La foto corresponde al frontis de la casa central de la Universidad de Chile y la estatua en primer plano es la de su fundador: el diplomático y académico venezolano Andrés Bello. Leyó bien, no es un error, el principal centro de estudios chileno fue fundado por un extranjero avecindado en el país, aparentemente a mediados del siglo XIX apreciábamos el aporte de los inmigrantes no solo por la cantidad de divisas ingresadas, pero ese es otro tema.
Porqué nuestras calles y plazas se encuentran llenas de estatuas de hombres ilustres? Sencillamente por su trascendencia. Las pirámides de Egipto, el Taj Mahal y buena parte de las grandes obras arquitectónicas de la humanidad son majestuosos mausoleos levantados en busca de trascendencia, sumemos a eso la tumba de Elvis en Memphis y la de Jim Morrison en Paris, verdaderos lugares de culto. El sueño americano original, no el actual que tan solo consiste en acumular posesiones, se definía como “tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro” tres cosas que deberían perdurar más allá de nuestra muerte y marcar que nuestro paso por esta vida tuvo alguna trascendencia.
En nuestra actual sociedad globalizada pareciera que la trascendencia es un objetivo innecesario e inalcanzable, quizás porque ya todo ha sido inventado, descubierto o construido, así que salvo descubrir la vacuna para el cáncer o ser el primer humano en pisar Marte es poco lo que podemos hacer para pasar en forma significativa a la posteridad. Pero quizás sea también porque casi todo lo que conocemos es desechable, descartable y de uso a corto plazo, y a ello no han escapado las personas.
Hace algunas semanas en la empresa donde trabajo fue despedida una persona bastante cercana a mí. Bastaron tan sólo unos pocos minutos de que se nos fuera notificada la medida para que su cuenta de correo electrónico, sesión y claves de usuario fueran borradas del todopoderoso sistema informático. En el mismo momento en el que alguien en una oficina a doscientos kilómetros de distancia apretó el botón “Delete” se borraron de golpe los más de seis años que mi ahora ex colega dedicó a su trabajo. Como el show debe continuar en nuestros puestos laborales rápidamente cubrimos su ausencia a la espera de que se nos presente su reemplazante definitivo. Me parece increíble que a pocos días ya casi lo hayamos olvidado, así como he olvidado a tantos ex compañeros de oficina a lo largo de los años, pero vivimos en una maquina productiva que no se puede detener por lo que los duelos deben ser breves y no hay tiempo para un minuto de recuerdo, en esas circunstancias ¿Es posible lograr algún grado de trascendencia?
Escribo al nivel de los simples mortales, no de aquellos que por sus cargos políticos o poderío económico van a estar presentes para bien o para mal en los libros de historia. Como bien canta Serrat “¿Quién pondrá fin a mi diario al caer la última hoja en mi calendario?”… quizás lo que hacemos en este lugar, camaradas blogueros, sea alguna forma de alcanzar cierta trascendencia buscando que nuestros pensamientos superen las barreras del tiempo y el espacio. Me perturba un poco si el depender del no ataque de un virus informático y el no cierre de un servidor en particular.
En fin, me quedo tarareando la canción de Serrat que les comenté.
Si la muerte pisa mi huerto
"¿Quién firmará que he muerto de muerte natural?
¿Quién lo voceará en mi pueblo?
¿Quién pondrá un lazo negro al entreabierto portal?
¿Quién será ese buen amigo que morirá conmigo, aunque sea un tanto así?
¿Quién mentirá un padrenuestro y a rey muerto rey puesto… pensará para sí?
¿Quién cuidará de mi perro?
¿Quién pagará mi entierro y una cruz de metal?
¿Cuál de todos mis amores ha de comprar las flores para mi funeral?
¿Quién vaciará mis bolsillos?
¿Quién liquidara mis deudas? A saber…
¿Quién pondrá fin a mi diario al caer la última hoja en mi calendario?
¿Quién me hablará entre sollozos?
¿Quién besara mis ojos para darles luz?
¿Quién rezará a mi memoria, Dios lo tenga en su gloria, y brindará a mi salud?
¿Y quién hará pan de mi trigo?
¿Quién se pondrá mi abrigo el próximo diciembre?
¿Y quién será el nuevo dueño de mi casa y mis sueños y mi sillón de mimbre?
¿Quién me abrirá los cajones?
¿Quién leerá mis canciones con morboso placer?
¿Quién se acostará en mi cama, se pondrá mi pijama y mantendrá a mi mujer,
Y me traerá un crisantemo el primero de noviembre? A saber…
¿Quién pondrá fin a mi diario al caer la última hoja en mi calendario?"
Gracias hijo mío por estar presente en mi vida. ¿Un blog calificará como libro?.., debo ir a plantar un árbol.
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