Cuando Joe Cocker interpretó su versión de “A Little small help to my friends”, de The Beatles, en el festival de Woodstock quizás no imaginó que este sería uno de los pocos cover en la historia de la industria musical que superaría a la versión original, mal que mal los de Liverpool cantaban una canción simpática y Cocker cantó una canción llena de dramatismo.
Pero en general los cover fracasan y se hunden en el olvido porque resulta imposible y a ratos presuntuoso intentar reinterpretar una obra en ocasiones ya perfecta. Mariah Carey tiene una voz privilegiada pero “Open Arms” y “Can´t Live” siempre pertenecerán a Journey y Air Supply respectivamente.
Distinto es el caso de la versión tributo, acá no hay pretensiones de reinterpretar una canción sino que se reconoce que la original es tan buena que lo mejor es hacerla sonar exactamente igual. El mejor ejemplo es a Faith No More interpretando ”Easy” tal cual como lo hicieran un par de décadas antes The Commodore.
En la música hispana el mejor ejemplo de tributos es el argentino Pedro Aznar, un tipo con un currículum llenó de lustros: fundador del rock argentino junto a Charly García en Seru Girán; integrante del Pat Metheny Group; autor de “Dreams of Return” del mismo Metheny; fundador de la corriente musical seguida por Johansen, Drexler y Stern entre otros; excelente músico y vocalista, etc; pero entre sus palmares destaca el hacer versiones idénticas a las originales de temas de otros, como “A primera vista” (original de Chico Cesar), “Ya no hay forma de pedir perdón” (original “Sorry seems to be the hardest word” de Elton John), “Jeaolous Guy” de John Lenon, y diversos temas de García, Ceratti y Spinetta.
Un tributo parte de la premisa de reconocer que otros ya alcanzaron un nivel de perfección que no vale la pena intentar superar y esa humildad se agradece y se premia.
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