Alguna vez, durante mi infancia, mi madre me comentó que los tiuques (Milvago chimango chimango) eran aves tristes porque siempre deambulaban solos y con su cabeza gacha. En mi adolescencia, esa época en donde nos encanta poner en evidencia los errores de nuestros padres, le expliqué que todas las aves rapaces, incluido el tiuque, son en esencia solitarias para no compartir sus zonas de caza y su cabeza inclinada facilita otear sus presas mientras las sobrevuelan. Ella me miró, sonrió, y me dijo “eso no quita que sean aves tristes”.
Supongo que algunos de nosotros somos como los pavos reales, en constante búsqueda de un harem y de una abundante prole; otros como los cisnes, compartiendo la vida entera junto a una única pareja; y otros (entre los que me incluyo) como los tiuques, prefiriendo los amplios espacios de soledad sin que ello, a pesar de las ideas de mi madre, nos convierta en personas tristes.
1 comentario:
Es una linda historia la de tu madre, con un dejo de romanticismo quizás.
Los pájaros en su mayoría viven en libertad, no creo que haya tristeza en ellos sino todo lo contrario, quién pudiera imitar su vuelo, no?
Besos a tí.
REM
Publicar un comentario