Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer. Parece un cliché, algunos incluso consideran este proverbio algo sexista, pero es la verdad pura.
Cada madrugada la Caleta Portales se llena de hombres rudos dispuestos a desafiar el oleaje para tirar sus redes mar adentro. Son casi el arquetipo del macho proveedor que deja a la mujer en casa mientras sale a cazar su mamut. Pero que sería de estos titanes sin una mujer que le desenredara las redes una vez finalizada la jornada.
Es cierto que en nombre de una mujer se ha asesinado, se han declarado guerras y se han dilapidado fortunas, pero a la hora del balance también por una mujer es mucho mayor el número de vidas salvadas, muertes evitadas y fortunas rescatadas. Y es que el sexo femenino tiene esa habilidad de desenredar nuestros conflictos, quizás gracias a su instinto maternal es que les resulta innato traer sosiego.
Cuantas deseos de venganza se han aquietado en una caricia, cuantas ganas de rendirse se han transformado en energías nuevas luego de un profunda mirada, cuanta confusión se disipa en un abrazo.
Ahora que lo pienso quizás sea bueno regresar a puerto y ver que alguien desenrede mis redes.
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