Hasta la década del ’50 nuestro folklore era invitado estelar en toda suerte de celebración, ya fuera en las bohemias cantinas porteñas, las quintas de recreo capitalinas o las reuniones familiares en la zona campesina. Luego durante los sesenta y hasta comienzos de la década del ’70 algunos de nuestros más célebres cantantes y poetas se dieron a la tarea de rescatar el folklore más profundo, ese que hablaba de las penurias del campesinado o de lo sacrificada que era la vida de la clase obrera y así en algún momento el folklore pareciera volverse universal, solo las claves rítmicas variaban, Violeta Parra, Victor Jara, Mercedes Soza y Bob Dylan parecieran cantar lo mismo.
El golpe de estado acabó con ello, el régimen militar vio al folklore genuino, así como a toda forma de expresión popular, como una amenaza y decidió imponer sus términos. Nuestros cantores fueron perseguidos, asesinados, exiliados u obligados a sumergirse en la clandestinidad. La canción campesina y obrera fue reemplazada por los cantos del patrón del fundo y el dueño de la fábrica. La cueca que comenzó a escucharse en la radio y en la televisión solo hablaba de historias de amor, los blanco de la cordillera o el destino de un caballo viejo. Entonces, como era de esperar, el pueblo le dio la espalda y en sus celebraciones la reemplazó por los ritmos tropicales y por sobre todo por su majestad la cumbia, y así ocurriría por las siguientes dos décadas.
En septiembre de 1995 la cadena televisiva MTV invita a la entonces emergente banda nacional “Los Tres” a grabar un álbum Unplugged en Miami. Era la oportunidad para que Álvaro Henríquez y compañía internacionalizaran su carrera haciendo algún cover anglo, pero en lugar de ello se pusieron a cantar cuecas, pero no cualquiera sino cecas choras, aquellas compuestas por los hermanos Parra en la época que se ganaban la vida amenizando clubes nocturnos y prostíbulos, cuecas llenas de picardía, cuecas colmadas de las historias de pescadores, marineros y cargadores de la vega.
Nuevamente han pasado casi veinte años y no hay concierto de Los Tres donde no se toquen unas cuantas cuecas, pero estas también están presentes en las fiestas juveniles, en las reuniones familiares, los pub más exclusivos y elegantes tienen días especialmente destinados a ella de la misma forma que las más humildes cantinas. Al igual que hace medio siglo atrás el folklore se escucha de enero a diciembre y no solo para las fiestas patrias en septiembre.
Sin lugar a dudas ese ha sido y será el gran legado de Los Tres: Avivar la Cueca.
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