Para algunos son dioses que por voluntad de deidades aún superiores fueron convertidos en rocas de más de quince metros de alto de singulares formas esparcidas a lo largo de un gigantesco valle en lo alto de Los Andes al sur del Licancabur y cerca del salar de Tara.
Para los geólogos son sólo gigantescos trozos de roca y lava distribuidos a lo largo de cientos de kilómetros cuadrados por una devastadora erupción volcánica que han tomado su forma gracias a la erosión durante milenios de los fuertes vientos cordilleranos.
Al estar frente a los monjes de la Pakana parece más lógica la explicación de los dioses.
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