Las turquesas aguas del Baker estuvieron muy cerca de ser encausadas, estancadas y utilizadas para la producción de energía eléctrica. Finalmente una decisión gubernamental terminó por detener el proyecto HidroAysén.
Pero no nos engañemos, la decisión fue tomada cuando la popularidad del gobierno comenzaba su dramático descenso y en el momento en que se descubrieron serios casos de corrupción, nepotismo y conflictos de intereses; resultaba vital entonces escuchar el clamor popular, ser políticamente correctos, parecer dispuestos a sobreponer el interés ciudadano al interés económico.
El Baker siempre estará en peligro, siempre habrá empresas que lo verán como un eventual productor de millones de Megawatts y en algún momento nuestra clase política retomará la agenda de sus financistas.
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