“Cuando tenga un millón, cuando seamos ricos
Me compraré zapatos, te compraré un vestido
Te llevaré al paseo donde pasan los gringos
Y compraré una caja entera de cigarrillos.
Agua al agua, la lluvia sobre el río
Agua al agua, la lluvia sobre el río.
Cuando tenga un millón descansaré el domingo
A la deriva total que apuro tienen los ricos,
Cuando tenga un millón, cuando seamos ricos,
En la proa descalzo te quitaré el vestido.”
Recuerdo que a mis trece o catorce años luego de arribar al liceo público donde estudié la secundario descubrí un mundo completamente distinto al que conocía en el colegio privado y clerical donde había pasado mis años de primaria.
Conceptos como cesantía, injusticia social, pobreza y otros comenzaron a tomar cuerpo y empecé a conocer ejemplos concretos de ellos. También cambiaron mis gustos musicales, por cierto seguí escuchando el rock latino tan en boga en aquellos años, pero descubrí a Silvio, Milanes, Inti Illimani y entre todos ellos a Gatti.
Una tarde escuchaba en mi radio AM el mítico programa dimensión latinoamericana de la radio Recreo cuando allí presentaron El Botero de Eduardo Gatti y creo que fue quizás la primera canción a la que presté atención a su letra.
Por las siguientes horas no dejaba de darme vueltas en la cabeza la letra. Como desde la perspectiva de la pobreza un millón (en ese entonces unos U$ 10.000) parece una cifra capaz de cubrirlo todo; como el botero en su ternura solo quería acceder a cosas sencillas y comunes, pasear, dejar de comprar cigarrillos sueltos, descansar un día domingo; pero por sobre todo me llamó la atención el juego entre el segundo y último verso, ya teniendo zapatos y vestido se podían dar el lujo de no usarlos.
Resulta curioso que a la vuelta de más de veinte años haya sido mi hijo el que también comenzó a descubrir la dulzura de la poesía en una canción de Gatti, en esta ocasión “Estrellas, Caballos, Centellas” , pero dicha canción da para otro post.
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