Hay algo que me violenta cuando al barrio Belén de Iquitos se le llama la Venecia Amazónica, algo me violenta cuando la pobreza más dura y descarnada se transforma en atractivo turístico, tal cual como ocurre con las favelas de Río de Janeiro o las aldeas flotantes de los Bajau en Filipinas.
Muchos visitan, visitamos, estos lugares para reflexionar, para entender, para saber que ocurre en nuestro mundo; otros van aún más allá y los visitan para ver la forma de generar un cambio. Pero me violenta quienes lo hacen sólo para sacarse una foto y decir estuve allí.
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