Tiempo atrás un amigo me comentó de un centro anti estrés ubicado en una localidad costera próxima a la capital. Se trataba de uno de esos lugares en donde cuando entras te quitan el teléfono móvil, ipad, laptop y cualquier tipo de aditamento tecnológico y pasas un fin de semana oliendo inciensos y escuchando música de tamboriles y cítaras.
No dudo de la efectividad del método pero lo encuentro algo prefabricado, quiero decir si nos baja la desesperación por revisar nuestro mail acaso nos van a negar nuestras pertenencias o si queremos cambiar la música meditativa por el bullicio urbano qué nos impide viajar el par de horas que nos separan de la capital.
Yo prefiero soluciones más radicales y mi receta preferida se llama Calbuco, una humilde caleta de pescadores en el Chiloé continental.
Llegar a Calbuco ya es un desafío en si, primero hay que llegar a Puerto Montt luego de doce horas en bus o un par en avión, desde aquí se debe tomar algún bus rural que definitivamente no pasan cada cinco minutos y que es impredecible cuanto se demoraran en cumplir los cincuenta y seis kilómetros de recorrido, porque no es raro que el conductor decida permanecer quince o más minutos en un cruce de caminos esperando a algún parroquiano mientras carga o descarga sacos de harina. Esta cierta incertidumbre en un principio estresante termina enseñándonos a no esperar llegar a destino sino a disfrutar el viaje.
Una vez en Calbuco la primera mala noticia es que la señal de telefonía celular es pésima y son pocos los teléfonos públicos, pero por un lado descubrirá que el mundo no se acabe por estar algo incomunicado y por otro redescubrirá que las cabinas telefónicas no son adornos ornamentales.
A la hora de almorzar le tengo varias noticias, primero los restaurantes son pocos, como los dueños ofician de garzones y cocineros tendrá que esperar que tengan tiempo para atenderlo, luego se dará cuenta que los platos se comienzan a preparar recién en el momento que usted los pide y finalmente que aquí no hay reservas de mesa así que no se extrañe si debe compartir la suya con algún parroquiano. Vamos entonces a las lecciones a extraer: primero, espere su turno de atención porque el mundo no gira en torno a usted; segundo, si debió esperar más de media hora para que le trajeran su plato dedíquese a disfrutarlo y tómese al menos el doble de tiempo para enguirlo; y tercero, compartir la mesa con otros no es tan malo a fin de cuentas hay más gente en el mundo.
Bien, ya llegó a Calbuco, ya almorzó, ahora hay que buscar algo que hacer y al respecto la respuesta es simple: nada, y las opciones de ese nada son caminar por la caleta, conversar con algún casero de la feria, leer algún libro u observar durante horas como atracan los pesqueros en los muelles, y aunque ciertamente el tiempo es valioso aprenderá que hacer nada no es necesariamente sinónimo de perderlo.
Existe una alternativa más aventurera y esa es visitar algunas de las islas del próximo archipiélago, pero para hacerlo es necesario navegar en alguna barcaza y como estamos en un lugar donde llueve día por medio no es raro que los viajes se retrasen por horas e incluso días a causa del mal tiempo. Y he aquí la última y más importante lección: Hay fuerzas más poderosas que nosotros.
Después de estar un fin de semanas en Calbuco le garantizo que regresará absolutamente renovado a la metrópolis… por algunos días.
3 comentarios:
Nunca he creído en lo artificial. Pero dicen que es moda. Lástima.
No conozco Calbuco, pero espero pasar parte del próximo invierno recorriendo Chiloe en la vieja combi que estoy preparando poco a poco.
En sitios así, no hacer nada es seguir manteniendo el espíritu activo, despierto. Al menos para mentes inquietas como presumo que son las nuestras.
Un abrazo
Amar la trama más que el desenlace, como diría Drexler.
Siempre, un gusto leerte. Te abrazo
Lamento decirte que hay muchas cosas erradas en tu comentario sobre La Ciudad De Calbuco ( Isla De Las Agua Azules).
No es una humilde caleta de pescadores, es mas bien uno de los lugares mas productivos eh industriales de la X región, en el aspecto tanto de la pesca artesanal , Salmonicultura, Mitilicultura y variados productos del Mar.
Para llegar desde Puerto Montt no son mas de 45 minutos en bus y 25 a 30 min en vehículo propio. (Exactamente 61 Km).
Al igual que en cualquier lugar el avance tecnológico se ha hecho presente y la telefonia no es menos mas bien es como en cualquier parte.
Las mesas no se comparten son para cada persona o grupo de personas como en cualquier lugar.
Hacer nada es para los que les falte el ingenio por cierto,relizar pesca deportiva, que tal unas cicletadas o un recorrido por las islas, por cierto tenemos una pequeña isla muy mágico con un bosque de arrayanes muy famoso, disfrutando de hermosos paisajes, (Hay traslado mediante transbordador).
Hay tantas cosas más que Uds deben conocer por si mismos.
Esto es la realidad señores ¡¡¡¡ Saludos.
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