sábado, 24 de enero de 2015

Mayantú

Mayantú suele ser confundido con un reptil por su cuerpo verde aunque posee rostro de hombre. A pesar de su pequeño tamaño derrotó a la gigantesca anaconda que gobernaba la selva, luego ayudó a derribar la enorme lupuna de cuyas raíces brotó el agua que al inundar el surco dejado en la tierra por la huida de la serpiente dio origen al río Amazonas. 
Por siglos vivió junto a los yaguas enseñándoles a sacar de las cortezas la pintura roja con la que cubrir la piel y así ahuyentar los mosquitos; a hervir las lianas para preparar la cura contra las mordidas de serpientes; y a extraer de las hierbas el veneno en el que untan la punta de sus dardos que disparados hábilmente con sus cerbatanas les proveen del sustento diario. 
Pero un día llegaron hombres que casan lo que no comen, que talan lo que no ocupan y que ensucian lo que no limpian. Desde hace quinientos años que Mayantú se esconde en el interior de la selva y sólo de tanto en tanto conversa con los ancianos yaguas.

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