Este zarapito (Numenius Phacopus) corriendo por la arena no lo hace en una desierta playa de Chiloé o al interior de alguna reserva marina protegida. La verdad es que se encuentra tan solo a cincuenta metros de la principal arteria vehicular de Valparaíso.
Hasta hace algún tiempo estaba convencido que nuestra fauna costera “urbana” se limitaba a pelicanos y gaviotas, pero luego de participar en un sitio web dedicado a la fotografía de naturaleza descubrí que también se compone de zarapitos, pilpilenes, diversos tipos de cormoranes y un largo etcétera de distintas formas de vida.
Crecí en una sociedad donde la pobreza era sinónimo de falta de esfuerzo, los homosexuales eran depravados, gitanos e inmigrantes peruanos eran ladrones, judíos y palestinos explotadores, y la palabra indígena era una ofensa.
Por suerte esta sociedad algo ha evolucionado, y aunque aún nos falta mucho, hemos aprendido que nuestras ciudades albergan mucha más maravillosa vida que tan solo pelicanos y gaviotas.
2 comentarios:
estar abierto a conocer nos hace aprender cuantas cosas que ni considerábamos son una maravilla, solo agregaría que el narcisismo, la soberbia, y la megalomanía de algunos les impide conocer fuera de su corto horizonte, un abrazo
El entorno siempre nos sorprende.
Un abrazo
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