Han pasado casi dos años desde aquel fatídico 27 de diciembre de 2011 cuando la fogata que un turista israelí iniciara con papel higiénico desató un incendio que consumió 17.600 hectaréas, un tercio de ellas de bosque nativo al interior del Parque Nacional Torres del Paine, recientemente elegido como la octava maravilla del mundo.
Las cicatrices permanecerán por décadas, por más que intenten ser aplacadas por los planes de reforestación, pero en las cercanía del lago Pehóe y del mirador los cuernos los pastizales lentamente recobran su verdor y los árboles carbonizados dejan que el viento, la lluvia y la nieve laman y curen sus heridas.
Hablamos indignados de descuido, de falta de vigilancia, de irresponsabilidad de los visitantes, de la necesidad de sanciones más severas, pero quizás olvidamos que esta es quizás una cuenta pendiente que la Patagonia aguardó tiempo por cobrarnos. Porque fuimos nosotros, no por descuido, plenamente concientes, los que incendiamos deliberadamente y durante décadas los bosques de Aysén con la finalidad de destinar esas tierras a la crianza de ganado.
Quizás en los últimos años solo hemos recibido una cucharada de nuestra propia falta de juicio.
A contar de 1937 la Caja de Colonización entregó gigantescos terrenos a los primeros colonos bajo que condición de que cada uno comenzara eliminando 120 ha de bosque nativo. La forma más usada fue a través de incendios intencionales que en algunos casos duraron años y arrasaron cientos de miles de hectáreas los que no solo acabaron con la vida vegetal sino que también contribuyeron a una acelerada erosión del suelo.
2 comentarios:
Lo peor no son sólo las barbaridades que hemos cometido contra la naturaleza en el pasado, sino que aún no aprendemos de nuestros propios errores. Si entendemos que en eso precisamente consiste la inteligencia, decubrimos que los seres humanos somos mucho más tontos de lo que creemos.
En mi tierra dicen que lo que se le quita al mar, éste tarde o temprano lo recupera. Supongo que es aplicable a toda la naturaleza, que si bien no puede recuperar todo lo que le quitamos (ojalá así fuera) sí se lo cobra de algún modo. El cambio climático es un ejemplo de ello.
Bonita fotografía. Conocer las torres del Paine es algo que tengo pendiente (entre otras muchas cosas)
Un abrazo
No es raro que sigan ocurriendo, mientras los intereses económicos estén por encima de los ecológicos, pero la naturaleza es sabia tarde o temprano nos hace llegar su disconformidad .... con creces.
Por suerte somos muchos los que que entendemos que debemos conservar todo lo que la madre Tierra nos ofrece porque después de todo si no cuidamos nuestra Casa que nos queda? Además es la Única que tenemos, protejamosla.
Abrazos
REM
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