viernes, 19 de marzo de 2010

La Muerte del Sol Imaginario

Supongo que las Musas de la poesía prefieren la hora del atardecer y en especial cuando este es junto al mar para hacerse presentes, por sobre todo cuando se producen algunos de los paisajes más hermosos e inspiradores a mi juicio, y al parecer no sólo al mío. Quizás lo anterior explique porque en unos cuantos kilómetros de costa al sur de Valparaíso se encuentren las casas de algunos de los más renombrados poetas que ha producido el suelo chileno: la de Pablo Neruda, en los roqueríos de Isla Negra en las proximidades del Quisco; la de Vicente Huidobro, en la en antaño aristocrática Cartagena; y la de Nicanor Parra, en la rural localidad de Las Cruces.
Nicanor a lo largo de su vida ha sido y continúa siendo tan impredecible, enigmático y poco convencional que es probable que le resulte más inspirador el plato de cereales del desayuno que la más perfecta puesta de sol junto al Océano, pero si eligió vivir allí debe ser por algo.
Que mejor al contemplar un atardecer de fuego y hierro que uno de los mejores, desconcertantes y profundos versos de don Nicanor Parra:


“El hombre imaginario vive en una mansión imaginaria
Rodeada de árboles imaginarios a la orilla de un río imaginario.

De los muros que son imaginarios penden antiguos cuadros imaginarios
Irreparables grietas imaginarias que representan hechos imaginarios
Ocurridos en mundos imaginarios en lugares y tiempos imaginarios.

Todas las tardes, tardes imaginarias, sube las escaleras imaginarias
Y se asoma al balcón imaginario a mirar el paisaje imaginario
Que consiste en un valle imaginario circundado de cerros imaginarios.

Sombras imaginarias vienen por el camino imaginario
Entonando canciones imaginarias a la muerte del sol imaginario
Y en las noches de luna imaginaria sueña con la mujer imaginaria
Que le brindó su amor imaginario
Vuelve a sentir ese mismo dolor, ese mismo placer imaginario
Y vuelve a palpitar el corazón del hombre imaginario.”

El Hombre Imaginario – Nicanor Parra

10 comentarios:

MaLena Ezcurra dijo...

Llegar a su casa y ser recibida por el inmenso Nicanor, su relato sobre las musas y los poetas de mirada fértil del sur de chile, me maravilla.

Gracias por su mirada.


Abrazo.


MaLena.

Lala dijo...

Es fácil imaginar cuando se vive en un lugar así. No me extraña que fuera lugar elegido por los poetas.
:D
Me ha gustado el poema.


Un beso


Lala

Patricia González Palacios dijo...

Hola! adoro los atardeceres y toda la poesía y Nicanor genial, la mezcla perfecta, linda fotografía, besitos

Ana dijo...

Dicen que uno es de aquello que se nutre. Parra, Neruda, Huidobro, Donoso, Lara, Sepúlveda y tantos más obradores de la palabra dicha. Celebro el Chile imaginario que rezuman sus versos.

Anónimo dijo...

A la hora de la formación, sobre todo la moral, es muy importante saber acertar, aunque creo que el instinto nos hace guiarnos por unos caminos u otros.

Un abrazo.




John W.

pepa mas gisbert dijo...

El aterdecer siempre me ha parecido el mejor momento para contemplar. En valenciano se dice "a poqueta nit", es decir cuando falta muy poco para que llegue la noche y nos envuelva, un instante mágico y de luz difusa e imaginaria.

A la manera de Nicanor Parra, diré:

el poeta imaginario
vive en su casa imaginaria
lee un libro imaginario
pero contempla el atardecer real.

Un abrazo

Zayi Hernández dijo...

Yo quiero un lugar imaginario de esos.
Un beso.

Ursula dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ursula dijo...

Luis...

todo puede ser imaginado... imaginario... hasta el amor en los versos de Nicanor Parra... pero en cada verso deja imaginarias lágrimas... imaginarias tristezas... no?

gracias por compartir... y estoy de acuerdo... no hay belleza que pueda compararse con la belleza de un atardecer a orillas del mar...

hermosos días!!!

beso!!!

Raúl dijo...

No sé si las musas prefieren esa hora y sus alrededores para hacerse presentes, pero sin duda estamos hablando de un momento del día de lo más estético.