jueves, 9 de mayo de 2013

Las Solitarias Calles de Humberstone


Los pueblos fantasmas no son patrimonio exclusivo del lejano oeste norteamericano, existen en todo lugar donde alguna vez haya ocurrido una fiebre. Sea la fiebre del oro, del caucho, del carbón o del salitre, centenares son las otrora bullentes urbes que ahora se han convertido en abandonados muladares al capricho de los cambios en los intereses productivos de nuestras sociedades. 
Las calles de Humberstone nos recuerdan de una época gris de nuestra historia, en donde el abuso era moneda corriente, en donde los patrones usaban la política del pan y circo para mantener “contentos” a sus empleados, en donde incentivar el endeudamiento apoyado por la usura permitía mantener una mano de obra barata incapaz de marcharse en busca de otros horizontes, en donde primaba la ley de quien tuviera mayor poder adquisitivo, en donde el estado era un siervo de los intereses empresariales... Y aunque me refiero a lo ocurrido en la pampa salitrera hace más de cien años pero cuanto se parece a nuestro presente. 
Alguien me dirá que nuestra calidad de vida es incomparable a lo ocurrido en el norte a principios del siglo pasado, pero el mayor logro del abusador es precisamente que el abusado no note que lo está siendo.

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