Hace algunos años cuando fotografié a este artista callejero le pregunté en más de una ocasión que tan peligroso era hacer piruetas con teas encendidas. Tatatela, como se hace llamar a sí mismo, me contestó que aunque hay algún riesgo de sufrir quemaduras lo que más le preocupa es que se caiga alguna de sus antorchas y termine haciendo el ridículo.
Supongo entonces que no es muy distinto a intentar jugar con “esa cosita loca llamada amor”, en especial si se intentan hacer malabarismo con más de una “antorcha” al mismo tiempo. Siempre está la posibilidad de terminar en llamas, aunque lo más probable es que terminemos haciendo el más soberano de los ridículos.
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