Cuando Ian MacMillan fotografió en 1969 a The Beatles cruzando un paso peatonal la calle Abbey Road para lo que sería la portada del disco del mismo nombre de seguro nunca imaginó que esta imagen se convertiría en uno de los iconos de la cultura pop contemporánea.
Pero para que una imagen o secuencia fílmica pase a formar parte de lo que podríamos definir como nuestro ADN cultural no basta con que los protagonistas sean la banda de rock más influyente de la historia, se necesita que haya una conexión con ese algo que es común a todos quienes la observen por encima de gustos personales y contextos históricos.
De esa forme en 1945 Alfred Eisenstaedt no solo retrato a un marino besando apasionadamente a una enfermera en medio de Time Square una vez finalizada la segunda guerra mundial, sino que retrato algo retrato a una pequeña niña de cinco años huyendo desnuda y quemada por napalm del bombardeo de su aldea, sino que dio figura al horror de la guerra; y por poner otro ejemplo en 1989 Charlie Cole no solo retrato a un hombre de pie frente a una hilera de tanques en la plaza de Tiananmen, sino que retrato el coraje frente a la opresión.
¿Qué fue entonces lo que retrato MacMillan? Algo tan simple como cruzar la calle por un paso peatonal, esa cotidiana instancia en donde por segundos el universo se rinde a nuestros pies, porque es en ese sagrado lugar hecho con franjas blancas pintadas en el piso que nuestro pie es más poderoso que varias toneladas de potencia automotriz y que nuestro andar está por sobre la prisa de decenas de conductores.
En ese lugar somos intocables, en ese lugar nosotros tenemos el control; por eso el momento no se disfruta cuando cruzamos de una lado al otro de la cera en medio de un tumulto de gente o ayudados por la luz roja de un semáforo, la idea es hacerlo en solitario deteniendo el tráfico tan solo con nuestra presencia.
En alguna forma tanto la foto de MacMillan como la que encabeza este post retrata ese instante en donde todo el mundo se detiene mientras nosotros seguimos avanzando.
1 comentario:
Tienes toda la razón Luis...es sentir que mi presencia logra ese milagro...
ese instante maravilloso!
tuve la suerte de estar tambien por Abbey Road y por Liverpool... a qué no adivinas! jajajajaja
Un abrazo grande!
Ali♫♪
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