Hay cosas simples de las que nunca notamos su bella existencia.
Cuando se construyeron las primeras líneas del Metro de Santiago durante la década del ’70 las paredes de cada estación fueron decoradas con mosaicos de cerámica. Aparentemente todas son iguales pero en todas hay variaciones en el tamaño, forma y distribución de colores que hacen que cada andén sea único.
El valor de las necesarias labores de mantención en conjunto a las políticas de reducción de costos ha hecho que casi sin que nadie se dé cuenta algunas secciones de mosaicos vayan siendo retiradas. No es algo que se haga de un día para otro, una parte de un andén en estación Alcantará, unos metros en el acceso de estación Salvador, un costado de las escalas de estación Neptuno, un poco aquí y un poco allá hasta terminar como estación República que actualmente luce una desnuda pared de concreto pintada de amarillo.
Sin darnos ni siquiera cuenta estamos perdiendo nuestro patrimonio urbano de un cuadrito cerámico a la vez.
2 comentarios:
Desidia, falta de interés ... algunas de las cosas que adornan situaciones como ésa, lamentablemente hay otras peores. En fin, siempre me pregunto quién se hace cargo de todo lo que se va perdiendo? Nadie, parece ser la respuesta. Por ello se vuelve tan importante que personas -como lo has hecho vos ahora-, pongan de manifiesto estas circunstancias, quizás "alguien" con jurisdicción en estos asuntos haga algo. Ojalá.
Abrazos mi estimado Luis.
REM
Cierto es que hay cosas más importantes en las que gastarse el dinero, pero me temo que lo que se ahorra en la manutención de estos mosaicos, por ejemplo, no vaya destinado a esas áreas. Y como dices es una pena que se pierda el patrimonio urbano.
Un abrazo
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