Cualquier extranjero que dé un paseo por el centro de Santiago se verá sorprendido por tres cosas, tres elementos que parecieran hablar de quienes somos pero que en realidad, y por el contrario hablan del país que no somos.
Lo primero es la gran cantidad de inmigrantes que pueden verse a diario en especial en la Plaza de Armas y el barrio Santo Domingo.
Sabiendo que Buenos Aires es el Paris del cono sur y que Sao Paulo es en alguna medida el Nueva York sudamericano, nos gusta pensar que Santiago es el Londres de estas latitudes, una ciudad pujante, económicamente potente, que por lo mismo atrae a inmigrantes de otros pueblos transformándose en una urbe cosmopolita y vario pinta. Eso nos gustaría, pero si bien es cierto que la economía hace tiempo ha andado bien por estos lados y lo mismo ha hecho que muchos de nuestros vecinos hayan venido a este lugar a buscar un mejor futuro, seguimos siendo un pueblo intolerante y profundamente discriminatorio que recibe con los brazos abiertos a todo aquello que tenga origen anglosajón y que relega al servicio doméstico a todo lo que tenga olor a latinoamericano sin importar sus verdaderas capacidades.
Como muestra de lo anterior hace algunos días el ministerio de relaciones exteriores montó en la Plaza de la Constitución un stand que mostraba los aportes de las colonias extranjeras al país, en este se mencionaba el número de inmigrantes provenientes de Alemania, Italia, España, Francia y etcétera, pero en ninguna parte se mencionaba a la mayoritaria colonia peruana residente en el país.
Lo segundo es el asombroso número de “cafés con pierna” que abundan en la capital.
El café con pierna es una invención netamente nacional y consiste, aclaro para los lectores extranjeros, en cafeterías que son atendidas por en la mayoría de los casos agraciadas señoritas que tan solo portan diminutas y sensuales prendas de ropa interior.
Supongo que nos gusta creernos una sociedad desprejuiciada en donde el sexo no es un tabú, una suerte de Amsterdam austral, pero la realidad es que todos estos cafés se esconden al interior de los edificios detrás de gruesos vidrios polarizados y todos y cada uno de sus habituales comensales al ser consultado negará hasta el cansancio el haber visitado alguno de estos sitios, y es que seguimos siendo una sociedad hipócrita en materia sexual que aún discute si debemos o no enseñarles a nuestros niños acerca del sexo en el colegio, que aún no se atreve a publicitar abiertamente el uso de preservativos y en donde el cinismo al respecto es la norma.
Lo tercero es la gran cantidad de kioskos atestados al máximo con diarios y revistas.
Supongo que nos gusta creernos un pueblo culto e informado, basta con preguntar qué canales son los más vistos y la mayoría de los consultados dirá Natgeo, History Channel, CNN news o algún otro nombre que suene a intelectual, pero lo cierto es que el rating demuestra que tan solo nos dedicamos a ver programas de farándula y algo de deporte.
Lo mismo pasa con los kioskos de periódicos, la mayoría de los transeúntes tan solo lee los titulares (lo que también habla de nuestro gusto por mirar las cosas superficialmente) y muchas de las revistas terminan por ponerse amarillas sin que nadie las compre, a fin de cuentas estas no son más que un anzuelo porque el verdadero negocio para los dueños de estos puestos es vender cigarrillos y golosinas a los curioso observadores.
Sinceramente espero que durante el 2012 lo que nuestra sociedad muestre tenga relación con lo que nuestra sociedad es, en especial porque si los mayas tienen razón será el último año en que podamos hacerlo.
Feliz 2012 para todos.
Lo primero es la gran cantidad de inmigrantes que pueden verse a diario en especial en la Plaza de Armas y el barrio Santo Domingo.
Sabiendo que Buenos Aires es el Paris del cono sur y que Sao Paulo es en alguna medida el Nueva York sudamericano, nos gusta pensar que Santiago es el Londres de estas latitudes, una ciudad pujante, económicamente potente, que por lo mismo atrae a inmigrantes de otros pueblos transformándose en una urbe cosmopolita y vario pinta. Eso nos gustaría, pero si bien es cierto que la economía hace tiempo ha andado bien por estos lados y lo mismo ha hecho que muchos de nuestros vecinos hayan venido a este lugar a buscar un mejor futuro, seguimos siendo un pueblo intolerante y profundamente discriminatorio que recibe con los brazos abiertos a todo aquello que tenga origen anglosajón y que relega al servicio doméstico a todo lo que tenga olor a latinoamericano sin importar sus verdaderas capacidades.
Como muestra de lo anterior hace algunos días el ministerio de relaciones exteriores montó en la Plaza de la Constitución un stand que mostraba los aportes de las colonias extranjeras al país, en este se mencionaba el número de inmigrantes provenientes de Alemania, Italia, España, Francia y etcétera, pero en ninguna parte se mencionaba a la mayoritaria colonia peruana residente en el país.
Lo segundo es el asombroso número de “cafés con pierna” que abundan en la capital.
El café con pierna es una invención netamente nacional y consiste, aclaro para los lectores extranjeros, en cafeterías que son atendidas por en la mayoría de los casos agraciadas señoritas que tan solo portan diminutas y sensuales prendas de ropa interior.
Supongo que nos gusta creernos una sociedad desprejuiciada en donde el sexo no es un tabú, una suerte de Amsterdam austral, pero la realidad es que todos estos cafés se esconden al interior de los edificios detrás de gruesos vidrios polarizados y todos y cada uno de sus habituales comensales al ser consultado negará hasta el cansancio el haber visitado alguno de estos sitios, y es que seguimos siendo una sociedad hipócrita en materia sexual que aún discute si debemos o no enseñarles a nuestros niños acerca del sexo en el colegio, que aún no se atreve a publicitar abiertamente el uso de preservativos y en donde el cinismo al respecto es la norma.
Lo tercero es la gran cantidad de kioskos atestados al máximo con diarios y revistas.
Supongo que nos gusta creernos un pueblo culto e informado, basta con preguntar qué canales son los más vistos y la mayoría de los consultados dirá Natgeo, History Channel, CNN news o algún otro nombre que suene a intelectual, pero lo cierto es que el rating demuestra que tan solo nos dedicamos a ver programas de farándula y algo de deporte.
Lo mismo pasa con los kioskos de periódicos, la mayoría de los transeúntes tan solo lee los titulares (lo que también habla de nuestro gusto por mirar las cosas superficialmente) y muchas de las revistas terminan por ponerse amarillas sin que nadie las compre, a fin de cuentas estas no son más que un anzuelo porque el verdadero negocio para los dueños de estos puestos es vender cigarrillos y golosinas a los curioso observadores.
Sinceramente espero que durante el 2012 lo que nuestra sociedad muestre tenga relación con lo que nuestra sociedad es, en especial porque si los mayas tienen razón será el último año en que podamos hacerlo.
Feliz 2012 para todos.