miércoles, 5 de diciembre de 2012

Reflejos

El ejemplar de la foto es un flamenco relativamente joven, eso se sabe por su color más bien blanco. Los carotenoides obtenidos de las algas con las que se alimenta poco a poco van pigmentando sus plumas de su característico color rosado. 
Su apariencia no es más que el reflejo de aquello con lo que se alimenta. Lo anterior también es válido para nosotros lo seres humanos, nuestra apariencia física es fiel reflejo de nuestra alimentación y una sociedad con índices de obesidad crecientes y alarmantes es prueba clara de que hay serios problemas al respecto. 
Todos sabemos lo que debemos hacer, no necesitamos ser nutricionistas ni médicos para diferenciar entre un alimento rico en grasas y uno saludable, pero la pregunta es como hacer que esto se refleje en nuestro diario vivir. 
En nuestro competitivo mundo actual cada vez es menor el tiempo del que disponemos para almorzar y hemos llegado al punto en que los minutos dedicados a merendar parecieran ser tiempo perdido, en ese escenario es más que obvio que los poco nutritivos “fast food” ganan terreno. 
Pero lo más preocupante son las contradicciones en las que caen nuestros estados. Por un lado incentivan la alimentación sana aumentando el consumo de vegetales y productos del mar, pero a la vez ciertos acuerdos comerciales y medidas proteccionistas hacia las empresas pesqueras (como la nueva ley de pesca en estos momentos en tramitación en Chile), lo único que hacen es favorecer los intereses de los empresarios haciendo que no solo no nos alcance el tiempo para comer saludablemente sino que también no nos alcance el bolsillo para hacerlo. 
En un país con más de tres mil kilómetros de costa y potencia mundial en la producción salmonífera no puede ser que el salmón, la corvina o la reineta, por mencionar algunos, se estén transformando en privativos platillos gourmet. 
Ciertamente somos reflejo de lo que comemos o más bien somos reflejo de lo que podemos comer.

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