Cuando era niño vivíamos en una hermosa casa con un gigantesco patio lleno de árboles coronado con un parrón en su centro. Mis padres solían pasar horas bajo el sol contemplando y celebrando a la bandada de golondrinas que cada primavera se hacían dueñas de nuestros exteriores.
La verdad es que yo salía al patio solo si me obligaban. Lo que me interesaba estaba dentro de la casa: mi habitación y mis cosas, el equipo de música, el televisor y el Atari primigenio antepasado de las actuales consolas.
El verano recién pasado vacacionaba en el lejano pueblo de Tortel. Cierta mañana en la que se alternaba una intensa lluvia y los rayos del sol me encontré caminando entre pasajes cubiertos de enredaderas hasta ser asaltado por una bandado de colibrís. Supongo que en ese momento entendí lo que mis padres habían descubierto hace rato: que la belleza se aprecia con los años.
2 comentarios:
Una de las cosas que más disfruto de mi casa es la visita casi diaria de un colibrí. No los había visto en España, los conocía por libros y por la tele. Ahora no puedo dejar de observarlo cada vez que viene.
Supongo que me estoy haciendo mayor.
Un abrazo
No sabía que en España no habían.
Sin duda te estás haciendo mayor y sin duda te estás volviendo más grande.
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