Caleta Tortel fue levantada como un embarcadero en medio de los fiordos en los que desemboca el caudaloso río Baker. La abrupta geografía del lugar impidió la construcción de calles tal cual como las conocemos y obligó a unir casas, tiendas, escuelas y oficinas de servicio a través de una intrincada red de pasarelas peatonales. Entonces cuando llegas las normas son claras: dejas tu vehículo en el gigantesco estacionamiento habilitado en el ingreso del pueblo, convenientemente emplazado al lado de la tenencia de carabineros para fines de seguridad, y te dedicas a caminar.
Basta solo un par de días en el lugar para darte cuenta que poco habituados estamos a caminar o por el contrario que tan acostumbrados, o mal acostumbrados, estamos a bajarnos de nuestros automóviles en las puertas de nuestro trabajo y horas más tarde hacer lo mismo en la entrada de nuestra casa.
Los beneficios físicos de caminar son de sobra conocidos, pero también hay invaluables beneficios sociales. El desplazarte a pie de un lugar a otro te obliga, lo quieras o no, a cruzarte con otras personas en tu camino, a saludar, a contemplar el paisaje, a sonreír, a mirar más allá, a pensar, a reflexionar, a darte cuenta que no estamos solos.
En una sociedad donde podemos comprar comida en ventanillas de auto-atención sin bajarnos de nuestros autos quizás nos hace falta volver a descubrir que la vida es una pasarela.
1 comentario:
La fotografía es preciosa. Deduzco por ella que el paisaje también, y filosóficamente comparto todo lo que dices, pero quizá porque soy demasiado urbana intuyo que más allá de una semana resulta poco práctico el sistema de las pasarelas, y poco discretas también. Además, ¿son seguras?
En todo caso, tienes razón, nos vendría bien estar más en contacto con la naturaleza y con los demás.
Insisto, la fotografía muy bonita.
Un abrazo
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