martes, 20 de abril de 2010

Perfección al Blanco y Negro

Algo extraño me ocurre con la escultura en mármol. La encuentro sin ningún lugar a dudas la forma más sublime y perfecta de arte en donde no hay cabida a los errores ya que basta un poco más de presión de la necesaria en el cincel para que lo que estaba destinado a ser una pieza de museo se convierta en un mamarracho inservible. Una vez escuche decir a un crítico que “la arcilla es para los artesanos, el metal para los orfebres, el granito para los artistas pero el mármol tan sólo para los maestros”. Probablemente sea así pero tanta perfección me provoca cierta apatía, no sé si será lo frío del material o el que comúnmente sea usado en los mausoleos de los cementerios lo que hace que las obras de mármol se me hagan distantes, lejanas, carentes de vida, demasiado perfectas al punto de resultar frías y poco cercanas. Difícilmente tendría una escultura de aquellas en mi jardín, preferiría para ello el crudo fierro forjado o la tosca pero cálida madera.
Hace años atrás conocí a una mujer que se asemejaba a lo que uno podría definir como la perfección. No puedo decir que fuimos amigos, no sé si ella realmente tenga amigos, pero algo de ella pude conocer. La naturaleza, o los genes, la habían dotado de un rostro armonioso, piel tersa, hermosos ojos verdes y cabello dorado como el trigo, a ello sumaba de seguro varios años de trabajo en el gimnasio y dietas estrictas que le permitían lucir un cuerpo que ya se quisiera cualquier modelo y que no dejaba indiferente a nadie, cuestión que complementaba con un exquisito gusto a la hora de elegir que vestir. Supongo que para no caer en el odioso estereotipo de la “rubia tonta” desde niña fue una estudiante aplicada y sobresaliente que continuó sus sesudos estudios en una de las más prestigiosas universidades nacionales y complementó con post grados en el extranjero, así que como era de esperar el éxito profesional (y de paso económico) no tardó en llegar, pero como no era de quienes se les van los humos a la cabeza además poseía bastante simpatía y carisma. En pocas palabras hermosa, atractiva, inteligente, exitosa y de trato agradable, ¿Qué más se podría necesitar para pedirle que fuera la madre de nuestros hijos?
En cierto reunión social en la que había abundado el champagne y con la confianza, y hasta cierto punto impertinencia, que un par de copas otorga le pregunté, más por curiosidad que por galantería, porqué siendo la mujer que era permanecía a nivel de pareja en la más completa y absoluta soledad. Con sus hermosos ojos verdes llenos de una sinceridad aplastante me contestó “porque la mayoría de los hombres me ve como una mujer inalcanzable, y los que no… me ven como un trofeo”.
Supongo que la perfección también tiene sus blancos y negros.

11 comentarios:

Ana dijo...

Los demás pensaban que ella era inalcanzable? Hummmm... yo pienso que es ella misma de si misma,, una exigencia tras de si que no le da tiempo para los otros.
Un relato redondo, Luis.

Un abrazo de vecinos.

Lala dijo...

Qué triste la respuesta que te dio esa diosa de mármol...
Todo tiene su blanco y su negro. No creo que exista nada perfecto sino la naturaleza, que es perfecta en si misma.
Y puede que también sean perfectas esas esculturas de mármol de las que hablas. Pero un objeto sí puede ser perfecto, no una persona. Nosotros tenemos tantos rincones, tantos matices, tantas perspectivas, que me parece imposible que todo eso que somos sea perfecto.
Tu historia me ha dado penita, fíjate...


Un besito


Lala

Patricia González Palacios dijo...

Mi querido amigo, que perfecta analogía hiciste. Yo adoro la escultura y como comenté en una entrada me la pase en mis tiempos de estudio entre aquellas esculturas perfectas del museo, maravillosas, pero que a parte de enseñarme a construir los volúmenes, creo que de todo el lote de ese mármol una habrá tenido algo de calor. Cuando llegó el momento de crear las propias, también opino como aquel crítico que mencionas, pero meter las manos en la arcilla , es como cuando los niños juegan con tierra, fántastico, tuve la suerte de probar el metal y la piedra que te deja agotada, y el mármol uf ahí frene, es algo mayor.
En realidad parece gobelino, capaz que lo borde, besitos paty

pepa mas gisbert dijo...

El mármol es frio y perfecto si, por eso no se le puede amar. En cambio a la mujer que describes, no se la amaba porque aún hay personas que no ven detrás de una piel.

Un abrazo

Raúl dijo...

No sé cómo explicarlo muy bien, pero el caso es ue el mármol siempre me ha ado miedo. Lo debo de identifiar con las lápidas y lossepulcros, supongo.

Anónimo dijo...

Por razones que no me explico;lo negro y lo blanco, lo frío y el mármol, lo relaciono con otras dimenciones.

Un claro contraste entre la tibieza de la piel de la mujer del relato.
Abrazos Luis.

Kutxi dijo...

Brillante reflexión, hermosa y precisa la metáfora.

La perfección, sin dudas, tiene sus blancos y sus negros y sus grises. Tiene sus imperfecciones.

Un fuerte abrazo.

Kutxi.

Rembrandt dijo...

El marmol es un maravilloso elemento para construir una sublime obra de arte , perfecta e inalcanzable que sólo se la puede admirar.

No así las personas, quienes piensan que los demás las ven como inalcanzables o como trofeos es porque no han sabido mostrar lo bello que hay en su interior, eso es lo que realmente nos hace humanos y plausibles de ser amados.

Excelente relato Luis.

Me gustó mucho el post sobre la ciudad y el poema de Kavafis es magnífico como toda su obra. Un enorme escritor sin dudas.
Grxs por compartirme esa entrada.

Besos para vos.
REM

Camila dijo...

Te invito ...

http://camilateadora-muycaliente.blogspot.com/

Ursula dijo...

Luis...

profundo escrito... desnuda las falencias que a veces se ocultan detrás de la belleza o viceversa...
sabes, mi abuela, de pocas palabras pero muy sabia siempre... me dijo una vez, la mujer cuando es demasiado hermosa... es como un buen vino... costoso... muy buscado... extremadamente escaso... y por lo mismo termina siendo vinagre...
desde ese momento miré a una mujer bella de distinta manera...
Gracias amigo por tus escritos... siempre nos hacen reflexionar!
te abrazo desde el corazón!!

hermosos días!!

beso!!!

E. C. Pedro dijo...

La pericia que exige el mármol tiende a alejar, es cierto. Muy pocos maestros de nuestro tiempo han trabajado (principalmente) con ese material. Respecto a la mujer de todos los sueños me atrevo a aventurar que la explicación está en que ella no terminaba de sentirse bien con nadie. O que también se encontraba encantadora, considerando que nadie estaba a su altura. En fin, otra moraleja que compongo es que el mármol es el mejor material para expresar la belleza. Saludos.