Existen lugares perdidos entre fiordos y ventisqueros australes en donde aún los caballos son más preciados que los automóviles, en donde las hortalizas se cultivan en la huerta y no se consiguen en un supermercado, en donde pescados y mariscos alcanzan tamaños descomunales por estar libres de la sobre explotación, en donde las casas nos las levanta una constructora, en donde los animales y cargas pesadas se trasladan en balsas hechas de troncos, en donde cada cual prepara su propio pan, en donde no haces planes porque todo dependerá de cómo amanezca el clima el siguiente día, en donde se trabaja duro en verano para guardar para el largo invierno, en donde un partido de futbol o un cumpleaños puede paralizar a todo un pueblo, en donde colibríes y cucaos no se esconden del paso del hombre, en donde cada cual conoce el nombre de su vecino, en donde hombre y naturaleza viven en paz, en donde hombres y hombres viven en paz, ese es el mundo que conocí en la desembocadura del Baker.
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