domingo, 9 de septiembre de 2012

Nuevo Plumaje (Republicación del 15/07/09)

Entre las cientos de fotografías que me quedan por tomar están la de un cóndor en majestuoso vuelo entre las cumbres andinas, la de un carpintero de cabeza roja horadando el tronco de un añoso roble o la de un colibrí succionando el polen de alguna flor. Entres mis obsesiones ornitológicas los pelicanos ocupaban un lugar menos que secundario, quizás porque para quienes vivimos cerca del litoral estas aves al igual que las gaviotas resultan tan habituales que llegan a pasar inadvertidas. Por lo mismo me llamó muchísimo la atención la imagen de esta pareja de hermoso plumaje que pareciera estar posando orgullosa para la ocasión. 
Hacia el comienzo de la primavera, luego de los vuelos migratorios invernales, los pelicanos, así como la mayoría de las aves, renuevan sus plumajes de cara a un nuevo ciclo de apareamiento y el posterior periodo de nidificación. En la necesidad de que los machos más aptos capten la atención de las hembras más fértiles, y viceversa, cada ejemplar se “viste” con sus mejor traje para iniciar la fascinante estación de cortejo.
¿Somos distintos los seres humanos? De mi experiencia y de la de más de algún cercano puedo decir con mediana certeza que después de una ruptura sentimental de relativa importancia solemos cambiar o ampliar nuestro círculo social, nos iniciamos en la práctica de algún deporte hasta entonces ajeno a nosotros o nos interesamos en alguna nueva actividad intelectual. En primera instancia esta es una medida de autoprotección que busca reasignar los espacios de tiempo antes dedicado a la vida en pareja, también en alguna forma buscamos levantar nuestra autoestima que sin importar las civilizadas condiciones en las que se haya dado un quiebre sentimental siempre resulta dañada. Pero también en esto buscamos cambiar nuestro plumaje, volver a sentirnos atractivos, no se trata de impostar una nueva personalidad sino de seguir siendo los mismos de siempre pero ojalá absolutamente renovados. Este renuevo (social, físico, intelectual o cultural) nos da la posibilidad de encontrar un nuevo ser querido o de volvernos notorios e interesantes para esas viejas amistades para las que siempre habíamos pasado inadvertidos. 
Después de un largo invierno sentimental un necesario cambio de plumas es indispensable para entrar de lleno en la fértil y florida primavera (reconozco que lo anterior suena bastante cursi y rebuscado pero ustedes entienden la idea). 
Sin embargo, y siguiendo la analogía, existen aves que son radicalmente monógamas teniendo una sola pareja de por vida, la más célebres de estas especies es el pingüino. Estos también cambian y renuevan su plumaje en la necesidad de continuar siendo un objeto de deseo (no sé realmente si a un nivel emocional o tan sólo instintivo) para la pareja que los ha acompañado toda una vida. 
La necesidad de conquistar y ser conquistado, la de cambiar el plumaje y ver un plumaje nuevo, también se mantiene en aquellas parejas que han permanecido juntas por años, tal vez lograrlo sea la clave para el éxito en una empresa que en los tiempos actuales se vuelve cada vez más difícil.

1 comentario:

Rembrandt dijo...

Me gustan las aves, especialmente los pájaros (ninguna novedad) y cuando cambian su plumaje embelleciéndose cada temporada es algo que particularmente me encanta ver.
La analogía que has hecho con nosotros es absolutamente cierta, lo que significa que todos deseamos ser atractivos para los demás lo que por otro lado levanta la autoestima. Vernos bien por fuera ayuda a sentirnos bien por dentro, aunque a veces es exactamente a la inversa.

Besos y que estés bien.
REM