Un letrero de “No Entrar” en el acceso a las cabañas al costado de la Laguna del Inca en el centro invernal de Portillo pareciera no tener nada de particular a no ser que en Chile las leyes y la constitución garantizan el libre acceso a todos los cursos acuíferos, sean estos lagos, lagunas, ríos y obviamente el océano.
Lo lógico sería entonces defender indignadamente nuestros derechos ciudadanos, y obviamente ello es necesario. Pero no deja de ser cierto que en la mayoría de los casos el libre acceso a los espacios naturales termina siendo la mayor condena de estos mismos.
Si miramos las playas del litoral sur de la V región o el Salto del Laja en la región del BioBio, ambos lugares de acceso libre y concurrencia masiva, podemos notar la irracional y dañina presenciad las masas que al parecer piensan que por ser un sitio público no necesita ser cuidado. Restos de alimentos, envases plásticos, pañales y un sinfín de desperdicios terminan siendo el legado recibido por playas y cauces fluviales.
Por contraparte si miramos lo que ocurre en balnearios, termas o parques privados de ingreso excluyente, ya sea por sus precios o por la dificultad de acceso, encontramos que la naturaleza se encuentra en su estado más prístino y no es precisamente porque los concesionarios tengan un ejército de aseadores.
Algo grave pasa con nuestra educación, con nuestra cultura, no sé si es un inmenso resentimiento social que sencillamente nos impide apreciar lo bello y tenemos el impulso de destruirlo; sea como sea aún la propiedad privada y el mantener alejado al grueso de la población es la lamentable mejor forma de proteger a la naturaleza, no en vano nuestras joyas paisajísticas: San Pedro de Atacama, Torres del Paine o Rapa Nui, son lo que son sencillamente porque es difícil y caro llegar allá.
1 comentario:
Varios temas planteas en este texto.
En primer lugar, las leyes que protegen el carácter público de esos espacios choca con las leyes urbanísticas, porque obviamente si me dejan construir ahí mi vivienda, no permitiré que ésta sea de paso público. Por pura lógica.
Al margen de que hay un evidente problema de educación y de respeto hacia los espacios, también me sorprende en Chile la escasez de infraestructura que ayude a respetar el medio ambiente. Te pongo un ejemplo: en Santiago es difícil encontrar una papelera pública, supongo que en espacios más agrestes será más difícil aún (no lo sé) a pesar de una elevada concurrencia de público. Eso no es excusa, porque uno puede tirar su basura en una bolsa y llevársela a donde corresponda, pero creo que ayudaría.
Un abrazo
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