Supongo que todas las religiones son en esencia luminosas. El sacrificio redentor de Jesucristo para los cristianos, las sabias enseñanzas de Mahoma para los musulmanes y los rectos mandamientos de Moisés para los judíos.
Pero lamentablemente hay demasiados elementos que permanecen en la oscuridad. El imperialismo y ambición desbordante del Vaticano, sus “célibes” prácticas que solo han redundado en una siniestra telaraña de abusos a menores, el enriquecimiento rápido de los predicadores protestantes, la homofobia propia del cristianismo en general más allá del cartel colgado en la puerta de sus templos; el extremismo dogmático del Islam, su radical concepto del castigo y su machismo acérrimo; las ansias de poder, por no decir de dominio mundial, del judaísmo y su xenofobia difícil de entender en un pueblo por milenios perseguido y discriminado.
El mismo Jesús enseñó que nada hay oculto que no haya de ser expuesto a la luz, sin embargo creo que para muchos es conveniente que esa luz no lo ilumine todo.
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