De esta fotografía un amigo cuya opinión en la materia respeto bastante comentó que los planos estaban suavemente marcados fundiéndose unos con otros, hay un interesante contraste entre luces y sombras, y los niños jugando y las olas del mar le daban una sensación exquisita de movimiento. Todo ello indudablemente muy halagador, pero para mí la imagen es tan sólo el grato recuerdo de un hermoso día de caminata por la playa en compañía de mi hijo.
Sabemos bien que todos los sucesos de nuestra vida están compuestos, al igual que la fotografía, por matices entre luz y sombra. Nada es completamente malo ni perfectamente bueno, cada emoción y sensación está en un punto entre la felicidad absoluta y la total tristeza, nada alcanza la perfección pero tampoco la imperfección extrema (definitivamente algo malo siempre puede ser peor). Sin embargo a la hora de hacer los balances, cuando el paso del tiempo ha difuminado los detalles y solo se conserva lo medular, nuestros juicios y evaluaciones parecen ser mucho más categóricas, fue bueno o fue malo, estuve alegre o estuve triste, me amó o no me amó.
Ese día de playa a mediados de la primavera recién pasada es traído a mi memoria RAM como un hermoso tiempo familiar de esos que uno quisiera constantemente repetir, el resto de los datos permanecen casi borrados en el disco duro como por ejemplo que tuve poco menos que rogar a mi hijo para que me acompañara superando el característico desgano adolescente, que hacía un frio atroz, que olvidé mis tarjetas de crédito en casa por lo que tuve que juntar cada peso en los bolsillos para pasar a comer algo permaneciendo de paso casi media hora en una insoportable fila de Mac Donald, pero nada de eso realmente importa porque fue un día perfecto y fantástico.
Estuve casado siete años y ya llevó diez separado pero tengo un hermoso recuerdo de mi matrimonio (indudablemente si me separé es porque no fue tan perfecto), se me dibuja una sonrisa en el rostro cada vez que recuerdos mis años de secundaria y la verdad pasé por las inseguridades y desventuras propias de todo quinceañero, tengo los mejores recuerdos de los trabajos en los que he estado y objetivamente algunos eran bastante mal pagados y/o en otros mis jefes eran francamente insoportables, y así podría continuar con un sinfín de gratas experiencias y felices recuerdos casi como si nunca hubiera tenido días malos cuando lo cierto es que más que días tuve semanas, meses y años difíciles.
¿La mente de todos actúa así? ¿Soy solo yo el que recuerda solamente cosas buenas? ¿Es eso positivo? ¿No será necesario cargar con alguna dosis de tristeza, odio, arrepentimiento o que se yo?
Hoy día estoy un tanto existencialista pero lo interesante es que de seguro en unas semanas más olvidaré estas horas de cuestionamiento y probablemente califique estos días como tranquilos y gratos o de le contrario es factible que tan solo apriete el mental botón “Delete” y elimine mi actual introspección del disco duro.
Sabemos bien que todos los sucesos de nuestra vida están compuestos, al igual que la fotografía, por matices entre luz y sombra. Nada es completamente malo ni perfectamente bueno, cada emoción y sensación está en un punto entre la felicidad absoluta y la total tristeza, nada alcanza la perfección pero tampoco la imperfección extrema (definitivamente algo malo siempre puede ser peor). Sin embargo a la hora de hacer los balances, cuando el paso del tiempo ha difuminado los detalles y solo se conserva lo medular, nuestros juicios y evaluaciones parecen ser mucho más categóricas, fue bueno o fue malo, estuve alegre o estuve triste, me amó o no me amó.
Ese día de playa a mediados de la primavera recién pasada es traído a mi memoria RAM como un hermoso tiempo familiar de esos que uno quisiera constantemente repetir, el resto de los datos permanecen casi borrados en el disco duro como por ejemplo que tuve poco menos que rogar a mi hijo para que me acompañara superando el característico desgano adolescente, que hacía un frio atroz, que olvidé mis tarjetas de crédito en casa por lo que tuve que juntar cada peso en los bolsillos para pasar a comer algo permaneciendo de paso casi media hora en una insoportable fila de Mac Donald, pero nada de eso realmente importa porque fue un día perfecto y fantástico.
Estuve casado siete años y ya llevó diez separado pero tengo un hermoso recuerdo de mi matrimonio (indudablemente si me separé es porque no fue tan perfecto), se me dibuja una sonrisa en el rostro cada vez que recuerdos mis años de secundaria y la verdad pasé por las inseguridades y desventuras propias de todo quinceañero, tengo los mejores recuerdos de los trabajos en los que he estado y objetivamente algunos eran bastante mal pagados y/o en otros mis jefes eran francamente insoportables, y así podría continuar con un sinfín de gratas experiencias y felices recuerdos casi como si nunca hubiera tenido días malos cuando lo cierto es que más que días tuve semanas, meses y años difíciles.
¿La mente de todos actúa así? ¿Soy solo yo el que recuerda solamente cosas buenas? ¿Es eso positivo? ¿No será necesario cargar con alguna dosis de tristeza, odio, arrepentimiento o que se yo?
Hoy día estoy un tanto existencialista pero lo interesante es que de seguro en unas semanas más olvidaré estas horas de cuestionamiento y probablemente califique estos días como tranquilos y gratos o de le contrario es factible que tan solo apriete el mental botón “Delete” y elimine mi actual introspección del disco duro.
6 comentarios:
Claro que todos hacemos lo mismo si no caeriamos en la más absoluta de las locuras. Y si tenemos algún recuerdo triste como la enfermedad de alguien al mismo asociamos ese recuerdo con los buenos momentos que nos deparó ese alguien. Así es y así debe ser.
Estupenda foto, ni el mismisimo Sorolla lo hubiera pintado mejor
me gusta tu texto
es darse permiso detener días de tirar la red y bucear la memoria
siempre de algún dolor queda la marca de la espina pero también la cicatriz dulce de lo incambiable que lo rodeaba
saludos de argentina
He de confesarte, que como buen naturalisa que me reconozco, tengo una predilección especial por las imágenes playeras. Resumen muy bien los estados emocionales del hombre.
No sé muy bien porqué.
Impecables comentarios, ni que decir el texto y la foto. No podría añadir mucho más de lo que se cuenta tan bien aquí.
Lo que sí, a modo de reflexión en base al texto, creo que todas esas pequeñas imperfecciones que forman parte de la vida de uno, me imagino que son las olas que nos mueven a crear o buscar lo que sea que necesite nuestra alma. Me gusta pensar que se vea lo positivo que nos deja ese residuo, aunque a veces caigamos en la violencia, el abuso, en la depresión o cualquier cosa que no genere una armonía entre nosotros y el mundo. Puede ser la belleza de ésta foto.
Gracias por compartirla
La playa es uno de mis lugares favoritos para pasar una tarde agradable.
Sin duda alfuna este recuerdo sera uno muy grato, espero que sea un virus de esos que no puedes eliminar con oprimir la tecla delete, asi estaran para siempre en tu memoria RAM.
La fotografia es maravillosa, el contraste es encantador.
Nuestras vidas son sumas de recuerdos.
Todos....Aparecen en los momentos que menos los
esperamos,son compañeros de nuestro viaje.
La foto es hermosa,la playa es un gran lugar.
Pero lcompartirla con un hijo,es insuperable.
Desde Mar del Plata ,cerca del mar.
Te saluda Liliana
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