.
Explicaciones al origen de esta representación hay muchas: algunos señalan que fue pensada como una forma de ejemplificar que la verdadera justicia se encuentra únicamente en el interior de los tribunales; otros señalan que fue donada en venganza por un influyente ciudadano extranjero a quien los tribunales porteños le habían sido adversos; la versión más verosímil señala que luego que el intendente Francisco Echaurren la mandara a forjar a Italia en 1877 su sucesor no quiso respetar el precio acordado por lo que el artista decidió vengarse dando esta actitud a la estatua.
Lo cierto es que más allá de los orígenes está estatua resulta ser mucho más realista que la representación clásica, y es que la justicia o los tribunales hace mucho tiempo que dejaron de ser ciegos, si es que alguna vez lo fueron, siempre se evalúa quien es el involucrado y las repercusiones políticas que un fallo pueda tener; la espada no siempre se emplea con la eficacia necesaria pues buena parte de las penas son o irrisorias o desproporcionadas, es así como una vecina que no limpió su césped debe pasar un fin de semana en la penitenciaria y un narcotraficante es dejado en libertad vigilada por no existir “pruebas concluyentes”; que decir de la balanza ya que está se inclina siempre hacia el más poderoso.
No estoy diciendo que todos los jueces y funcionarios del poder judicial sean unos corruptos, por el contrario quiero creer que en su gran mayoría son gentes honestas comprometidas con su labor, el problema es que con el sin número de leyes, modificaciones, excepciones, precedentes, artículos y un sinfín de tecnicismos legales el resultado de un juicio siempre se inclinara a favor de quien tenga al mejor abogado de su lado y esto usualmente es directamente proporcional con el poder adquisitivo con el que se cuente. Es cierto también que en toda democracia moderna el estado provee de un defensor a quien no pueda costearse uno, pero estos normalmente son jóvenes inexpertos recién egresados de la escuela de leyes, verdaderas palomas incapaces de enfrentarse a los experimentados gavilanes de los estudios jurídicos corporativos.
Durante el oscurantismo del Medievo muchos asuntos se dejaban al “Juicio de Dios”, cada parte en conflicto era representada por un campeón que se enfrentaba en una dura batalla con el campeón de su oponente, el que resultaba victorioso (en otras palabras el que sobrevivía) lo había sido por contar con el favor divino por lo que su causa era la justa y el juicio se definía a su favor. En esa lógica era bastante sencillo el mancillar, denostar, humillar y robar a otros siempre y cuando se contara con un mercenario con años de experiencia en combate al servicio personal.
Nuestro actual sistema de justicia no es tan distinto, en lugar de campeones somos representados por abogados los que en vez de armas se enfrentan con afilados oficios, mortales apelaciones y punzantes solicitudes de no innovar. En la actual lógica no se trata de tener o no la razón sino de poder contratar al mejor defensor jurídico para que este logre que se haga “justicia”.
Mirando bien la estatua me parece entenderla, se cansó de la situación, agarró su espada y su balanza, se quitó la venda para ver por donde largarse y ahora está mano en la cintura esperando un taxi que la lleve a algún sitio donde se le haga honor a su nombre.
8 comentarios:
Como dices, la Justicia debe estar tan harta de nosotros y de esa costumbre que tenemos de tenerla siempre en la boca pero nunca utilizarla bien, que en cuanto pueda, si puede, nos abandonará y nos dejará huerfanos de su influencia. Pero como la Justicia hace lo justo, se quedará con nosotros, al menos, eso espero.
Un abrazo
Lo que cuentas de Chile bien podría aplicarse a España.
¡Que lastima no tener una estatua igual en la puerta de... casi todos los juzgados españoles!
John W.
Qué curioso todo lo que cuentas!
Y curiosa la estatua, que efectivamente parece que está harta de ser manipulada y falseada.
Da la impresión de que espera un taxi para irse lejos de ahí, jaja, es cierto. Y con los ojos bien abiertos, no sea que la engañen ;)
Un beso
Lala
P.D. Te puedo pedir un favor? Necesito tu dirección de gmail para poder invitarte a un lugar en breve. Si eres tan amable me la envías a mi correo? juegoavivir@gmail.com.
Pero si no quieres, no pasa nada.
:D
Luis...
que curioso... parece como si hablaras de la estatua nuestra... la justicia de Argentina...
pero ésta, en vez de tomarse un taxi... se toma un avión privado... por todo el dinerillo que ha hecho... al estar toda su vida... con los ojos vendados!!!
hermosos días!!!
beso!!!
Me creo más tu punto de vista, si señor...
Besicos
Muy acertada reflexión. Con la balanza y la espada recogidas se acentúa la expresión facial de la estatua, que parece decir "Dejémonos de mistificaciones". Saludos.
Me encantá venir por estos lados, siempre encuentro planteamientos en los que concuerdo muchísimo, además que escribes tan bien. un beso paty
que curioso que la justicia se haya cansado de hacer su trabajo no?
pero lo lamentable de estas situaciones y no solo en los tribunales sino en todos lados se ve, la justicia realmente no es ciega, ciegos son los que la hacen "cumplir".
Y sabes coincido contigo , se canso y esta esperando a ver si pasa un taxi que la lleve a donde si la tomen en cuenta.
siempre es un gusto leerte ñ.ñ
saludos desde mi pequeño bosque.
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